NO HAY DERECHO


Creo que no lo hay. Los peruanos queremos tener un Congreso digno y no una buhardilla donde se acumula suciedad y las alimañas hacen su agosto esperando la oportunidad para saltar sobre su presa.

Se comentará que sucede en todas partes, pero representantes que llegan a serlo gracias a mentiras y otros que demuestran una conducta por lo menos sospechosa, no deberían formar parte de una Institución tan importante para la vida del país. Cada vez la cosa se pone peor y parece no tener fin. Lejos están los tiempos en los que en el Congreso se discutía, se diseñaban leyes y se hacía un trabajo serio y productivo, dirigido a la comunidad. Hoy son los apetitos individuales los que priman. Son cosa de todos los días componendas vergonzosas y la famosa inmunidad parlamentaria deviene en impunidad monda y lironda.

Sé que esto que digo no es sino una tímida gota que cae. Una opinión que estoy seguro es compartida, pero que no tiene más valor que el de serlo.

Por supuesto que hay Congresistas con mayúscula y no es a esos a los que me refiero. Pero existe una preocupante mayoría que cree que está en su chacra y puede hacer cualquier cosa. El Perú no debe estar representado por impresentables y no hablamos de condición humilde, sino de tiburones muchas veces iletrados, pero duchos en el latrocinio, el engaño y en el ejercicio de nadar en cualquier agua.

Nuestro Parlamento parece servir solo para eso: parlar. Está lleno de basura y el mal olor es insoportable. Su limpieza es como la de los establos de Augías: se necesitará que Hércules desvíe dos caudalosos ríos para hacerlo. El Perú es un país de brazos tendidos y no nos podemos quedar con los brazos cruzados. No frente a algo como esto.

FUENTE FOTO: «Diario 16»