LOS INTOCABLES


BORSALINO

No se trata de la vieja serie de TV sobre Eliot Ness y sus colegas. Es simplemente que hay nacionales que no se “pueden tocar ni con el pétalo de una flor”, porque de inmediato un complejo aparato reacciona y por todas partes surgen defensores y áulicos que con su batahola buscan distraer, derivar, negar o lo que sea, menos tratar que se conozca la verdad. Los intocables criollos usan el dinero y el poder para serlo. Saben que el oro compra y el poder silencia. Y hacen uso de ello.

Cuando alguien dice algo en su contra, en lugar de mostrar las pruebas que lo nieguen, gritan o mandan gritar a sus comprados. Es que alguien “se atrevió” a tocarlos: a ellos, impolutos ejemplos, efervescentes adalides de la honradez cabal. El que osó mancillarlos lo va a pagar muy caro, el descrédito y el mote de “felón” caerán sobre él.

Mientras tanto aceptan las disculpas que surgen de sus huestes y magnánimos sonríen, regalando alegría: “¿Ellos? ¡Nunca! ¡No solo son inocentes, sino víctimas!

Es que son intocables: dueños y abusadores del oro y del poder. Los nombres, los conocen y no es necesario señalar a alguno.

Lo que es necesario es que estos sinvergüenzas paguen sus fechorías. Será hoy o más tarde, pero las pagarán. Allí no les servirá tener oro ni tampoco un soplo o una brizna de poder.