PORNOTERÍA


 

El título es por cierto una palabra inventada, compuesta por dos reales: pornografía y piratería.

Como se dice en os cuentos: “Había una vez…”

Ayer, Alicia decidió hacerle un regalito a nuestro nieto Manuel. Algo simple, que lo entretuviera. Para ello en un kiosko de diarios compró un CD de Barney, el dinosaurio, que anunciaba inclusive karaoke y lo mejor de lo que el bicho hace en su show. Envase con una atractiva base de cartón impreso, en funda plástica cerrada.

Alicia vino muy contenta con el nuevo CD y al colocarlo en el lector, en la pantalla del televisor comenzaron a aparecer las imágenes de un video… ¡pornográfico! Sin revisarlo y sin darse cuenta si el envase anunciaba autenticidad, Alicia lo compró a un precio no desdeñable. Las fallas estaban cometidas, el error hecho y el niño se quedó sin regalo.

Todo por dos malditas costumbres que vaya usted a saber por qué, se combinaron.

Piratería y pornografía juntas, resultaron mucho. Mi hija y yerno hicieron bromas, mi mujer se avergonzó, Manuel no entendió nada y yo decidí escribir esto.

Decidí hacerlo, porque aunque mi opinión sea una gota de agua en el océano, es lo que pienso y estoy seguro que más de uno que me lea pensará parecido. Ambos componentes de la palabreja inventada que da título a esta nota, esconden detrás gigantescos negocios.

La pornografía y la piratería son industrias mundiales que mueven muchos millones de dólares, son industrias que en ambos casos con sus productos, atacan la integridad del ser humano.

La pornografía mueve ese oscuro deseo de conocer más de lo que en teoría está vedado al ser humano “normal” en materia de sexo. El ser humano tiene un cerebro, donde se desarrolla todo, desde las sensaciones y ansia por algo, hasta las figuraciones de todo tipo. A ése cerebro ataca la pornografía.

La piratería es en nuestro país una lacra mayor. Significa, en este caso, apropiarse de algo que alguien ha inventado y desarrollado, sin que el que reproduce, por ejemplo, pague absolutamente nada por las ideas y la realización de estas. No paga nada prácticamente y cobra a quienes por una u otra razón caen en sus garras. No cobra mucho, pero si sumamos la cantidad que vende a costos casi 0 de producción y el obvio no pago de impuestos de algún tipo, la ganancia es mayúscula.

La piratería es “sacarle la vuelta” a alguien. Es un delito.

Es cierto que cuando compramos piratería nos llenamos de razones para hacerlo. La mayoría tiene que ver con la libertad, lo económico y ésa sensación de ser muy “sabidos”.

Alicia no compró piratería a sabiendas. La engañaron de dos formas: le dieron gato por liebre en ambos casos. Compró piratería sin saberlo y le dieron pornografía disfrazada de  cuentos para niños.

El tema es mucho más grave aún: ¿cuántos menores de edad se han visto expuestos a pornografía creyendo que iban a mirar a Barney? ¿Ése es el “negocio”?

La lección es simple: fijarse antes de comprar.

Saber que la piratería mueve ilegales millones y está en todas partes. Especialmente en nuestro país. La pornografía es un asunto de mayores de edad y elección. En algunos lugares está prohibida y en otros no, pero que suele hacer daño, creo firmemente que sí.