¡QUÉ BUENO…! UN VIRUS BUENO


Este es un virus que debe esparcirse por el mundo y contagiar a todos. Es un virus bueno y se llama NAVIDAD.

Deseo de todo corazón, que tú que lees esto, te contagies y lo transmitas a cuantos puedas, porque vivir contagiados de la alegría navideña, es lo mejor que le puede suceder al mundo…

¡FELIZ NAVIDAD!

Imagen: https://www.cuentosyrecetas.com

EL REGALO


Ya va a ser Navidad y solamente puedo regalarles lo que tengo: El cariño y las palabras. Que estas fiestas sean felices para todos. Manolo.

EL REGALO

Era un cuarto de hora antes que sonaran la campana de la iglesia del pueblo, que anunciaba la llegada de la Navidad, cuando lo que sonó fue la puerta, que alguien tocaba una y dos veces.

¿Quién podría ser a esa hora…? Miró por la ventana y no vio a nadie. Cauto, se acercó a la puerta, pegó el oído a la madera, pero solamente logró percibir el silencio.

Con cuidado y sin hacer ruido, quitó la aldaba y abrió la puerta: no había nadie, pero al mirar al suelo, vio un paquete de regalo envuelto en papel con lunares verdes y con un hermoso lazo de cinta roja…

Miró para todos lados, a derecha e izquierda, intrigado, hasta que con el pie empujó la caja –que no era muy grande ni pesada- hasta meterla en la casa y cerró la puerta.

Se quedó mirando, inquisitivo, lo que era evidentemente un regalo; desató la cinta y quitó el papel navideño. La caja era una caja común, de cartón y cuando la iba a abrir, sonó la campana de la iglesia, anunciando que ya eran las doce, que ya era Navidad.

Abrió la caja y estaba vacía. En el fondo, tenía pegada una pequeña tarjeta, con el dibujo de unas hojas de muérdago, con dos campanitas doradas y un texto manuscrito, que decía: “¡Feliz Navidad! Te regalo la vida. Dios.

Leyó otra vez la tarjeta y supo que no estaba solo, en ese pueblo perdido entre los cerros, donde había ido a morir.

Imagen: http://www.clipartmax.com

SOÑANDO


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La vaca estaba rumiando y soñaba con prados donde caminaba pastando al aire libre, haciendo sonar el cencerro que llevaba al cuello; grande y parsimoniosa se sabía dadora de esa leche que siempre ordeñaba el pastor antes de salir con la oveja muy temprano por las mañanas.

 

El ruido extraño, el llanto del Niño chiquitito que nacía, la trajo de regreso a la dehesa compartida con la oveja y el burro; pestañeó un momento y volvió a cerrar sus ojos para continuar rumiando y seguir con su ensueño de prados verdes, pasto fresco mojado por el rocío y libertad.

 

Movió la cabeza, se acomodó y el cencerro sonó como una campana.

 

Imagen: commons.wikimedia.org

 

Nota: No podía dejar de lado a la vaca, figura del nacimiento; lo que pasa es que ella estaba soñando y no quise interrumpir sus sueños.… Tal vez por eso participa tarde en esta pequeña historia, pero no hay nacimiento navideño sin vaca y al moverse un poquito, su cencerro puso la nota musical que faltaba.

 

Ya sé que, como la vaca, llego tarde, pero no quería dejar que el paciente animal quedara excluido y por eso, pensando que la Navidad debería ser –por lo menos en nuestros corazones- todos los días, es que esta pequeña historia y su nota (no la del cencerro) sino la escrita, aunque “fuera de fecha”, llegan.

 

LANA


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La oveja estaba en una esquina, abrigadita y pasando bastante desapercibida porque el burro y la vaca que eran más grandes, el uno andaba atento a los movimientos de los extraños y la otra dormitaba rumiando y quién sabe en qué ensueños se perdía.

 

El sonido despertó a la vaca de su plácido estado, al burro le hizo estirar el cuello para tratar de ver algo sobre el murito de piedras y ella, la oveja, vio como el Niño nacía y  quedó admirada porque recordaba que también había sido madre.

 

Había helada ese  amanecer, pero ella con su cubierta de lana se sentía bien y solamente la cara estaba fría; el recién nacido lloraba y la oveja pensó que la madrugada no tenía un clima adecuado para el que acababa de nacer.

 

Decidió entonces hacerle un regalo y caminó acercándose despacito hasta donde el Niño lloraba y tiritaba, miró al hombre y a la mujer y mansamente se echó bien pegada a Él, para calentarlo con su cuerpo y su lana…

 

Al rato el Niño calló, sonrió y metió su pequeña mano en la espesura blanca que estaba tibiecita.

Imagen: ww.freepik.es

 

 

Nota: esta pequeña historia aparece porque mi amiga Roma me comentó que leería con gusto algo sobre la oveja, que es tradicional en los nacimientos y se me ocurrió que el oro, el incienso y la mirra que obsequiaron los Reyes Magos, estaban bien, pero eran mundanos, les faltaba calidez y que no sería una mala idea que la oveja hiciera la primera ofrenda: su calor, su lana, ella misma.

¡FELIZ NAVIDAD!

EL TESTIGO


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Soy burro pero no bruto y tengo…, veamos…. más de 2,019 años, lo que me hace histórico; eso es: soy un burro nada bruto e histórico.

 

Mi buena memoria recuerda que tenía pocos años cuando una noche se metieron en el lugar donde estaba acompañado de una vaca, una mujer y un hombre, bien tapados con sus mantos; ella caminaba con cierta dificultad, mientras el hombre llevaba lo que supuse era un atado de ropa.

 

La vaca rumiaba con los ojos cerrados, abstraída en sus pensamientos, mientras yo, con las orejas tiesas, estaba atento porque el hombre amontonaba paja y sobre ella ponía su propio manto; llevó suavemente a la mujer y la ayudó a echarse. No vi más porque me lo impedía un murito de piedras, pero al rato escuché un sonido extraño, que ahora, con la edad que tengo, sé que era el llanto de un niño…

 

La vaca mugió, dejando sus ensueños, mientras afuera empezó a clarear la mañana y no se me ocurrió en aquel momento que era el primer día de lo que los humanos llaman una Nueva Era”…

 

Imagen: laura-asensi.blogspot.com

LA MARIPOSA DORADA


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Era una mariposa, pero no se sabía mariposa; movía las alas de un dorado traslúcido, volando y cuando había viento aprovechaba este para descansar su batir, dejándose llevar plácidamente.

 

Así conoció tierras diferentes, incluso cruzó un mar y vio las aguas, que por debajo de ella espejeaban al sol; flores desconocidas le dieron su alimento y así, llegó agotada a reposar sobre lo que resultó ser un lugar donde había una mujer, un hombre, un niño chiquitito, un burro, una vaca y eso que los humanos llaman paja y que es la hierba seca.

 

Se quedó descansando las alas y de pronto decidió desplegarlas y un pastor que pasaba vio el brillo que producían al reflejar la luz, pensó que era una estrella y entre curioso y admirado entró al lugar y vio a la mujer, al hombre, al niño sonriente, a la vaca paciendo, al burro dormitando y se maravilló.

 

Imagen: http://www.vinda.es