Y sí, Tony, aunque en unos meses serán ya 26 los años en que dejaste vacía tu silla frente a la mesa del comedor, la mecedora está quieta y el sillón verde guarda impresa la huella de tu cuerpo menudo, como podría yo olvidar esta fecha, cuando la alegría y el amor se juntaban en ese abrazo cálido de empezar la mañana…
Como no percibir el suave olor de las violetas de tu perfume, el del frasco chiquito, que estaba siempre sobre tu mesa de noche, al lado de la lámpara y el libro que leías…
Como no recordar tu preocupación cuando una fiebre agitaba mi sueño y espantaba el tuyo…
Ahora que no estás físicamente y todo te recuerda, aunque el tiempo recorra su rosario de noches y mañanas, el 26 de junio se está llenando de ti, de tus pequeñas cosas, de tu risa, del exquisito sabor del flan de caramelo, del limeño dulzor de la mazamorra morada y el del postre que siempre me pareció excelso en su humildad festiva, ese tu tan especial “arroz zambito”…
Hoy, como hace tantos años, mi memoria te abraza, porque es 26 de junio, porque es tu cumpleaños, porque eres y serás siempre mi madre, “Tony”, la “chiquita” de Manuel Enrique, la que, cuando se fue, dejó sembrada en mí la callada esperanza…
manologo 