¿ES LA CRATIVIDAD UN LÍQUIDO OSCURO?


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Me dispongo a escribir y tengo al frente la pantalla de la PC, un dedo – el índice derecho- sobre el teclado y al lado un “mug” lleno de líquido oscuro, humeante, deliciosamente oloroso. En el borde del “mug” puedo leer “CREATIVIDAD” claramente escrito, lo que me dice que tengo una dosis de creatividad bebible, a la temperatura adecuada para no quemarme (siempre digo que no tengo boca de “Pírex”) y puedo empezar a degustarla, mientras la imaginación desentumece sus alas, mira el borde del precipicio y considera que podría ensayarse una planeadita por el espacio, después de lanzarse al vacío y batir vigorosamente las desentumecidas alas para dejarse mecer por una corriente de aire lo suficientemente caliente (como el líquido oscuro del “mug”) que ahorre fuerzas, permita mirar el paisaje y sirva de cómodo colchón móvil para la fantasía.

 

Sí, crear, imaginar, “inventar”, escribir, es como volar propulsado por ese combustible mágico que es el café, porque no necesitaría decirlo, pero eso contiene el “mug” violeta y después de muchos años, casi estoy por creer que la creatividad crece en esas bayas que se cosechan para después de tostadas, molerse y servir de combustible para volar tan lejos como alcancen los sueños.

Imagen: mi «mug»

 

 

 

 

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MANTEQUILLA, PAN NEGRO Y CAFÉ


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Recuerdo que a Manuel Enrique, mi padre, le gustaban especialmente esta tres cosas, además del lomito ahumado que cortado en tajadas delgaditas, sabía a fiesta cuando lo había en casa…

 

La mantequilla era de la marca “Velando”

(un apellido arequipeño)  y era mantequilla auténtica, de leche de vaca y no como ahora de semillas de girasol o aceite de soya (o soja, como le quieran llamar); o sea que era producto de un animal que caminaba y pastaba, no la extracción fabril de jugos de planta que nos pasan por mantequilla, con el nombre de “producto para untar” o   –trabajosa y culpablemente- “margarina”; la mantequilla “de Velando” venía empacada en papel que era como el “papel manteca”, en forma de un cubo rectangular (aunque los cubos sean iguales por todos lados, es la única manera que encuentro para describir la forma del bloque mantequillero). Se podía encontrar en dos presentaciones, con una vaquita impresa en rojo para la que tenía sal y otra en azul para la que no.

 

Mi padre la compraba en una tienda que solamente vendía mantequilla y café, que era molido en una moledora roja ubicada sobre la mesa de despacho, al lado de una balanza. El café era marca “Lanfranco” y llegaba oloroso a casa en una bolsa de papel color kaki bajito, que contenía medio kilo del café recién molido. El único mueble visible en la pequeña tienda era el mostrador/mesa de despacho y detrás había una puerta que seguramente llevaba a un recinto con una heladera, donde se guardaba la mantequilla. El café estaba en un saco de yute detrás del mostrador/mesa de despacho y de allí con una gran cuchara  pasaba a la moledora…

 

El “pan negro”, era un pan de centeno integral, que venía en tajadas rectangulares y envuelto en papel celofán.

Riquísimo, con los granos de centeno partidos e integrados en la miga densa y firme, con corteza dura y delgadita, lo compraba en la Salchichería Suiza (de donde venía el fabuloso lomito ahumado)  y una etiqueta blanca, muy sencilla, decía “Vollkornbrot” y lo que  supongo era el Registro Industrial y algún dato más además de la frase informativa y clarificadora para los no alemán-parlantes: “Pan integral de centeno”.

 

Todo, mantequilla, café, pan y lomito, eran lo que hoy se llamarían alimentos naturales, entonces considerados sanos, porque ahora el colesterol, los triglicéridos, la cafeína estimulante, la carne de cerdo conservada, la sal, el ahumado y hasta las pititas que quedaban como restos de un amarre del lomito ahumado entero y que se iban con las tajadas que la cortadora hacía, serían considerados peligrosos para la salud, muy poco saludables. Se salvaría el pan de centeno que en teoría (y solo en teoría) es comida sana, permitida y yo diría que un poquito aburrida porque le faltaría la mantequilla, una tajada de lomito ahumado y para acompañar, un café cargadito…

 

Los tiempos cambian, los recuerdos quedan y los sabores están en la memoria junto con los buenos momentos.

 

Imagen: http://www.carrefour.es

OTRO MÁS Y SUPONGO QUE NO MÁS


Finger pushing enter button on black computer keyboard; Macro photo

Dicen que siempre es bueno empezar y yo, llevándome de lo que dicen, empiezo un nuevo blog; se suma a “manologo”, a “eltigredepapel”, “jacuzzi martínez” y “de la máquina de escribir de manolo echegaray”.

 

Probablemente pensarán que para qué tantos blogs si con uno basta, pero lo que sucede es que estoy volviendo a mis orígenes blogueros en los que pensé que ra bueno tener un blog diferente por tema para así no aburrir a gente con lo que no le interesa; resultó mucho, porque entre los blogs que debía “alimentar”, mi trabajo en publicidad, el de comunicación política, la enseñanza de técnicas de razonamiento creativo, comunicación intercultural y comunicación política en universidades e institutos superiores, apenas si me quedaba tiempo para ir de un lado a otro, comer, ir al baño y dormir (leer nunca lo dejé, por si acaso)…

 

De seis blogs, me quedé con “manologo” (el más antiguo y verdaderamente constante); pero como uno resulta terco y reincide, fui abriendo nuevamente otros frentes que son los que ahora, gracias a WordPress (no es publicidad ni “pasada de franela” por si acaso) tengo, aunque sea “manologo” el que más lecturas parece tener (2,360  personas seguidoras y 464,323 “clicks”) porque los otros, tal vez por nuevos o menos interesantes, tienen cifras de lectura y “miraditas” muy reducidas…

Ahora, como solamente escribo, porque ya no enseño ni trabajo en publicidad ni en comunicación política y he ido alejándome de las redes sociales porque lo que les dedicaba era mucho y no tenía sentido, tengo tiempo; entonces, un pequeño “accidente” hoy me animó (diría “impulsó”) a iniciar esta aventura que por el momento es la última en la selva bloguera.

 

Como ya creo que estoy en la etapa de la vida en que uno se olvida frecuentemente de las cosas (las banales y muchas importantes) de pronto se me ocurrió escribir lo que tratará de ser este blog que lleva por título “FRANCO D’TERIORO”; el nombre por supuesto no es invención mía sino que lo he escuchado muchas veces jocosamente, como el de un personaje italiano olvidadizo.

 

Ahora bien, no sé por qué italiano, si D´Artagnan era un personaje francés y Eugenio D´ors fue un poeta español, pero lo dejo con la nacionalidad que el que lo lee quiera y santas pascuas.

 

Bueno, entonces esta primera entrada del nuevo blog va a ir en “manologo” (por difusión inicial) y los que quieran, apenas sea autónomo, pueden seguir a Franco. No prometo frecuencia diaria pero sí una periodicidad decente y que no aparezca un post –como dicen- “a la muerte de un obispo”…

 

En fin, ojalá les guste y no se quede en el “rincón de las ánimas”, como llamaba al “corner” don Humberto Martínez Morosini, un magnífico locutor peruano, famoso por los nombres que al narrar fútbol, inventaba.

 

El blog es: http://francodterioro.home.blog/

 

Imagen: http://www.stockphoto.com

EL CABALLO


EL CABALLO

Puede  ser posible que un departamento de este condominio tengan un caballo, lo alojen en alguna cuadra fuera del recinto y que el dueño sea aficionado a la crianza y a las carreras de estos animales (a propósito nunca entendí porque el más popular “datero”, antiguamente, un periodiquito especializado, se llamaba “Estudie su polla”, cosa que para los hombres españoles significaría “mirársela con detenimiento”, además de que las pollas (aves) no tienen nada que ver con los caballos, salvo que se trate de las crías de los  “guardacaballos”, unos pájaros de color negro que rondan los lugares por donde los equinos andan).

 

He preferido poner punto aparte porque la digresión ha sido larga y lo más probable es que el lector se haya perdido; decía que es posible que aquí en el condominio alguien o más de uno, sea aficionado al turf y tenga ejemplares propios que compiten, pero resulta que en el segundo piso, justo encima del departamento donde vivo y sobre mi habitación, se aloja un caballo.

 

Lo digo porque el ruido que provoca con sus carreras (que deben ser cortas, porque si la habitación es como la mía, no es muy grande que digamos) o  cuando va a paso lento: “¡clop-clop-clop-clop!” es un poco insoportable,  pero de pronto, como el espacio es reducido lo que tienen arriba es un “pony”, pequeño caballito que podría acomodarse mejor; lo que pasa es que no he oído relincho alguno y –o se trata de educación- o el animal es mudo.

 

Ahora que pensándolo bien y reflexionando un poco podría tratarse de un niño que corre, juega, salta –y sí- trota; la pista puede darla algo que suena a veces al rebote de una pelota más bien dura (una bola de goma, diría) y su rodar por el piso de la habitación que queda inmediatamente encima de mi cuarto.

 

Tal vez el enigma no sea tal, no exista caballo alguno y la bulla provenga de un humano pequeño que, como está haciendo frío, no tiene permitido salir al parque, se aburre y se entretiene a costa del vecino, que soy yo.

 

Imagen: http://www.dibujoswiki.com