BIBIDI-BOBIDI- ¡BÚ!


Es tan simple…

Solamente unas palabras mágicas y todo se arregla. Si no, escuchen a la bruja, en la película de dibujos animados “Blanca Nieves”, cantar:


“Salacadula machica bula babidi-bobidi-bú”


yo hago milagros con esta canción:


Babidi-bobidi-bú.”

Claro, eso es un cuento, una película de dibujos animados de Disney y no la realidad, que es mucho más cruda que esa edulcorada historia y su exitosa adaptación animada cinematográfica…

La verdad es que con cantitos y ensalmos no se arregla nada, aunque muchos crean en la “magia”, esa que proporciona inmunidad contra todas las desgracias y avanza vencedora, sea “blanca” o “negra” …

Vuelvo a decir que creer que la solución está “a la mano”, es como creer en el vuelo de los chanchos o la inmortalidad del mosco, porque, aunque se están haciendo todos los esfuerzos para proteger a la humanidad del Covid y encontrar una cura para el virus, aunque las señales que podemos ver cerca de ello y las noticias (las “malas noticias”), sean desalentadoras, lo que está sucediendo es una dolorosa realidad y lo peor sería creer que un ente sin cerebro, atiende a los cantos y retrocede hasta desaparecer porque se le dice “¡!”

Ya hay, no una, sino varias vacunas y los científicos están trabajando a marchas forzadas con el fin de encontrar el remedio que acabará con el virus y la Ciencia (con mayúscula) no es magia, aunque veces sus resultados parezcan provenir de allí; pero hay que tener cuidado y saber que los charlatanes, los magos y toda esa cáfila de embaucadores que se refugian en la “ciencia” y se cubren de un manto de sabiduría, respetabilidad, de “efectividad comprobada”, no son sino truhanes, vendedores de jarabe “curalotodo” y pomadas “sebo de culebra”, para ganar dinero a costa de la necesidad, credulidad e ignorancia de mucha gente…

Queda esperar, aunque ello nos desespere. Confiar el que la Ciencia, seguirá persiguiendo y alcanzando sus metas para nuestro beneficio, el personal y el de toda la humanidad.

Imagen: Internet, “bruja” de la película de Disney.

¡O TEMPORA, O MORES…!


La frase latina que usó Cicerón en uno de sus discursos, puede traducirse como “¡Qué tiempos, qué costumbres…!” y me parece que viene “a pelo” para estos tiempos pandémicos, esta extraña situación mundial, que tiene a todos de cabeza…

El discurso de Cicerón fue una de sus “Catilinarias”, contra –de ahí viene el nombre- Catilina, que había intentado asesinarlo y es también de asesinato que se trata en estos días aciagos; asesinato en masa de seres humanos y no solamente intentos, por un Catilina, cuyo nombre también empieza con “C” …

El ataque del virus ha cambiado radicalmente las costumbres y diría, que la vida, de la especie “dominante” en este planeta, que es gregaria y está habituada al contacto cercano…

Esto es lo primero que ha cambiado, porque el individualismo casi se vuelve necesario, mostrándose, ciertamente, en sus peores facetas. El contacto cercano debe ser suprimido y con él las muestras de afecto y eso que “era” tan sencillo y decidor como un abrazo…

Muere la gente por millones, se instala el miedo, la desconfianza hacia “el otro”, se derrumban las economías de los países, hay hambre, el miedo se va volviendo pánico, mientras las noticias encadenan desgracias…

Las costumbres han cambiado. Ya no son las que conocíamos de antes: ahora, casi todos usan una mascarilla facial, caminan distanciados y miran con recelo al prójimo más próximo…

Parece como si una especie de apocalipsis lento se adueñara de la Tierra, provocando la muerte y borrando poco a poco, todo vestigio de humanidad. Hay excepciones, claro: de las buenas y de las otras…

Están los que luchan denodadamente, a diario, contra un enemigo hasta ahora implacable e invisible, dando incluso su vida por los demás…

Están aquellos a los que nada parece importarles, ni los otros, ni ellos mismos; los que no creen, hasta que mueren víctimas de su evidente estupidez, aunque en el camino, por desgracia, arrastren a miles, contagiándoles el virus letal…

Estos tiempos son de cambio violento, acelerado, sin pausas para pensar, para “aggiornarsi”. Son tiempos en los que las costumbres cambian, pero en el fondo, el ser humano, sigue siendo el mismo y la espada de Damocles continúa oscilando, pendiente de un hilo, sobre nuestras cabezas.

Imagen: http://www.timetoast.com

ÁNGELES EN LA CABEZA DE UN ALFILER


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En la Edad Media se solía hacer preguntas como “¿Cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler?”. Temas tan trascendentales como ése tratan de distraer la atención, lográndolo muchas veces, de lo que en realidad sucede en el Perú.

Resulta que nos piden que nos fijemos en cosas absolutamente accesorias, en vez de que se tome al toro por las astas y nos remanguemos para resolver los verdaderos problemas. Bajo los lemas de “no hagan olas” o “no mojen que no hay quien planche” buscan que se mire para otro lado para no tener dificultades y seguir accionando impunemente.

¿A quiénes me refiero? A los de siempre. A quienes han hecho del Perú su chacra y cosechan a manos llenas desde hace tanto. Porque la sinvergüencería no tiene edad y se mueve cómodamente en el tiempo.

Tratan de distraernos regalándonos vidrios de colores, figuritas y chucherías mil. Creen que si no vemos no nos daremos cuenta y seguirá la farra para alegría de ellos y lucro, por supuesto.

Mientras tanto, lo que está sucediendo es que rodamos por la cuesta, cada vez a mayor velocidad. Pero quieren que sigamos distraídos, como si fuéramos un montón inconsciente de gente que va bailando cumbia hacia su muerte.

LOS MALDITOS IMBÉCILES


OBSERVATORIO

Otra vez, los invasores destruyeron el patrimonio nacional.

Nuevamente, quienes quieren apoderarse de un pedazo de tierra, que no les pertenece en exclusiva y que lotizan sin pudor para venderlo a otros, que tal vez, desavisados, compran para tener un suelo que reclamarán luego como suyo y levantar viviendas.

Y después nos sorprende la falta de peruanidad de los peruanos: nos llama la atención que nunca hayamos podido constituir una nación.

Mientras los malditos imbéciles pululen y sigan ignorando en forma olímpica que hay terrenos que no son de su propiedad solamente, sino una herencia de la cual participamos todos, seguirán los desmanes y nuestra Historia será algo que provoca la admiración de otros.

Es difícil pensar que esa ralea que solo busca el lucro, tenga nuestra misma nacionalidad y es difícil creer que tan siquiera piense en otra cosa que no sea la inmediatez de su delincuencial ganancia.

Hoy es el Reloj Solar de Buenavista, en el valle del río Chillón; el observatorio astronómico más antiguo de América, con cerca de 4,000 años de antigüedad. Mañana venderán lotizado Machu Picchu, Sacsayhuamán o el terreno donde están las Líneas de Nazca.

Los mal nacidos, apedrearon la cápsula  de acrílico de 2 pulgadas de espesor y dañaron la escultura de barro. El lugar arqueológico está protegido por una reja que violaron; la cápsula que destrozaron a pedradas y la conservación del monumento, se lograron gracias a una donación de la National Geographic Society.

El sitio cuenta además con un letrero del Ministerio de Cultura, que indica que la Ley protege el sitio. Los malditos imbéciles no saben leer o no les importa nada lo que el aviso diga.

¿Y el Estado? Bien, gracias.

Nuestro gobierno no solo no protege lo que debe, sino que actúa a posteriori, cuando el daño está hecho. La prevención no parece ser de su incumbencia.

Mientras tanto, los malditos imbéciles continúan lotizando un Perú que es de todos nosotros y vendiéndolo. Y a nadie le interesa.

 

Fuente y foto: Diario “La República”

MARGARITA, TE VOY A CONTAR UN CUENTO


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“..Este era un rey que tenía un palacio de brillantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes…”.

Es el fragmento de un poema de Rubén Darío, que mi madre me recitaba cuando era chico y yo me enojaba mucho porque no era ninguna Margarita, sino Manolo.

No sé si será cierto que Martín Belaunde Lossio perdió un vuelo que lo iba a sacar de Bolivia,  por culpa de una entrevista por teléfono a un programa de la televisión.

El caso de donde los medios comen (junto con el de Oropeza y sus compinches) no podía tener un ingrediente mejor.

Al final lo cogió la policía del país altiplánico, gracias al rastreo que hizo en base a una señal que –mediático él- dio para contar la “primicia”, que se constató después como una mal fabricada mentira: secuestro, heridas y escape fantástico de supuestos captores. La realidad resultó ser tristemente común y lo encontraron escondido debajo de una cama, camuflado, entre un montón de ropa usada. El final heroico, de serie trepidante de la tele que soñó y contó (contar viene de cuento) se convirtió así en algo chapucero y, banal.

Ahora “contará su verdad” (otra vez, contar viene de cuento) y ya se sabe cuánto se le puede creer a un cuentista que se proclama “perseguido político” y que más parece fabricante de tramas o escritor de guiones de fracasadas series policiales.

Ha de haber un trasfondo ciertamente, pero menos complejo que lo que él y otros quisieran. Siguiendo la pista del dinero (vieja táctica policial) se llegará al final, a no ser que otros cuentos ingresen en la escena. Entonces se alargará la cosa, se adornará la cosa y se volverá irreconocible la cosa… ¿Qué cosa? ¿De qué hablan?

¡PAU!


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Es lo que suelen decir los niños chicos cuando algo desaparece. “¡Pau!, ¡Se fue! ¡Desapareció!”.

Martín Belaunde Lossio se hizo pau. Hizo lo que se intuía que iba a hacer. No hay que ser muy zahorí para predecir que el personaje desaparecería convenientemente. Lo que es tremendo es la tranquilidad del gobierno para traerlo al Perú de vuelta de Bolivia y la impresión que quería dar de una urgencia que sonaba ficticia.

De pronto los policías bolivianos que lo custodiaban se quedaron convenientemente dormidos. De pronto nadie se percató que el señor salía a las 4 de la mañana (es la hora que se calcula) por la ventana de su cuarto y ganaba la calle. Total, a esa hora está oscuro y hace mucho frío en La Paz, o sea que bien abrigaditos y sin posibilidades de ver algo, o en brazos de Morfeo, “nadies vio nada”. Ahora la pelota bota y rebota, pero lo sucedido es puntual: el individuo “buscado intensamente” y con una cobertura mediática bi-nacional inmensa, se hizo humo, para ser otra vez “buscado intensamente”. Todos echan la culpa a todos y todos se disculpan; tal vez el Gran Bonetón sea el culpable.

Esta sería una trillada comedia de equivocaciones si no estuviera en juego lo que está. “¡Exijo una explicación!” diría Condorito y hasta ahora las explicaciones son de historieta, solo que en lugar de ser cómicas, son una historia trágica. Su familia boliviana está pagando unas consecuencias que no tendría por qué pagar. Mientras tanto, por las redes sociales él “reaparece” y dice que huye de la injusticia.

Martín Belaunde Lossio ha desaparecido. Se fue una madrugada fría por la ventana. Ojalá que haya estado bien abrigado. Sería el colmo que después de un tiempo lo encuentren por ahí, muerto de frío, con un balazo en la cabeza.