PATRICIA DIJO «¡BASTA…!»


Patricia del Río es una periodista amiga de la Verdad. Esa Verdad con mayúscula, que aquí, ahora, se escribe con minúscula o con “b” de burro, de bestia …

Patricia del Río -con quien muchos podrán no estar de acuerdo- está harta del acoso del lumpen mediático, ése que se cobija en la “redes suciales” (y no me he equivocado ahora al nombrarlas, porque ya las llamé así mucho antes), que enmugran, degradan, imbecilizan y dañan la comunicación, que es un derecho de los seres humanos y que, como todo derecho, tiene también obligaciones. Las de ser verdadera y justa para empezar …

Patricia del Río ya no está en “Nativa”, donde Raúl Tola y Paola Ugaz batallan por conservar la decencia de la información periodística, frente a las toneladas de basura “noticiosa” que trata de sepultar, en un montón maloliente, la Verdad, y quienes aplauden y consideran que han conseguido una “baja” en las filas de la decencia, deben saber que muchísimos seguidores y yo, esperamos que Patricia del Río vuelva a subirse a la tribuna, desde donde se defiende esa Verdad que es única y con la que ni debo, ni temo, como dice la frase.

Estoy seguro que este no es un adiós, sino un “hasta luego”, pasajero y que augura el regreso. El de una Patricia del Río recargada, por supuesto.

IMAGEN: https://elpopular.pe

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¿SIEMPRE SE NECESITA UN PERRO?


SIEMPRE SE NECESITA UN PERRO

 Guardianes de la casa, hacen fiestas a su amo, le obedecen y son sus incondicionales; a cambio de comida, un lugar donde dormir y una palmadita cariñosa de vez en cuando en el lomo, gruñirán para después atacar a quien se entrometa, aunque sea un poco, en lo que el animal considera su terreno, pero del que es únicamente guachimán de cuatro patas.

 

En el mundo hay seres, que como los perros, a cambio de dinero y un lugar desde donde puedan ser oídos, responden a las más variadas directivas, haciéndose una imagen de feroces defensores de lo que sea con tal de ganarse las caricias y la seguridad de un pago en las quincenas; son los que quieren convencer a los demás con actitudes desafiantes y palabras que en realidad son un balbuceo primitivo de que “su” posición sobre determinados temas es la correcta y que cualquiera que no encaje en su estrecho molde mental es un “enemigo”  del cual hay que burlarse, a quien hay que denostar con frases soeces y atacar sin piedad tratando de morder donde –en su obtusa mente- creen que más les puede doler.

 

El asunto es que, como  dice la leyenda urbana sobre los perros Doberman, acerca de la pérdida del olfato en algún momento de sus vidas, lo que les impediría reconocer a sus dueños y podrían atacar, estos ciertos seres (no creo que tengan la categoría de humanos) pierden, si lo tuvieron alguna vez, el sentido de la orientación y la capacidad (aunque fuera mínima la que tuvieran) de razonar y se revuelven mordiendo a diestra y siniestra víctimas de una especie de locura furiosa que, estoy seguro, es provocada por ellos mismos y sus opiniones, excretadas a los cuatro vientos.

 

Entonces los amos que los utilizaron para sus propios fines se deshacen de ellos y  los dejan en la calle para que encuentren cobijo en otro lado, aunque si alguien los acoge -si no es del vecindario- desconocerá la condición que los hizo perros callejeros y correrá el riesgo de ser mordido en cualquier momento, porque –ley de la calle- aprendieron a disimular aunque sea por un tiempo.

 

Estos seres (otra vez, no creo que tengan la categoría de humanos) pululan en nuestro entorno y felizmente, como somos algo observadores, sabemos quiénes son, los que fueron sus sucesivos dueños y conocemos las que han sido sus anteriores guaridas, estamos prevenidos porque los mordiscos, sobre todo si son los de un animal hidrófobo, pueden matar o hay que vacunarse después del ataque.

 

Imagen: jota-salud.blogspot.com

POST DÍA DEL PERIODISTA


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Esta es una felicitación pensadamente atrasada a todos los periodistas. A aquellos que forman parte de la más noble de las profesiones y no a los que ejercen el más vil de los oficios, como decía don Luis Miró Quesada.

Y digo que es pensadamente atrasada, porque he querido que las horas pasaran y el eco de las celebraciones se apagara.

El periodismo que vive el tráfago de la inmediatez y la urgencia del cierre ha sido mi compañero de ruta por esta vida profesional. Mi camino de publicista ha corrido paralelo y siempre he tratado de no invadir un terreno que a pesar de tener el punto de contacto de la comuniación difiere enormemente. Soy un espectador del periodismo y  actor de la publicidad. Mis buenos amigos periodistas sabrán perdonar a este fabulador de palabras e imágenes el atrevimiento de rozar una zona que a todos parece fácil  apropiarse, porque las circunstancias me han llevado a veces a coordinar gestiones periodísticas.

Cuando escribo ni siquiera pienso en usurpar el título; lo mío son artículos, párrafos unidos por la necesidad de decir algo. Lejos estoy de vivir la noticia como los hombres y mujeres de prensa lo hacen. Yo a veces hago eco, a veces la sufro y casi siempre soy espectador.

Quisiera felicitar a todos los que llevan el nombre de periodista como una bandera, poniendo en alto todas las virtudes que entraña el serlo. Desde el chico que aprende lateando las calles tras una comisión aburrida, hasta los mártires de Uchuraccay. A esas personas que hacen posible que las miríadas de sucesos mundiales lleguen a mí por diversos caminos y hagan que sea más humano a cada instante.

Ellos son los que borran la basura que acumulan infra-seres que perpetran lo que daña, lo que ensucia y que se esconden detrás de un nombre para hacerlo.

A los periodistas de todo el mundo y en especial de mi país y en especial a mis amigos, un abrazo admirado.