ESCRIBIR ES IGUAL QUE HABLAR


¡Ni hablar…! ¡Mentira!

¿No han escuchado muchas veces la frase “Escribe como habla”? Bueno, si lo recuerdan, se aplica para aquellos que escriben… MAL.

Cuando se envía un mensaje usando Whatsapp, por ejemplo, se suele hacer chichirimico el lenguaje. El apuro, la inmediatez, el “corre-corre”, el descuido y la ansiedad hacen su trabajo de zapa y demolición, logrando abreviaturas inventadas, figuritas con un significado determinado intercaladas, más un sinfín de barbaridades y errores que uno ni advierte y si lo hace, no se molesta en corregir. La auto excusa –esa que se da a uno mismo y hace que se sienta absuelto- se sintetiza en una frase: “¡Estaba apurado, pues!”-

Y seguimos tan campantes, escribiendo (es un decir), igual que hablamos: ¡MAL!

Me dirán que los tiempos han cambiado, que ZOOM, INTERNET, el E-MAIL, WHATSAPP, que TWITTER, INSTAGRAM y todas esas “aplicaciones”, teclas, pantallas táctiles y chirimbolos varios, numerosos, están hechos para ahorrar tiempo, para que el ser humano disfrute, para que pueda comunicarse inmejorablemente, para que todos nos entendamos y darán cientos de razones “altamente positivas” todas, para demostrar que la “tecnología comunicacional” hace que el ser humano no necesite más para decir lo que piensa, lo que no piensa y en realidad lo que se le venga en gana…

Y lo que pasa, es que todo este avance tecnológico incontenible, resulta tan apabullante, que lo usamos como la mona, ni nos damos cuenta que lo sub utilizamos, que empleamos una fracción de sus potencialidades y encima, lo hacemos mal, porque nuestros contenidos “escritúricos” son un desastre universal (¿Alguien se acuerda de la canción “¿Despeinada” …, esa, la de los 60s?)

Sintaxis, ortografía, corrección (no digo “estilo”), son palabras olvidadas, apolilladas, andrajosas y en último caso, ilustres desconocidas a la hora de escribir algo, especialmente para “comunicar” y se baten todos los récords de incorrección, que queremos enmendar poniendo un “emoji” o “emoticón” que es una carita triste, o uno de los monitos famosos, que se tapa la boca.

Creo que debemos volver a fojas cero y, por lo menos, tener cuidado. Creo que fue el argentino Sarmiento, el que dijo: “El que habla, se jode” y yo agregaría que el que escribe…

Imagen: http://www.exploxtv.com

ESCRIBO


ESCRIBO.jpg

 Escribo y conforme avanzo, las letras van formando palabras, éstas frases, se acomodan los puntos y las comas y leo y me divierto con lo escrito porque parece arte de magia como se va llenando la pantalla de la computadora de esos signos, que como moscas obedientes, se detienen y quedan quietecitos formando filas ordenadas…

 

Leo, sonrío y me admiro cada vez que escribo, porque de veras no sé de donde brotan las ideas y cómo se encadenan, formando esas guirnaldas rectas que adornan la pantalla…

 

Claro que sí sé que el cerebro trabaja, que se dan la mano las neuronas y que según informaciones todo es química y electricidad, pero a mí en el colegio me jalaron de año porque la química, la física y las matemáticas no eran buenas vecinas y creo que de mi padre, ingeniero electromecánico, no heredé la afición por lo  eléctrico (tampoco por lo mecánico, es un hecho)…

 

Por eso es que escribir me parece mágico y cada vez que empiezo o me detengo a leer lo escrito y continúo, siento que soy una especie de Merlín (con perdón del que es sinónimo de magia), pero un Merlín chiquito, provinciano, de feria, sin mayor pretensión que entretener, que no tiene otro público que el aire, porque en el fondo sabe que esos sus pocos pases mágicos, son solo para él…

 

Cuando termino de escribir o creo que lo he hecho, espero un rato, leo y tomándome un segundo café me pregunto si eso que estoy leyendo es algo que me gustaría leer… Es entonces cuando borro, corrijo, encuentro otras palabras que tengan más sentido, saco o coloco signos de puntuación, elimino algo que sobre, vuelvo a escribir una, dos, quince líneas…, releo y quedo satisfecho o todo se va al basurero electrónico de la computadora (extraño el basurero físico relleno de papeles arrugados y mi vieja máquina de escribir, porque arrugar y botar un papel no es lo mismo que desaparecerlo en el desconocido espacio cibernético, al pulsar una tecla).

 

Sí. Trato de escribir lo que me gustaría haber leído y pienso (porque de pensar solo se para al morirse) que ojalá les guste a los que tengan la paciencia de leerlo, tanto, como a mí me gustó el escribirlo…

 

Imagen: http://www.freepik.es

¿ES LA CRATIVIDAD UN LÍQUIDO OSCURO?


ES LA CREATIVIDAD UN LÍQUIDO OSCURO - copia.jpg

Me dispongo a escribir y tengo al frente la pantalla de la PC, un dedo – el índice derecho- sobre el teclado y al lado un “mug” lleno de líquido oscuro, humeante, deliciosamente oloroso. En el borde del “mug” puedo leer “CREATIVIDAD” claramente escrito, lo que me dice que tengo una dosis de creatividad bebible, a la temperatura adecuada para no quemarme (siempre digo que no tengo boca de “Pírex”) y puedo empezar a degustarla, mientras la imaginación desentumece sus alas, mira el borde del precipicio y considera que podría ensayarse una planeadita por el espacio, después de lanzarse al vacío y batir vigorosamente las desentumecidas alas para dejarse mecer por una corriente de aire lo suficientemente caliente (como el líquido oscuro del “mug”) que ahorre fuerzas, permita mirar el paisaje y sirva de cómodo colchón móvil para la fantasía.

 

Sí, crear, imaginar, “inventar”, escribir, es como volar propulsado por ese combustible mágico que es el café, porque no necesitaría decirlo, pero eso contiene el “mug” violeta y después de muchos años, casi estoy por creer que la creatividad crece en esas bayas que se cosechan para después de tostadas, molerse y servir de combustible para volar tan lejos como alcancen los sueños.

Imagen: mi «mug»

 

 

 

 

ESCRIBO, LUEGO EXISTO


ESCRIBO, LUEGO EXISTO 2.jpg

He  escrito para publicidad y acerca de la publicidad casi toda mi vida; en realidad, toda mi vida como profesional que ya lleva 50 años, lo he hecho y si bien el trabajo de quien escribe para la publicidad es generalmente anónimo, a no ser que algún premio o especial mención proyecte una luz distintiva sobre el personaje, el hecho de “no aparecer” para el gran público, puede ser frustrante en el caso de ciertos espíritus que buscan el reconocimiento.

 

La mayoría de redactores publicitarios que conozco, sin embargo, saben que el anonimato es esencial, porque la “estrella” es el producto, servicio o cliente en nombre de quien escriben, al que le dan voz y modelan, resaltando sus cualidades y características; no es posible una supuesta guerra de “egos”, donde sobresalga más el que hace la publicidad que quien es publicitado. Esto arruinaría la comunicación, confundiendo al público.

 

Por eso es importante el anonimato y todo redactor publicitario debería entenderlo así, porque los “divos” no funcionan en una profesión basada en la comunicación, donde el papel estelar siempre será de otro.

 

Creo que entendí esto desde el principio y por eso me asombra que de vez en cuando aparezcan “genios” que creen que las luces son para ellos y merecen todos los reconocimientos y aplausos; no niego que sean bueno en lo que hacen, tal vez excepcionales, pero no pueden ponerse por delante de quien es el verdadero protagonista. Es impensable que eso suceda, pero pasa.

 

Bueno, que conste que no es falsa modestia la mía, sino solamente que durante toda mi vida profesional no se me habría ocurrido “estar en la foto” siendo el protagonista.

Digo, nomás.

 

Imagen: encabezamiento de mis hojas de texto