
Antes que nada, desearles un año nuevo mucho mejor que el que terminó… Qué pena y perdónenme por empezar el año 2023 escribiendo así …
El año se anuncia con explosiones de cohetes, aullidos de perros y desde las doce de la noche hasta mucho después, el sordo rugido de las detonaciones que resuena, recorriendo todos los barrios, simula, pienso yo -que no estuve en ninguna guerra ni fui víctima de bombardeos- a lo que deben sentir quienes sí están sometidos a la vesania directa e inhumana de un conflicto bélico …
No me refiero por cierto a los fuegos artificiales legales, que iluminan el cielo con estrellas brillantes y cascadas de luces de colores, sino a esos criminales del cohetón clandestino y la “rata blanca” mutiladora y asesina, que impunemente “celebran” con la quema de pequeños explosivos ilegales, esos que provocan los incendios donde se pierden vidas y se consumen innumerables esperanzas materiales …
Esos pirotécnicos fabricados a la buena de Dios, en covachas escondidas o en habitaciones que esconden y disimulan su mortal contenido. Es a esos a los que me refiero, a lo abiertamente ilegal en fabricación hechiza, venta y compra culpables que disfrazan la delincuencia, con ropas de alegría y de celebración …
Es sintomático escuchar desde las doce de la noche, las sirenas de los bomberos que acuden uno tras otro y en diferentes zonas de la ciudad para sofocar los incendios provocados por la irresponsabilidad asesina de unos hijos de puta que creen que la muerte es diversión y lo peor es que no se dan cuenta hasta que resulta muy tarde …
El año nuevo empieza con incendios y destrucción, como en la guerra. Una guerra donde el enemigo es la estupidez de algunos peruanos.
Imagen: https://es.dreamstime.com
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