
Buen nombre para un perro, de la raza “gran danés”, que era –como son los adultos de su raza- enorme; especialmente para un chico – yo- cuya única mascota había sido un gato de pelaje amarillento y algo atigrado, que se llamaba “Víctor” y al que un automóvil hizo pasar a mejor vida, atropellándolo, en una tranquila calle barranquina …
“Titán”, era el perrazo-mascota de mis tíos Julio, María y familia. Esta, por si acaso, es una historia más de la casona y la casita, de la calle santo Domingo, en Arequipa. Una historia que forma parte de mi propia historia –la de un niño feliz- y que, aunque les interese a muy pocos, relato casi a trompicones, conforme los recuerdos salen de la niebla de la memoria …
Tal vez esto lo he contado antes, pero al escribir el nombre “Titán”, en un post anterior, mis primas (en realidad mis primas y primos son legión, porque los Gómez de la Torre son una familia enorme) recordaron al perro, con el que con mi primo Ricardo – hijo de Julio y María y quizás un año o dos mayor que yo- jugábamos en el “patio grande” de la casona de santo Domingo; digo “jugábamos”, porque aunque el perro era súper manso, a mis ojos, era precisamente un perrazo, que me infundía algo de temor, por su brusco juguetear …
A Ricardo le habían regalado una bolsa de dormir (que a mí me parecía enorme), supongo que desecho o excedente (“surplus” digamos), del ejército norteamericano, que se cerraba completamente y tenía en la parte superior delantera, una ventana, protegida por una lámina de plástico transparente. Allí, en esa bolsa, cabíamos los dos y el “entretenimiento” consistía en que, una vez dentro, bien encerrados, “Titán” jugueteara empujándonos con sus patas y ladrando (diría que bufando) alegremente …
“Titán” solía escapar hacia la calle y galopaba hasta donde estaba un vendedor de frutas, las que exhibía en su carretilla y apoyando las patas delanteras en el vehículo-puesto de madera, lo empujaba hasta voltearlo y esparcir la mercadería frutal por el suelo; avisado mi tío Julio por el –estoy seguro- asustado, aterrado frutero, le resarcía por lo dañado (y el susto, claro), además de llevarse a “Titán”, de regreso a la casona …
Esto sucedía una y otra vez y ahora termino por pensar que el hecho, era considerado como una casual oportunidad de venta por el frutero y que, pasado un tiempo, ya ni se asustaba …
Arequipa, niñez, vacaciones, santo Domingo, “Titán”, la familia …; ser feliz era lo que importaba y les cuento que pongo al volcán “Misti” de testigo. Pregúntenle si quieren …
IMAGEN: https://www.gettyimages.es
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