Siempre me intrigó la figura de Lope de Aguirre.
Su gesta bastante inexplicable llena de dificultades y su muerte, hicieron que leyera y viera cuanta cosa había sobre él.
Hace tiempo escribí un poema que elIPP publicó en su revista. Fue el número del 29 de abril del 2004. Tiene una fotografía donde se ve un lagarto pequeñísimo encima del dedo de alguien. Es de Luis Vargas, alumno de Ciencias Audiovisuales, del 4º. Ciclo, de ese entonces.
EL DORADO
I
Travesía de
verdes
intramuros
buscando el sol
metálico del
inca. Beso de sal,
sudor
desenfrenado.
Peto
descalabrado,
calzas idas.
Inútil arcabuz
que ha
enmudecido.
Olor dulzón,
penumbra húmeda,
floración sangrante.
Orquídea,
araña, liana,
bejuco, mil
hojas
convertidas
en manto
pestilente.
Es la selva.
Lope de Aguirre.
De pronto eres
Un héroe. O vil
traidor.
Hereje,
descastado,
asesino
convicto con la
cabeza a
precio.
Imagen de
epopeya,
capitán de la
nada.
Conquistador
del verde de los
árboles,
rebelde de tu
sangre.
Vasco. Bestia.
El Cusco,
Potosí. ¿Son
antes o
después?
El sol calienta
tu cansado
cerebro.
Allá lejos el oro.
Aquí, el verde
laberinto de
esta selva
que esconde a
la serpiente y
sirve de carpa
interminable
a la feria de
monos que
huye a tu paso.
II
Lope de Aguirre, no tendrás
Ee perdón.
La selva es tu conquista.
Tu recompensa son los
Guacamayos,
el tucán y la sed.
Tu fortuna se cuenta
en mosquitos
que han hecho de tu piel
una guirnalda.
Los hombres te maldicen.
Te matarían hoy
pero no tienen fuerzas.
Lo van dejando, así, para
una mañana que les llega
cuando caen al pie de
cualquier árbol.
¿Y si te quedas solo?
¿Qué harás con el jaguar
y la anaconda?
¿Y si llegas al río, cómo
huir del hechizo mortal de las
sirenas
que retozan rosadas en el
agua?
III
Lope de Aguirre
quedas borrado de la
memoria
de tu época.
Ajusticiarte es poco.
Colgarte, descuartizarte,
darte garrote vil,
atravesar tus ojos
con puñales al rojo
y echar a los perros
tus entrañas.
Nada es mucho para tu
patria
que no es patria
sino un lejano recuerdo
que te han quemado vivo
desde tu desembarco.
La muerte –que es justicia-
será liberación de tu
pasado.
Sabes que te van a matar y
luchas
contra el sueño contagiado
de fiebre
para huir al encuentro de
Una, cien espadas.
IV
Lope de Aguirre, el
sueño es ya la muerte
y con ella entrarás en la
gloria.
Duerme.
Suéñate allá en Oñate
pastoreando las cabras,
subiéndote a los
árboles.
Amando a una mujer
que no te amaba.
Haz dormir a tu espada
y cuando ambos
Despierten
ya no te buscarán.
Estarás en el Cusco, en
Potosí, en Lima.
En la selva estarás,
Lope de Aguirre
convertido en un mito.
Duerme soldado.
Duerme vasco maldito.
Duerme, duerme.
y sueña con el mar.