EL CIELO SABE MEJOR


Una amiga me escribió ayer que había visto en Facebook, que a los 103 años, “Tejadita”, el propietario del mítico “Tejadita” barranquino, había fallecido, y pienso que se ha ido al “barrio eterno” dejando un gran vacío entre amigos, familiares y clientes (a los que yo llamaría “fans”) pero que permanecerá, en especial, en la memoria de más de una generación de barranquinos y limeños, sobre todo de aquellos que somos anteriores a las cadenas de hamburgueserías, pollo frito y “comida chatarra” que inundan la ciudad (y el mundo).

Digan lo que digan, era tradicional “irse a Tejadita” después de “la función de noche” de cualquier cine, o para calmar un antojo hambriento, de esos que asaltan de madrugada y que se calman con un “Tejadita Especial” y un gran jugo de mandarina o chirimoya…

Hace ya mucho que no vivo en Barranco, ni voy a “Tejadita”, pero mi recuerdo no se borrará nunca, porque es de esos entrañables, de aquellos que se remontan a la época feliz y despreocupada en la que fuimos habitantes de un mundo diferente, en el que si te provocaba podías caminar de noche o madrugada con el riesgo máximo de encontrar en tu camino a un borrachito abrazado a un poste de alumbrado, o que un perro te siguiera por un rato…

Eran “otros tiempos” y “Tejadita” ha sido una especie de puente que unió el ayer con el hoy y que siempre fue grato recorrer.

No sé si “Tejadita” seguirá, ahora que su homónimo humano ya no está, pero no me cabe la menor duda que desde ya, el Cielo tiene mejor sabor.

Foto: Raúl F / es.foursquare.com

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EL BARÓN DE MALAPATAENBURGO


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 Un comentario me trae a la memoria al “Barón de Malapataenburgo” personaje de mi infancia barranquina.

Su recuerdo, lo confieso, es borroso a pesar de que si trato consigo verlo entre la niebla de los años (han pasado más de sesenta): bajito, serio pero amable; con un bigotito a lo Adolfo Hitler y el pelo cortado “a cepillo”. Era profesor de inglés y apellidaba Telaya. Su nombre no lo supe nunca, pero me enteré por mi madre, que era arequipeño.

 

Era nuestro vecino, porque vivía muy cerca de “Villa Teresa”; en realidad únicamente había que bajar las escaleras que daban a la puerta de al lado en la calle y en el primer descanso estaba su departamento, donde vivía solo. Otra puerta daba al departamento de la familia Rivarola (que tenían lo que creo era un automóvil Standard-Vanguard, negro y pequeño que estacionaban fuera, en la calle Ayacucho). Tal vez había otro departamento allí, pero bajando el último tramo de escaleras se pasaba frente al de Anita Williams, costurera eximia y amiga de mi madre; el departamento de Anita se abría a una gran terraza de la que se veía el acantilado y por supuesto el mar.

En la terraza había una sombrilla rígida,  pintada de colores rojo y amarillo tal vez y sí, muy descolorida por el sol de innumerables veranos…

La terraza era un territorio donde soñar con aventuras que tenían al mar como escenario y a los barcos piratas como protagonistas, mientras a mi madre le probaban un vestido que había llevado para que “lo arreglaran”.

 

¡Personajes y años barranquinos que pasaron!… La memoria es un reloj cucú al que hay que darle cuerda, esperar que su mecanismo no se haya estropeado con el tiempo y nos sorprenda con el pajarito que sale para anunciar las horas; esas que ya no volverán.

 

Imagen: http://www.solostocks.com

 

 

 

 

 

CINE, CHOCOLATES, CARAMELOS…


CINE, CHOCOLATES, CARAMELOS

El chocolatero era una verdadera institución cuando íbamos al cine “Zenith” (sí, con “h”) de Barranco que tenía platea, lateral y cazuela; no recuerdo ahora si la entrada a platea era más cara o de menor precio que las de las dos laterales y sí que la cazuela era el recurso cuando estábamos “misios” y por nada queríamos perdernos la película que anunciaban: matinée y vermouth eran horarios apropiados para nosotros porque en la función de noche no se veía un solo chico…

 

No es que a la entrada no hubiera un mostradorcito-vitrina donde se exhibían chocolates, caramelos y no mucho más para acompañar la función, pero en el “Zenith” había un chocolatero…

 

El chocolatero llevaba colgada del cuello una caja-bandeja con tapa de vidrio que dejaba ver la variedad de dulces, que se levantaba para acceder a ellos, previa elección y por supuesto, pago de la golosina escogida.

 

Allí estaban las tabletas de chocolates “finos” con etiqueta azul o roja según fueran con pasas o de “pura leche”; no podían faltar los “Triángulos”, barra larga “de pura leche”  por supuesto triangular, con etiqueta roja y letras doradas o el humilde “Sublime” de leche con maní, en su envoltura baratona con letras azules; también había “toffees” (caramelos blandos), bolsitas de “Perdigones” que eran bolitas de chocolate mezclado con algo que podía ser trozos minúsculos de nuez y caramelo… ¡deliciosos! O si no, “Nougatines”, que eran pasas de uva negra bañadas en chocolate un poquito amargo (“semi bitter”, digamos) y que hacían que nos sintiéramos “suertudos” si nos tocaba un “Nougatin” de dos pasitas juntas.

Todo esto era de la marca D’Onofrio, que en el Perú significaba chocolates y en el verano… ¡helados!, que se vendían por las calles en carretillas amarillas, en verdad cajas refrigeradas que abrirse dejaban escapar “humito frío” y eran anunciadas con una corneta de sonido característico,  que el heladero, de saco blanco y kepí, soplaba; las carretillas podían ser manuales -para empujar- o triciclos que avanzaban haciendo sonar su reclamo veraniego…

 

A veces el chocolatero del cine (también con kepí) por iniciativa propia tenía “Salvavidas” (caramelos en forma de salvavidas precisamente), que venían en un paquete larguito y varios sabores; “Vrovi”, toffees delgaditos, todos unidos en una especie de bollito dentro de una envoltura de papel tipo periódico con una etiquetita roja que cerraba el paquete de forma piramidal.

 

Chicles no se vendían porque los asistentes (antiguas experiencias lo decían) podían pegar los chicles mascados (y ya sin ningún sabor) en la parte de abajo del asiento de las butacas. Si había suerte, tenía, y había plata para derrochar, podía aparecer un “Rolo” que era importado, de la marca inglesa MacIntosh, creo: chocolate relleno con cremoso toffee, que venía con cada pastilla separada  pero unida una tras otra en forma de tubo cuya envoltura era de papel con platina dorada y la cubierta exterior marrón “chocolate-oscuro” con letras rojas de borde dorado…

 

Éramos muy chicos y en esa época se podía fumar en los cines, entonces el chocolatero también ofrecía, pero “caleta” cigarrillos y los vendía… ¡impensable entonces! por unidad; claro, a nosotros no, pero de vez en cuando en la sala oscurecida con Tarzán, “el rey de los monos” en el ecran brillante, la lucecita instantánea de un fósforo que se encendía para hacerlo luego con un cigarrillo delataba la posición del chocolatero o identificaba a un fumador; el chocolatero vendía “Inca” que eran negros sin filtro –muy baratos- y para los que podían pagar más, los rubios nacionales “Country Club” o rubios importados “Chesterfield”  y si no me equivoco, todos eran sin filtro, el que vino después en los rubios importados “Kent” y “Salem”, este último, mentolado.

 

No recuerdo cuándo se prohibió fumar en los cines y quien quería hacerlo debía salir al foyer, que en el caso del “Zenith” era la entradita nomás, donde estaba la taquilla, el mostradorcito –vitrina con los dulces y afiches, promocionando las películas, en las paredes. En la pantalla, después del noticiero “UFA” y los “avances” de futuras películas, antes del film, se proyectaba un slide de vidrio pintado a mano que decía: “SE PROHIBE FUMAR EN LA SALA POR ORDEN MUNICIPAL. SI ALGUIEN LO HICIERA, SE SUSPENDERÁ LA FUNCIÓN. LA ADMINISTRACIÓN”; por supuesto los fumadores no le hacían ningún caso y de pronto lo que sucedía es que no sabían leer… Nunca se suspendió ninguna función de las que yo asistí y eso que el humo se veía si uno se fijaba en el haz de luz que iba del proyector al ecran.

 

Claro que en Barranco también estaban el “Cine Teatro Barranco” más “ficho”, donde había funciones matinales los domingos, el cine “Balta”, que tenía bancas de iglesia como asiento en la cazuela, el cine “Raymondi” y el “Paramount” que ponía seriales los domingos por la mañana y que después se modernizó totalmente, convirtiéndose en un sesentero cine “Premier”, con fachada de mármol gris.

 

Netflix puede estar destronando a los cines, pero nunca será igual la ceremonia cinemera con cola para entrar, chocolatero (el popcorn es un advenedizo que creo empezó en el cine “Roma”, bien lejos de Barranco), un olor que era mezcla de tabaco, “Kreso” líquido para desinfectar el baño y ese olor de los sueños que en blanco y negro o a colores después, poblaron nuestras tardes ociosas (en las vacaciones, por supuesto), que un sillón o la cama en casa, frente al televisor.

 

Imagen: http://www.youtube.com

 

QUÉ ORGULLO SER SU AMIGO!


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RALPH MURPHINE es una leyenda viva y no se imaginan el orgullo que siento porque considero que somos amigos y trabajamos juntos aquí, en Lima…

Un gran abrazo para quien, con mucha humildad, llega al máximo.

Manolo.

 

El supremo galardón que entrega The Washington Academy of Political Arts & Sciences™ a quienes dejan un legado sin igual y han contribuido de manera excepcional a la industria política es consagrarlos en The Washington Academy Hall of Fame. Este año, cuando llegó el momento de votar por los posibles candidatos, no hubo duda, el honor debe ir para el señor Ralph Murphine.

El nombre y legado de Murphine ha inspirado a miles de políticos y asesores así como a representantes de corporaciones y organizaciones públicas y comerciales, con una trayectoria que supera el medio siglo y más de 500 campañas asesoradas.

La lista de jefes de gobierno en las que participó este estratega, se extiende a países como Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Estados Unidos y Paraguay, entre otros. Con una trayectoria que incluye haberse desempeñado de la campaña presidencial de John F. Kennedy, sus consejos han llegado a los oídos de los expresidentes Rafael Correa, Alberto Fujimori y Mijaíl Gorbachov, experiencia que incluyó participar como consultor del referéndum para el tratado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que se implementó en 1991 (primera vez que se usaron los consultores políticos en esa región del mundo).

Su hoja de vida también incluye su paso como ex presidente de la organización más grande y prestigiosa de consultores políticos, la American Association of Political Consultants (AAPC) y de su Comité de Ética.

Muchos de los más prestigiosos consultores de habla hispana e inglesa, reconocen las enseñanzas que en ese campo ha emitido Murphine, uno de los máximos exponentes de estas ciencias a nivel mundial.

Constituirse como miembro del Hall of Fame de The Washington Academy es un reconocimiento para quienes destacan de manera excepcional. En definitiva, el Sr. Murphine lo tiene bien merecido y su legado seguirá guiando a estas y a las futuras generaciones de quienes se desempeñan en el ámbito político, según concluyeron los integrantes de esta prestigiosa institución.

 

HOY


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Hay fechas que están marcadas no solo en calendarios que año tras año revisamos sino aquellas que están impresas en el corazón, a las que tenemos siempre presentes y el día señalado producen esa mezcla hermosa de alegría y cariño a las que se agrega la nostalgia cuando se trata de alguien que se fue.

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Hoy es uno de esos días especiales en los que estos tres sentimientos brincan en mi corazón porque el 3 de marzo era cumpleaños –“santo” le decimos en familia- de mi hermano Francisco, Ignacio de segundo nombre, “Panchín”, familiarmente y “Pancho” para los amigos, que cumpliría 83 años; y el recuerdo del hermano mayor a quien siempre admiré secretamente (y detesté las veces que quería hacerme comer verduras) sé que va a llenarme de imágenes, de momentos, de palabras y frases.

 

Mi celebración y homenaje será como fue siempre: muy mío y callado, porque sé que en el silencio escucho tu voz inconfundible (aunque en algún momento fueron tan parecidas que tu hija Marisa me escuchó llamarla desde la calle y abrir presurosa la puerta diciendo: “¡Papá….! ¡Imbécil!” al ver que era yo y no tú que estabas de viaje y ella te pensó de regreso sorpresa) y te veo enojarte, mover la cabeza y sonreír después al descubrir  el “robo” de cajetillas de “Chesterfield” que guardabas ordenaditas en el cartón original en tu ropero, con la “técnica” de sacar una o dos de la fila de abajo y poner transversales las otras para que las de encima taparan, sin “desbalancearse”, los huecos que quedaban en la fila producidos por la “palomillada”; esos “Chester” que fumábamos a escondidas en algún barranco la avenida Costanera, con Lucho, mi amigo-amigo, compañero de aventuras y cómplice, por supuesto, de esos “latrocinios”.

Sí, ya sé que esta anécdota la he contado muchas veces, pero siempre que lo hago pienso en que, a pesar de tu mal genio (que ahora yo comparto), no me decías nada y que en el fondo te alegraban esas pequeñas pillerías mías…

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Hoy, 3 de marzo, te pensaré como siempre, como todos los días, pero un poco más porque creo que nos faltó tiempo para conversar y tomarnos unos whiskies en tu casa, en ese plan de “arreglar el mundo” que tanto nos gustaba: chau hermano, feliz cumpleaños y te debo el abrazo, ése grande y demorado que te voy a dar cuando llegue y encuentre que estás esperándome en la entrada del barrio eterno.

Manolo.

¿SABE MADURO QUE «EL QUE NO APRENDE DE LA HISTORIA ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA»?


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 GADAFI

Nombre completo: Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi

Nacionalidad: Libio

Nacimiento: 7 de junio de 1942

Fallecimiento: 20 de octubre de 2011

Edad: 69 años

Profesión: Político, Autor, Escritor

Lugar de muerte: a las afueras de su ciudad natal, Sirte (Libia)

Causa de muerte: 

“EJECUTADO, HERIDA POR ARMA DE FUEGO”

 

Como falleció GADAFI: fue capturado y ejecutado el 20 de octubre de 2011 en las afueras de su ciudad natal, Sirte, en Libia.

El convoy en el que viajaba intentando escapar de la ciudad, fue atacado y ametrallado desde el aire por aviones de la OTAN. Lograron herirlo superficialmente en la cabeza y en una pierna.

Gadafi logro escapar con algunos de sus guardaespaldas. Se refugió en una tubería donde poco después fue capturado.

Primeramente la versión oficial del gobierno libio afirmaba que Gadafi había sido herido y muerto en un tiroteo. Pero pocos minutos después comenzaron a circular vídeos tomados con teléfonos móviles. Mostraban un Gadafi vivo, herido y zarandeado por una multitud de milicianos del Consejo Nacional de Transición. Imploraba clemencia pero de quienes no tuvo respuesta, ya que fue ejecutado a sangre fría por sus captores.

El forense que examinó el cadáver, confirmo que la muerte se debió a dos disparos a quemarropa. Uno en el estómago y el otro en la sien.

Además se difundieron dos vídeos donde se muestra cuando el líder libio era sodomizado con un objeto, unos minutos antes de su muerte.

Los rebeldes también asesinaron a su cuarto hijo a sangre fría, Mutassim.

Una vez realizada la autopsia, el cuerpo de Muamar el Gadafi fue expuesto públicamente por cuatro días, junto con el de su hijo Mutassim y su ministro de Defensa, Abu-Bakr Yunis Jabr, en una cámara frigorífica de la ciudad de Misrata. Una vez finalizada la exposición, recibieron un corto rezo familiar.

El cuerpo de Gadafi fue enterrado por dos miembros del Consejo Nacional de Transición en un sitio desconocido del desierto, a fin de evitar que pueda ser objeto de futuras peregrinaciones por parte de sus seguidores.

La captura y posterior muerte del líder marcó el fin de la Rebelión en Libia de 2011 y la total liberación del país.

 

Fuente del texto e imagen: comomurio.info