SILENCIOSO COMO UNA SOMBRA


SILENCIOSO COMO UNA SOMBRA

Terminaron de almorzar y como todos los días el abuelo quedó sentado a la mesa, bebiendo su café sin azúcar; es que había que volver al trabajo, hablar por el celular desde la habitación, hacer dormir al nieto que, pequeño, siempre le sonreía…

 

Miró al líquido oscuro que impedía ver el fondo; levantó los ojos y los fijó en la nada para después apurar el resto de café y despacio ir hasta el fregadero de la cocina, lavar la taza y borrar todo rastro del asesino con el que se reunía todos los días a la misma hora.

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