LAS DOS CARAS


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Ahora que pasó un poco el frenesí que produjo la “marca Perú” en un momento, haciendo pensar que los turistas lloverían ansiosos por comerse lo que se les ofreciera como típicamente nacional y guardar para el recuerdo nuestras bellezas naturales, convencidos que un rally visto en todo el mundo nos convertiría en destino obligado de visita, quisiera mirar la otra cara de esa oferta. ¿Qué estamos haciendo además de publicidad? ¿Cómo es que cumplimos con las promesas que implícitamente están contenidas en lo que se supone ofrecemos como país atractivo?

Una rápida mirada a la realidad diaria y alejada del “glamour” propagandístico, nos deja un país que no sólo no llena las expectativas, sino que hace lo posible, parece, por deshacer con una mano lo que la otra, trabajosa y alegremente, construye.

No se trata de ser un “pincha globos” que solo ve lo negativo: mucho de valioso se está haciendo y hoy, como nunca, se pone en valor un Perú que siempre estuvo allí y se diferencia enormemente de sus alrededores.

Lo que sucede es que seguimos empeñados en sacar inmediata ventaja, no importa si es en desmedro de los demás y de lo que ellos piensan del país.

A los turistas, a quienes atraemos con campañas costosas y bien pensadas, los asaltamos desde su llegada al suelo patrio. Mucho se dice sobre lo que les puede suceder (y sucede) a los visitantes. Los diarios están llenos de noticias sobre el actuar de los delincuentes y su aparente impunidad. Es claro que el lumpen existe en todas partes y no es privilegio nuestro el tenerlo, pero haría mucho bien un poco de control en sitios estratégicos como los aeropuertos, los terminales de buses y los hoteles.

Si cada peruano pensara que ése que viene no es una presa sino una fuente de ingresos, estoy seguro que aunque sea por interés, lo trataría mejor.

Los “precios para gringos” que hoy son una terrible y triste realidad, se podrían a un nivel razonable si pensáramos que esquilmar a uno lo único que produce es un pico momentáneo de “negocio” y ahuyenta escarmentando a los demás. ¿Por qué otros países pueden vivir del turismo ofreciendo mucho menos que el Perú?: educación es la respuesta. Educación en todos los niveles para ver en el turismo la famosa “industria sin chimeneas” donde podemos trabajar y ganar todos.

No es novedad esto que digo, pero se lo ignora porque parece que la otra cara de la medalla turística peruana es actualmente un montón de basura. Nada lograremos si no miramos un poco más allá del lucro inmediato, hacia un constante y satisfecho flujo de turistas que si pueden, volverán, porque el Perú es mucho más que Machu Picchu.

En nosotros está el lograrlo y convertirnos en una potencia que atraiga a los viajeros, satisfaciendo no solo su curiosidad sino atendiendo a sus necesidades. Y así, no perderemos la oportunidad de aprender de quienes nos visitan, que suelen venir de lugares interesantes y llegan con experiencias distintas. Es que el turismo trae mucho más que dinero y eso se llama cultura, que nos hace falta y haríamos bien en intercambiarla con lo que podemos ofrecer.

La otra cara de la medalla del turismo somos en realidad nosotros y no la basura que hoy ocupa nuestro lugar.

 

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