UN CHINO EN MI VENTANA


UN CHINO EN MI VENTANA

Desde hace como una semana, mientras escribo para el blog, por la ventana entran los ruidos típicos de los escolares que van al colegio, los consejos que algunos padres que acompañan a sus hijos más chicos dan sobre comportamiento y los de quienes apresuradamente van al trabajo; una especie de despertar y desperezarse sonoro de este micro mundo que es el condominio.

 

Más tarde será algún taladro que se obstina en perforar las paredes de algún departamento, uno que otro martillazo y ciertos días el ruido ensordecedor de la segadora de pasto que lo cubre todo hasta que veo al operario hacerme señas para que cierre la ventana y no se metan las briznas de pasto recortado, fragante y volador al cuarto donde trabajo, leo, mi esposa pinta y almaceno libros, fotos, recuerdos y “containers” que guardan pedacitos de nuestra historia, la que al pasar de casa a departamentos, mudarnos varias veces y reducirnos en “cosas” que tenían su sitio “antes”, hacen que el ahora parezca otro mundo.

 

Dependiendo del día, regarán el jardín y volveré a cerrar ventanas para que no me rieguen en un descuido y se instalarán los sonidos normales que van a ir cambiando o repitiéndose con el paso de las horas; pero tal como decía al principio, desde hace aproximadamente una semana, a los sonidos mañaneros descritos, se ha adicionado una tempranera,  extraña música que va sonando cada vez más fuerte y es indudablemente de origen chino; el contraste con los valses, cumbias, rap, baladas y otras perpetraciones músico sonoras de estridencia variable es inmenso; ¿quién podría, al inicio del día, escuchar a todo volumen “eso” que para los oídos occidentales no educados y poco entrenados en musicología del celeste imperio (que ahora no es celeste y en lo de imperio se pelea con USA y Rusia)? La respuesta es obvia: un chino; así esto sucede a diario, tempranito; pasa caminando frente a mi ventana un padre chino que empuja un cochecito de bebé y lleva algún artefacto sonoro que emite tan fuerte como si este condominio fuera el Madison Square Garden alquilado a un grupo musical de la tierra de la seda.

 

Supongo al bebé sordo o en acústico entrenamiento para un futuro atronador y en el que reitere la conducta paterna aprendida; algún tiempo después escucho que el chino padre habla (en realidad grita) por teléfono celular (en chino, por supuesto) y otra vez supongo que habla con China y como está lejos y hay mucha gente en el gigante asiático, tiene que gritar, pero después parece que mis suposiciones se van al agua, porque se le une su esposa (china, también) con quien -supongo otra vez- hablaba y a la que le pedía que lo acompañara en el paseo-entrenamiento bébico sonoro matutino, por lo que ella lo alcanza y juntos pasean al bebé, pero resulta que los dos hablan (en chino, pues) a gritos y pienso que tal vez son duros de oído y esto explicaría el volumen tan elevado de los sonidos músicos y fonéticos que escuchan y emiten.

 

Bueno, es una muestra de la globalización, una especie de crash course de música china, un acercamiento al inicio mañanero de una familia china que ahora está en un condominio, bien lejos de su país y un motivo tan bueno como cualquier otro para que yo pueda escribir algo en el blog.

TODO SE VE Y SE OYE


TODO SE VE Y SE OYE

El Gran Hermano de Orwell está por aquí hace tiempo, ubicuo, omnividente y a la escucha.

 

Nos mira, oye y sabe sobre nosotros más que nosotros mismos.

 

Colaboramos entusiasmadamente con su conocimiento.

 

Es un monstruo todo ojos y oídos con una sola boca que sonríe atractiva.

 

Pasa por invisible para la mayoría pero cuando por casualidad se le vislumbra produce miedo.

 

Tiene nombres inofensivos y hasta simpáticos.

 

Parece un buen vecino que riega su jardín.

 

Se mueve sin dejarlo, pero su rastro son las manchas de sangre.

 

Siempre viaja montado en la tecnología.

 

Si te viene a buscar… ¡no abras la puerta!

TODOS CONTRA TODOS


LUCHA

Mordiscos, empujones, patadas voladoras, cabezazos, mentadas de madre, puñetazos, insultos, escupidas y todo lo imaginable es lo que se usa en esta “campaña electoral” mediocre, desangelada, falta de verdaderas propuestas que más parece una jaula de “vale todo”  y frente a la cual los inminentes votantes andan más despistados que Adán (el verídico) en el día de la madre.

No sé si es la furia de los dioses o es que algo se tiene que pagar (y estoy convencido que es mucho), pero si antes el asunto era muy malo, ahora está peor.

Lima parece resignarse a su suerte y ser no solo la cuna de la cultura combi, del “bujiazo” para robar los autos, de los “dateros” de un transporte caótico, del “a mí que me importa” y tantas otras lacras, sino a seguir cayendo de manera infinita cada vez más abajo.

Los nostálgicos gallinazos basureros estarían felices.

Lima ha regresado al “¡agua va!” de la colonia que significaba vaciar bacinicas desde ventanas altas; a las acequias que en medio de la calle llevaban caca y deshechos flotantes. Lima es un muladar que se llama eufemísticamente relleno sanitario. Lima ya no da más.

Los candidatos sonríen bobaliconamente desde paneles con fotos retocadas, mientras las ratas saben que harán su agosto aunque sea setiembre.

Cuando un tatarabuelo (si es que quedara alguno) cuente en un hipotético futuro a su tataranieto (si es que lo tiene), lo que era Lima, es mejor que le muestre con cuidado la piedrita que guarda de lo que fue “su Lima”, porque lo más probable es que sea una piedrita “bamba” y se esfume como lo hizo un mal día la coronada villa.

Corrijo: tres veces coronada.

EL SENTIR Y EL ESTAR


Desierto_Cactus_coyote

El limeño se siente desprotegido y las noticias parecen confirmar que lo está.

La calle es vista muchas veces como un campo de batalla desigual de donde uno lucha contra todos. El exterior, de la puerta de casa, hacia fuera, se percibe como una tierra de nadie, donde la única ley que existe es la del que tiene más fuerza. Se enciende la televisión, se escucha radio, se miran los periódicos y el sentimiento se concreta en noticias e imágenes, enseñando que esta realidad no es simple “percepción

Se vive un clima de violencia que copian hasta los programas de “entretenimiento”: “Esto es guerra”, “Versus”, “Combate”… Una violencia que es exacerbada por juguetes, crónica roja (mayoría aplastante en los periódicos), programas “de preguntas” en TV y truculentas sagas familiares que exhiben sus miserias con gritos incluidos y acusaciones de “violencia psicológica”, verbal y de la otra.

Entonces el ciudadano no es que sienta o perciba: es que está inmerso en una vorágine malsana que lo va poco a poco endureciendo. La religión del “YO” es la más popular y los adeptos quieren estar siempre en primera fila; no importa si matando, insultando, poniendo zancadillas, mintiendo o simulando. El asunto es estar, destacarse y vivir un minuto de fama.

El ciudadano mira y ESTÁ desprotegido. Ya no parece haber autoridades, ya no parece haber razón ninguna. Solo importa brillar, aunque lo que destelle sea lata disfrazada de oro.

A los que están detrás de las empalizadas no les importa nada y las lunas ahumadas de sus autos blindados reflejan una cruel realidad ignorada por ellos.

A los que viven escudados por sus indiferencias tampoco les importa. Hay inseguridad: se percibe en el aire y los que deben enfrentarla miran para otro lado.

¿Corremos? Pero… ¿adónde?

TRIQUIÑUELAS


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Es lo que son y gracias a su empleo, lo negro se hace blanco, lo fétido oloroso y lo que debería andar derecho, viene chueco.

Nos hemos acostumbrado a ver que las “legalidades”, llamadas por su nombre: leguleyadas, triunfan.

Por eso no es raro ver a prohombres (que en realidad son “protohombres”) que en lugar de historia exhiben prontuario y que desfachatadamente se muestran sin importarles nada.

Así, a la vuelta de la esquina, se tuercen voluntades y se alteran los hechos. Todo es “legal” y todo tiene el tufo que dejan los tahúres a su paso. “Hecha la ley, hecha la trampa” dicen y buscan recovecos e interpretaciones que les den “meridianamente” la razón. Invocarán letra chiquita, sostendrán argumentos y si estos fallaran, siempre queda el recurso de sicarios anónimos que solucionan todo a su favor de una “buena” vez.

Mientras tanto ellos circulan, opinan y saludan como si no estuviera sucediendo nada; los acompaña una comparsa que, como en los carnavales, usa máscaras para que el que los vea, no sepa a ciencia cierta quienes son.

Triquiñuelas: astucias que se emplean para algún fin.