Las noticias frente al avance e infiltración de los narcos en el Estado peruano, son preocupantes, porque sabemos que pueden borrar sus huellas, borrar las huellas de otros, y finalmente borrarnos del mapa como Estado.
La realidad que parecía restringida a las telenovelas y a ciertos comprobados –y felizmente escasos- narcoestados, está demostrando que con un trabajo paciente y efectivo, los “topos” sembrados han hecho de las suyas, lo hacen y lo harán mientras se les permita.
Timbres de alerta suenan y se trata por todos los medios de desviar la atención para que pasemos por alto lo importante y nos concentremos en lo inocuo, lo imposible o lo que no lleva a nada. Maestros del encubrimiento, al verse descubiertos inventan e inventarán mil cosas.
¡Poderoso caballero es don dinero! Compra ciertas conciencias, compra honras y dispone de vidas. Con el dinero del narcotráfico repartido convenientemente las celdas son porosas, la justicia no pesa, lo malo se hace bueno y como en el viejo tango “Cambalache”:
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
Peligroso estado el de nuestro Estado: quieren lograr un “borrón y cuenta nueva” que no se puede permitir.
No dejemos que el Perú sea una piedra pómez y que en los agujeros se escondan los gusanos.
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