Morgan es un Basset Hound, un perro orejón y paticorto (como todos los de su familia canina), con nombre célebre de pirata, que unos vecinos en el mismo edificio o en uno colindante, tienen.
En realidad, lo conozco de oídas, sobre todo por sus sonidos (extraños “ladridos”) que provienen de su garganta y que de tanto en tanto, a veces insistentemente escucho. Pongo ladridos entre comillas, porque son una especie de lamento, algo como un quejido-aullido-ladrido, producido por una laringe que, leí alguna vez, pero no he podido corroborarlo, es una característica de estos perros y pareciera que la tienen corta o algo así, lo que hace que sus ladridos sean extraños.
Esto no puedo asegurarlo, insisto, porque de pronto Morgan tiene un defecto laríngeo y “suena” en vez de ladrar, pero de todas maneras es algo que llamó mi atención y que se repite cuando está en su casa o lo sacan a pasear por el jardín que queda frente a mi ventana.
Me imagino que Morgan, siendo un perro cazador, como es el Basset Hound, se debe sentir raro por vivir en un departamento, en un edificio y no tener nada más que cazar que ensoñaciones (si es que sueña con venados y ciervos, aunque definitivamente no los conoce “ni en pelea de perros”); tal vez será como Chimi, el gato de la casa, que pareciera añorar un techo que tampoco conoce, cuando mira por la ventana durante horas, o quizás espera la vuelta del colegio de mi nieta Miranda, para jugar y que lo “apapache”.
Las mascotas…
Parte de nuestra vida. Parte muy importante ¿no Miranda?
Imagen referencial: https://www.thepioneerwoman.com
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