
Tienen sus apellidos, nombres y alias; usan terno y corbata, visten camisas blancas o de colores vivos, a rayas o a cuadritos; sonríen para la foto del instante, tienen familia y caminan mezclándose en con gente; son hombres y mujeres, algunos tienen deudas con la justicia y hay otros que dicen ser profesionales sin tener profesión.
Falsean documentos, graban en reuniones a escondidas, chantajean a los chantajeadores, se adjudican con fraude los terrenos de otros, cobran cupos, amenazan y matan; desde las cárceles organizan y dirigen sus bandas, roban casas, asaltan transeúntes, cobran intereses usurarios y si no pagas, mueres; amañan los contratos y tienen como negocio defender prostitutas.
Están por todas partes con su disfraz de ciudadanos honrados, listos para saltar sobre la presa que acaba de salir del banco, mandándole la moto y ajustando el botón del ascensor para llegar a las nueve a su oficina; despistan haciéndose los locos y mirando a otro sitio cuando las papas queman y es a otros a los que echan la culpa.
Viven en lupanares, residencias lujosas, pisitos de alquiler o casas con jardín; se hacen los que trabajan, engañan a la gente y siguen saludando, sonriéndole a todos.
Han hecho de la necesidad del otro su fuente de riqueza, asaltan microbuses, sustraen en las tiendas, engañan en el peso, modifican balanzas y balances para obtener ganancias; son corruptos pero dicen luchar – “caiga quien caiga”- contra la corrupción; se santiguan frente a las iglesias y no pagan la pensión de alimentos.
Delincuentes nos invaden en calles en las plazas, en edificios, avenidas y parques; están por todas partes y si es que volasen taparían el sol: siempre estaría oscuro… Es que en la oscuridad medran, cometen sus chanchullos y luego, tan campantes van a tomar cerveza y se frotan las manos.
Los hay de toda laya: creen que están primero, llegan tarde a las coas pero compran un sitio, son altos y son bajos, gordos o de buen ver; pero son delincuentes y eso no se les borra ni usando lejía; ¿qué hacer?: no lo sé bien pero sí que hay hartazgo y que se dice fuerte “¿por qué no se van todos?, es que “con menos bulto siempre hay más claridad”.
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