LOS MUERTOS NO SON NOTICIA


Por lo menos eso parece ser para la gran mayoría de la prensa tradicional peruana, que los ignora a no ser que sirvan para sus intereses …

Los muertos durante las protestas, se vuelven invisibles y se justifican bárbara y estúpidamente, por quienes piden “bala para los que protestan” y que terriblemente se esparcen como un virus nefasto por las redes sociales …

Los muertos no son noticia, salvo cuando alimentan la llamada “crónica roja” de la prensa (y no solo la escrita, sino también la radial, televisiva y la que surge en internet), que sirve para que el medio tenga atracción instantánea; pero más allá, los muertos se archivan y convierten en un número más de los sucesos que se entremezclan y agolpan en una maraña de información, que no tiene escala de valoración alguna …

La vida no vale nada”, cantaba Pedro Infante y esta es una terrible verdad para Inti, Brian, víctimas de los disparos de la policía, que reprimía las protestas que trajeron abajo a Merino y los 49 o más muertos, asesinados durante las recientes protestas populares, por una represión salvaje, de las fuerzas armadas y la policía …

Los muertos no son noticia y lo peor es que parece que nos acostumbramos a que sea así, mientras que el Perú se desmorona poco a poco, sin que a nadie le importe.

Digo yo, que solo importa un muerto si es pariente de uno o amigo cercano. Los demás, son estadísticas frías, como ellos mismos ahora.

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BYP


Exactamente. No es un “bip”, un sonido, sino “BYP”, o sea “Billetera Y Poder” …

Este es una especie de círculo, que gira, retroalimentándose, porque el dinero genera poder y viceversa. El mucho dinero genera mucho poder y salvo rarísimas excepciones, el círculo no se rompe …

Por eso, por supuesto la “B” de billetera; el lugar -portátil- donde se guardan los billetes; para hacerlo sencillo, porque luego vendrán la caja fuerte, los bancos, las “offshore”, las inversiones …

Luego vendrá el poder, que irá creciendo poco a poco, que traerá más dinero y este a su vez, incrementará el poder …

Puede ser que llegar inesperadamente al poder, abra las puertas para el dinero que llenará las billeteras, se amontonará en las cajas fuertes, engordará groseramente las cuentas bancarias, multiplicará las “offshore” y diversificará las inversiones …

Y la pregunta es: “¿De dónde viene, originalmente, el dinero?”. Hay muchas posibilidades:

De una herencia familiar. De un golpe de suerte, jugando a la lotería, a la “Tinka” o en algún casino… ¿Es fruto de haber ganado una apuesta millonaria? ¿Se conoce la fuente o proviene de algo oscuro, como el narcotráfico, la tala ilegal, la trata de personas o la minería ilegal…? ¿Es fruto del lavado de dinero?

La pregunta puede encerrar varias respuestas y, curiosamente, estas ocultarse. Y aquí entra el poder, actuando como un “gran silenciador” y que, como ya vimos, sigue generando dinero, lo que generará más poder …  ¿Han visto alguna vez a un hámster que, metido en una rueda, la hace girar incansablemente…? Bueno, este es un hámster monstruoso …

El poder, a la larga, ciega y marea. El dinero también. Y eso es peligroso para todos …

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SE PENSABA


¿Pensar …? ¡Eso cansa!

En vez de hacerlo, mejor hacer varios clicks … ¡Y ya está! ¿Para qué agotarse, hacer trabajar a las neuronas si basta mover un dedo para obtener respuestas a casi cualquier cosa que se nos ocurra?

Bueno, no sé… Es que “antes” estaba acostumbrado a pensar y creo que esa era una característica del ser humano, tal vez única (porque los animales también lo hacen, según dicen las investigaciones), pero, de todos modos, pensar era o que se solía hacer, por ejemplo, antes de actuar y digo “se solía”, porque a veces el impulso le ganaba al pensamiento y … ¡zuácate!

Ahora, lo “moderno” es usar el dedo y hacer clicks para obtener lo que uno quiera saber. Basta preguntarle al Dr. Google o a míster GPT: ¡La respuesta en la punta de los dedos!

Lo que va sucediendo, creo, es que las pobres neuronas se irán muriendo de aburrimiento, hasta que lo que se tenga dentro del cráneo sea un cementerio …

Personalmente, me niego a dejar de pensar y trato de que mis neuronas se comuniquen unas con otras, en lo que es una gimnasia bienhechora, a la que le he sacado provecho a lo largo de mi vida, como lo hicieron (y hacen, pero creo que cada vez en menor número) millones de personas.

Supongo, como estoy al borde de cumplir 76 años, que no me quede mucho más “tiempo gimnástico-neuronal”, pero al que sea, pienso sacarle partido y divertirme. Puedo aprender tantas cosas y hay tanto nuevo por conocer… No aspiro a mucho, pero creo que, como digo siempre, suscribo el título del libro del gran poeta Neruda: “Confieso que he vivido”.

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EL PERÚ TIENE DE TODO


El Perú es un país que tiene “ricas montañas, hermosas sierras, risueñas playas, fértiles tierras, cumbres nevadas,
ríos, quebradas
…”, por lo menos, así lo dice el vals de Manuel Raygada, “Mi Perú” y es verdad: vivimos en un país muy rico y por supuesto, también tenemos imbéciles …

Están por todos lados, y dan vueltas como las moscas. Se visten de “autoridades”, de “ciudadanos”, van a la derecha y a la izquierda, marchan en hordas lelas … ¿Serán, como dijo Vallejo “…los potros de bárbaros Atilas o los heraldos negros que nos manda la muerte…?”  ¡No, qué va…! Son solamente imbéciles y nada más que eso. Son jamelgos escuálidos, heraldos sin trompeta, de un sucio color gris y no vienen de parte de la muerte, porque ella misma los desprecia …

Eso sí, los imbéciles representan peligro, precisamente por su imbecilidad, ya que perciben todo en sentido contrario a la justa razón. Es que, en su estulticia o estupidez, creen en pajaritos preñados, en todo lo que escuchan o leen, sin pararse a pensar; en realidad, es imposible que las piedras lo hagan y los imbéciles parecen ser de piedra porque como dice el título de la película, son duros de matar …

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SUSPICACIAS


Pienso, luego existo”, es la traducción de la frase famosa de Rene Descartes, pero yo prefiero, francamente, un “Dudo, luego existo”, sobre todo hoy, en este contexto, en mi país, el Perú, donde es preferible ser suspicaz y como se dice, “piensa mal …”, dicho que se completa con un rotundo “¡y acertarás!”.

Sé que puedo pecar de repetitivo, de terco, al volver una y otra vez, a escribir sobre el mismo tema, tal vez con minúsculas variantes, pero es que no me puedo quedar tan tranquilo, cuando veo lo que veo y oigo lo que oigo …

El desastre en que estamos sumidos, trata de maquillarse, queriendo lograr que la máscara de la tragedia, enderece la boca, pero lo que sucede es que la boca sigue su camino y ríe, convirtiéndose en comedia. Comedia trágica o tragicomedia, donde el llanto es de dolor y no “saltan las lágrimas” por la risa.

Me parece que no hay nadie “que le hable al país”, como un Gonzales Prada lo hizo repetidamente, aunque de seguro, estaríamos tan sordos como lo estaba el Perú, en ese entonces, con don Manuel.

Siento, que como se dice, “estamos dejados de la mano de Dios” y que no hay quien guíe este bote maltrecho, hasta un puerto seguro, al amparo de la tormenta que no amaina y amenaza hundirnos sin remedio …

No recuerdo haber vivido nada parecido hasta ahora y no sé cuánto más resistirá nuestra pobre y maltratada embarcación, porque, aunque se achique el agua, esta, porfiada, sigue entrando y pareciera que le gana al esfuerzo.

Dejándonos de metáforas marineras, resulta imposible no ser suspicaz, dudando de lo que sucede. Dudar de “soluciones”, de “plazos” y de “luz al final del túnel” …

Ser suspicaz, es pensar “Se me hace que…”

Lo dejo ahí.

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EN LA OLLA


Es una olla bien tapada y puesta al fuego. Fuego lento, pero fuego, que hace o hará hervir a lo que está dentro: nosotros.

De pronto el vapor y la presión de este, hacen saltar la tapa, que el líquido hirviente rebalse y derrame su contenido: nosotros.

Es un modo de salir de la olla, pero absolutamente terrible, quemados, porque el líquido hirviente, escalda lo que contuvo y salió violentamente: nosotros.

La olla puede ser muy bonita, o un recuerdo de familia que ha visto pasar sopas, guisos y otras delicias culinarias. Pero es una olla inmensamente caliente y dentro … ¡Estábamos nosotros y ahora somos una masa irreconocible, esparcida por el piso!

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