EL DESBORDE


Inundacion

Más que un desborde, parece una inundación ya. De esas que se lo llevan todo, arrasando cuanto halla a su paso. Los ejemplos son varios pero el tema es uno y parece corroborar que en el Perú “donde se pone el dedo, salta la pus”. Vivimos una época, donde como nunca, la velocidad y ubicuidad de las comunicaciones, pone al descubierto el entramado miserable de la corrupción. Una época que ve el desmoronamiento total de los valores que quedaban, tambaleantes,  en pie. La criminalidad campea, se mata por “quítame estas pajas”, se miente abiertamente, hay trampa al rendir cuentas y los facinerosos caminan tan campantes y hasta se dan el lujo de repartir consejos y negar lo evidente.

En esto, por desgracia, una gran mayoría es arrastrada y copia las maneras, los modos delictivos a su escala;  lo malo se hace bueno si es que otorga ventajas y vemos a la impunidad que se pasea ufana de sus triunfos entre flashes y cámaras, sabiendo que “nadie podrá hacer nada” porque para borrar las huellas bastó con asustar  asesinando a alguien.

De algún modo se debe parar esto antes que sea tarde. De lo contrario no va a quedar piedra sobre piedra de lo que un día fue el Perú y dejaremos una arrasada historia para el futuro cercano: la historia de un país que no supo levantarse plantando cara a la adversidad porque estaba entretenido jugando, carecía de espejo donde mirarse y contaba las monedas que para distraerlo los que “la llevan” dan.

¿Pesimista visión? No, solo me fijo en lo que está pasando y me proyecto un poquito adelante pensando que es lo que pasará. No “más tarde”… ¡mañana!