Era la amenaza que habían hecho si el “Ratón” no pagaba el préstamo que se había hecho. Incluso le advirtieron que si se atrasaba lo irían a buscar, porque tenían todos sus datos; desde dónde vivía y los sitios que frecuentaba. También le habían dicho que sabían quiénes eran sus papás y dónde paraban.
Cuando se atrasó un mes, porque se demoraron en pagarle un trabajo, miraba a todos lados en la calle y se sobresaltaba cuando escuchaba el ruido de una moto.
Lo que no sabía es que ellos esperarían unos días más para darle un susto, que sería quizás una pateadura y con el encargo de una fecha última de pago, antes de matarlo. Lo encontraron en la calle y lo golpearon entre tres, dejándolo ensangrentado, con el aviso de que pagara en dos días.
Regresó cojeando a su cuarto y se sentó en la cama, que estaba deshecha desde hacía varios días. De la mesa sobre la que comía y acumulaba cosas, cogió un frasco de líquido matarratas comenzado y en un vaso echó hasta más o menos la mitad completándolo con gaseosa. Miró el vaso como para darse valor y pensó que se adelantaría a la moto: se bebió íntegro el contenido aunque el sabor rarísimo le produjera arcadas.
Se echó sobre la sábana arrugada, Sintiendo como un fuego adentro, que bajaba y le quemó en el estómago. ; al rato el veneno hizo todo su efecto y él empezó, inconsciente, a babear espuma antes de morirse.
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