¿ES LA HORA DE LA REIVINDICACIÓN?


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Las redes sociales que existen en Internet y que deberían servir para eso, o sea socializar, han sido desnaturalizadas, convirtiéndose en las redes “suciales”, como las he llamado más de una vez.

 

En mi caso particular, , yo, que como profesional de la publicidad y persona interesada en informarme y opinar interactuando a través de ellas, salvo una o dos, las he ido abandonando con el tiempo; esto no significa que haya disminuido mi interés en la comunicación, sino que he visto y sufrido en carne propia este proceso que me parece de descomposición por un uso banal, tonto y verdaderamente insignificante de una forma tan importante de comunicar; aquella que lo pone al alcance de quien acceda a una computadora, o lo que es aún mucho más común, a un teléfono celular.

 

Las redes sociales, perdónenme, se han convertido en una cloaca donde las aguas negras de una comunicación pésimamente entendida confluyen. Podría compararse también con un botadero de basura, donde no es que abunden las bolsas cerradas, sino que el detritus está a vista y paciencia de todos, con legiones de moscas pululando y gusanos reptando entre los deshechos.

 

Si creen que soy muy duro o injusto en mis apreciaciones, fíjense simplemente en lo que se han convertido Facebook o Twitter (por solamente nombrar dos), donde lo que campea es la desinformación, el insulto o los sarcasmos ofensivos. Las redes sociales se han transformado en un campo de lucha, en un “todos contra todos” que desnuda  lo más bajo de una gran mayoría de usuarios.

 

Probablemente usted, que me lee, no se sentirá parte de este ejército de zombis que se expande constantemente y que usa las redes sociales para ventilar diferendos, exhibirse y exhibir a sus familiares o conocidos; mostrar sus propiedades,  gustos, paseos y en general todo lo que a cualquiera se le ocurra: desde fajos de billetes hasta perros bailarines.

 

Tal vez se me dirá que las redes sociales también tienen un lado lúdico, divertido y es verdad, pero creo que lo lúdico y divertido a costa de la desgracia, inocencia o la ignorancia de otros no es un juego gracioso sino una canallada de estupidez mayúscula.

 

Y esto sucede alrededor del mundo sin mayor distinción; pero ahora ha llegado el tema que tiene más palabras escritas y dichas e imágenes en movimiento o estáticas, comentarios, reportajes, noticias y “bromas”: Sí, se trata del coronavirus que además de infectar seres humanos y a ciertos animales, lo ha hecho con las redes sociales, abarrotándolas de lo peor…

 

La desinformación cunde y todos “saben” y  quieren saber. No es que el coronavirus sea “cualquier cosa”, como para desestimarlo de una, pero –lo he dicho ya en otras ocasiones- el pánico casi irracional que está provocando hace que en vez de pensar en prevención, se piense en contagio, muerte o desgracia personal: supermercados primero rebosantes de clientes ansiosos que se arrebatan todo lo imaginable, luego desabastecidos por la locura compradora y seguramente después cerrados por falta de existencias y pobre abastecimiento, son las imágenes que grafican lo irracional del tratamiento que se está dando a un tema sensible y delicado.

 

Es hoy, con este virus, que las redes sociales tienen la oportunidad de reivindicarse y demostrar que son un eficaz medio de comunicación socializante. Sé que no es fácil pero tienen que alzarse voces potentes, que de manera sencilla, digan esas verdades que uno tiene y quiere conocer para informarse y tomar así las acciones que sean necesarias.

 

Hay que olvidarse de exageraciones o alarmismos que lo único que consiguen es causar pánico, ese que impide pensar y hace actuar a tontas y a locas.

 

Compete, más que nunca, a las redes sociales cumplir a cabalidad un papel protagonista, serio y que les devuelva esa función para lo cual fueron creadas: la comunicación.

 

Diversión sí, pero que antes ayuden a tomar exacta conciencia del problema y sus implicancias en todo el mundo.

 

No sé si le logrará, pero espero que sí, porque de otra manera, la raza humana se irá al tacho.

 

Imagen: http://www.minutoneuquen.com

 

 

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EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS


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Tomar el nombre de la famosa novela de Joseph Conrad  no es casualidad y lo hago porque el tema que quiero tratar en este post es el mismo que a él le inspiró: el colonialismo, el racismo, la violencia humana y el choque de culturas.

 

Las tinieblas de Conrad –el continente africano- se expanden hoy por todo el mundo en lo que a racismo, violencia y choque de culturas respecta; colonialismo hay y bastante más peligroso, porque uno de los efectos de la moderna “información” y la velocidad tecnológica con que esta se mueve, demostrada en el fenómeno de las “redes sociales” que sin el increíble desarrollo de la computadora y sus bifurcaciones en tamaño y propósito sería inimaginable en tiempos de Conrad y hoy produce un colonialismo mental, fruto del ejercicio de esa vieja frase de :Miente, que algo queda.

 

Hace unos días recibí un largo mensaje (reenviado a mí) escrito por un psiquiatra alemán-judío o judío-alemán que narraba lo que pasó y pasó su familia –acomodada- en la Alemania nazi y esto le servía para hacer una revisión del fanatismo, salvajismo y racismo (todos “ismos”) del ser humano, brotando como mal hierba por la Historia reciente y produciendo además de millones y millones de muertos, dolor inenarrable y destrucción.

 

Pasa revista a los nazis, a los comunistas soviéticos, al Japón, a China, al África, con cadáveres que se van amontonando en la imaginación, muerte a bayonetazos y cuchillo, hambre terminal, guerras, terrorismo, “gracias” a que “el otro” es menos, no comparte las mismas ideas de su victimario o su color de piel o tiene algo que se le quitará liquidándolo de la peor manera.

 

Un amigo a quien se la reenvié, me respondió que estaba probado que era “Fake News” desde hacía más de un año y mi respuesta fue que tal vez lo del psiquiatra judío-alemán fuera un invento, que no hubiera existido nunca y que alguien hubiera creado parte de la historia correspondiente al personaje, pero lo que era histórico –no “fake”- eran los  “facts”, los hechos de los que hacía un recuento impresionante que produce asombro, terror y repugnancia…

 

Sucede que meter cifras y hechos dentro de una comunicación que resulta ser falsa, no les quita a estor verosimilitud, aunque se trate de asociarlo a algo que es falso; los muertos, las masacres, la sangre, la violencia, el odio, el dolor, la destrucción, el silencio cómplice y culpable, más las “soluciones” están ahí, incontrovertibles y acusadoras, insertadas en una falsa historia personal, que, repito, no las hace menos terriblemente ciertas.

 

La pregunta que me hago es ¿a quién o quienes les conviene que se tome por falsa toda la historia? ¿Quién o quienes pueden darse el trabajo de construir una falsedad que contiene verdades enormes, esperando que el marbete “Fake News” haga su trabajo englobando las verdades y diciendo que son mentira porque están Asociadas a –en este caso- una identidad inexistente?

 

Hay muchos empeñados en borrar la Historia, retocarla y volverla a contar de acuerdo a su conveniencia; recuerdo que la Historia está escrita siempre por los ganadores y que los que perdieron la leen con estupor o lo que es peor, ignoran la realidad, o tal vez, algo mucho peor: prefieren ignorarla porque están “más tranquilos” sin ella en la memoria.

 

Las “Fake news” son un buen pretexto y meter en el mismo saco a los muertos con las explicaciones “verdaderas” de la inmortalidad del mosco resulta conveniente para ese ser humano que se cree mejor que sus vecinos y siente que lo que es “diferente” es peligroso para él, sin querer admitir que todos somos iguales y que la muerte que es una “REAL OLD”,  no hace distingos.

 

Estamos viajando por el corazón de las tinieblas.

Imagen: http://www.youtube.om

CHUPACABRAS


 

CHUPACABRAS

El otro día, escribiendo para el blog, escuché la voz de un niño que llamaba (gritando, por supuesto): “Chupacabras… ¿estás ahí?… Chupacabras… ¿estás ahí…?” y supuse que se trataba de un juego de esconderse, de esos que los niños han practicado desde siempre y que les gustan tanto, en el que el “escondido” aparece intempestivamente y asusta al “buscador”…

 

Me intrigó el nombre porque “Chupacabras” no es un apodo popular, antes al contrario, es el nombre que sí, popularmente se le da en algunos lugares a un ser que aparece, creo, primero en España (“aparece” es un decir porque nadie lo ha visto, si no me equivoco) y su nombre derivaría del hecho de haber atacado a unas cabras, matándolas y bebiendo su sangre,  porque las encontraron “secas”; sé que la historia de este ser se ha reproducido en varios países, donde no ha sido visto nunca pero los efectos de su accionar al parecer sí.

 

Pongo todo en condicional, uso “al parecer” y lo que me permita decir que no es que lo afirme yo sino que es algo que las noticias y en especial las redes sociales tienen como tema, esporádico, pero existente; podría ser el embrión de una de tantas leyendas como la del “Lobizón”, “Drácula”” o esa “Novia” ubicua, que aparece en diferentes lugares y países e incluso se hacía presente ciertas madrugadas en la cocina (que quedaba en el sótano) de mi casa de infancia en Barranco…

 

“Chupacabras” no es pues un apodo corriente entre los niños y me extrañó el asunto, sobre todo porque cuando yo esperaba respuesta al niño gritón, el silencio era la contestación; luego de un largo rato y de un par de nuevos intentos de llamada del niño, escuché que su mamá venía para llevárselo a almorzar; digo yo que de pronto el niño oyó de sus padres el nombrecito, pero también que de pronto, tal vez, podría ser que exista un “chupacabras” en el condominio: claro, el problema es que por aquí no hay ninguna cabra, dificulto que el niño alguna vez haya visto una y entonces… ¿qué va a chupar ese pobre “chupacabras”?

Imagen: hauntedmario.com

¿POR QUÉ NO TE CALLAS?


por quÉ no te callas

El anterior rey de España, Juan Carlos I, se lo dijo en público a Hugo Chávez, ahora muerto y es exactamente lo que les diría yo a todos los que se llenan la boca loando a Nicolás Maduro, a quienes dicen que los ciudadanos venezolanos que han llegado hasta el Perú escapando      –muchas veces a pie- del desastre que ha causado en su país el enano mental que dice haber sido elegido “constitucionalmente” y que aspira a perpetuarse en el poder apoyado por una cúpula de las fuerzas armadas “incondicional” que parece estar teñida del color nauseabundo del narcotráfico.

 

Se lo diría a quienes sostienen que los ciudadanos venezolanos han venido al Perú para quitarles el trabajo a los peruanos porque «cobran menos” y “aceptan cualquier cosa”; se lo diría a un sinvergüenza como Ricardo Belmont Casinelli que tuvo la desfachatez de postular como alcalde de Lima levantando su bandera xenofóbica y cobarde contra los venidos a nuestro país en busca de sobrevivir, expulsados por una realidad irrespirable.

 

¿Por qué no te callas?, les diría a ciertos medios de comunicación que opinan o albergan opiniones que buscan desacreditar a todos los venezolanos que han llegado al Perú en busca de horizonte y se ceban en las noticias negativas que malos venezolanos –que los hay en el país y vinieron enviados por Maduro para que lo apoyaran, además de aquellos delincuentes de los que se desembarazó el dictador llanero, facilitando su travesía y que ahora están aquí- provocan, como si fueran lo único y exclusivamente pernicioso que hay aquí, alentando una xenofobia estúpida y que tiene cabida en descerebrados que en realidad no quieren trabajar y echan la culpa de su desocupación ociosa a los venezolanos que se desloman por un techo y un plato de comida sin hacerle ascos a ninguna labor.

 

¿Por qué no se callan Evo Morales, Putin, Ortega Maradona y otros cuyo presente no es nada claro, su pasado es dudoso y forman una triste comparsa que cree que la libertad son las mafias, las balas, los asesinatos de opositores, el “poder perpetuo”, la drogadicción…?

 

Claro, aunque callen, seguirán empujando un carro de circo con payasos tristes, animales enjaulados y “artistas” en el lanzamiento de cuchillos, que ¡oh casualidad! fallan cuando le conviene al dueño del espectáculo; sería bueno su silencio y que además la ola de la Historia los borre para siempre se la faz de la Tierra.

 

Imagen: memegen.com