En estos días, los desagües de Perú están alborotados porque las ratas corren de un lado para otro, tratando de salvarse de la fumigación que amenaza extinguirlas.
Otras, más alejadas de las emanaciones letales, están convencidas de su supremacía y salen por algunos buzones mordiendo el aire como si fueran fieras.
Todas van a morir porque el humo del Bien es para estos animales veneno poderoso; el país necesita que sus alcantarillas se libren de alimañas y que estas al dar sus últimas boqueadas sepan que la Verdad sí es capaz de liquidar a la mentira porque que lo que creyeron ser refugios no son sino lugares donde agonizarán para después morir.
Los cadáveres luego, se han de quemar para que no quede ningún rastro, el fuego se haga cargo de sus restos y así, el país pueda vivir por fin en paz.
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