Hay magia en un nombre…
a través de tombuctú
Un ardoroso partido de “julbo” tiene lugar frente a mi ventana (desde donde veo tantas cosas); son dos “equipos” y algunos de los “julbolistas” van con una camiseta amarilla, otros con polos, camisas o con el torso desnudo, que supongo a estos últimos, más frescos con el calor que hace…
El nombre de cada equipo lo creo conocer al rato de gritos, resbalones y patadas: unos son los “mierdas” y otros son los “huevones”, lo infiero por cómo se tratan y supongo que los unos no son lo que los otros y viceversa, por lo tanto “alinean” entre iguales aunque las camisetas, polos, camisas y desnudeces sean un poquito mareantes.
Esta academia de “julbo” (porque es una academia, donde se aprende, qué duda cabe) me da la impresión que además de hacer practicar el balompédico deporte, enseña a los que integrarán en el futuro las “barras bravas” o las hordas de “júligans” que alegran los noticieros de la tele de las noches con sus aullidos, vandalismo surtido, delincuencia común y que como plaga de langostas voraces se cierne sobre vecindarios que tuvieron la mala suerte de contar con un campo futbolero más o menos cercano y que, hijos de madre, se desplazan “cantando”, rompiendo vidrios, asaltando bodegas y ocupando la mitad de la pista (cuando no es toda ella), quemando algún carro estacionado y atronando los aires con sus gritos que mezclan con pitos y bocinas, los prepara, esta academia, digo, para la acción futura.
Estos chicos del partido ardoroso – retomando – aprendieron muy bien el lenguaje florido que el hampa suele usar y se llaman a grito pelado, animando un pase, celebrando jugadas o calificando al contrario que avanza; es un hecho: el lenguaje lo tienen, pero lo que sí me preocupa es que cuando practiquen cómo hacer una bomba molotov, anular a un “enemigo” a pedradas o asaltar una casa, las palabras a las que a veces les decimos “lisuras”, conocidas también por “palabrotas”, o “lenguaje de machos” no basten y pasen a la acción monda y lironda.
Francamente, creo que mejor cierro la ventana y bajo la cortina, porque es preferible un poco de calor achicharrante y veraniego que el calor que producen la gasolina y el fuego en comunión cuando revienta una bomba molotov.
Imagen: sp.depositphotos.com
Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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