
La palabra “lonche” se usa mucho en Perú, especialmente en Lima y proviene del inglés, “lunch” que significa comida, pero suele usarse como “almuerzo” y el “lonche” es una comida, sí, pero que se toma a media tarde y generalmente consiste, o consistía, en un café con leche y un sandwich o un pan untado con mantequilla, “con su mermelada más”; digamos que es lo que esto se llamaría un “tentempié”. Por si acaso, no se trata del desayuno, almuerzo o cena (a la que se le llama “comida”, popularmente), sino de esa “pausa”, que se suele (o se solía) hacer, ingiriendo “algo” y por supuesto, conversando …
A veces al “lonche” se le sumaba un trozo de “queque” (del inglés “cake”), uno que otro alfajor y si cabía, una “delicia” más. Tradicional. Es una especie de “five o’ clock tea” inglés acriollado y se ha ido perdiendo poco a poco por el tráfago que supone la vida diaria.
Sin embargo, frases como la del título de este pequeño artículo, sobreviven en el habla popular y significa que todo cuesta, que nada, ni lo más simple (como el “lonche”, comparado en copiosidad con el almuerzo o la cena) es “gratis”, “de balde” o como alguien diría también, “gracioso”.
Pero nos hemos acostumbrado al “gratis” y es el señuelo que creo, más se usa en el lenguaje: obtener algo sin hacer nada;
es como un imán poderoso, automáticamente atractivo, atrayente. Generalmente caemos en la trampa y nos justificamos diciendo que es “por probar”, que “no cuesta nada”, que “total, es gratis”. Pero no aprendemos al parecer y nos sorprende cuando nos damos cuenta que el “gratis”, esconde algo y que al final nos costará más lo que sea, porque el “gratis” tiene un precio que está escondido y nosotros pagamos …
La frase puede aplicarse a todo, así es que cuando algo nos parezca “demasiado bello para ser cierto”, pensemos que “no hay lonche gratis”, y que pagaremos un precio, aunque no sea en monedas …
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