LOS ALEGRES HIJOS DE PUTA


Antes que nada, desearles un año nuevo mucho mejor que el que terminó… Qué pena y perdónenme por empezar el año 2023 escribiendo así …

El año se anuncia con explosiones de cohetes, aullidos de perros y desde las doce de la noche hasta mucho después, el sordo rugido de las detonaciones que resuena, recorriendo todos los barrios, simula, pienso yo -que no estuve en ninguna guerra ni fui víctima de bombardeos- a lo que deben sentir quienes sí están sometidos a la vesania directa e inhumana de un conflicto bélico …

No me refiero por cierto a los fuegos artificiales legales, que iluminan el cielo con estrellas brillantes y cascadas de luces de colores, sino a esos criminales del cohetón clandestino y la “rata blanca” mutiladora y asesina, que impunemente “celebran” con la quema de pequeños explosivos ilegales, esos que provocan los incendios donde se pierden vidas y se consumen innumerables esperanzas materiales …

Esos pirotécnicos fabricados a la buena de Dios, en covachas escondidas o en habitaciones que esconden y disimulan su mortal contenido. Es a esos a los que me refiero, a lo abiertamente ilegal en fabricación hechiza, venta y compra culpables que disfrazan la delincuencia, con ropas de alegría y de celebración …

Es sintomático escuchar desde las doce de la noche, las sirenas de los bomberos que acuden uno tras otro y en diferentes zonas de la ciudad para sofocar los incendios provocados por la irresponsabilidad asesina de unos hijos de puta que creen que la muerte es diversión y lo peor es que no se dan cuenta hasta que resulta muy tarde …

El año nuevo empieza con incendios y destrucción, como en la guerra. Una guerra donde el enemigo es la estupidez de algunos peruanos.

Imagen: https://es.dreamstime.com

Anuncio publicitario

EL AÑO EMPEZÓ YA


EL AÑO EMPEZÓ YA

Estamos a dos de enero y delante se extiende un año nuevecito, como un cuaderno recién estrenado que tiene las hojas en blanco y que poco a poco se irán llenando de letras, palabras, frases y dibujos: correcciones, notas en color rojo e insensiblemente, con el pasar de los días, el trajín hará más gruesas sus páginas que tendrán alguna esquina doblada y –tal vez- una hoja completa arrancada dejando esa huella de “aquí hubo algo que preferí quitar”.

 

Se irá completando el cuaderno pensando que vendrá uno nuevo, que ya dan ganas de empezar, aunque sepamos que primero hay que terminar este y que faltan muchas páginas y días para que el deseo, incipiente, se cumpla.

 

Tenemos este cuaderno nuevo: afilemos los lápices, usemos muy poco el borrador y hagamos buena letra; al fin y al cabo el cuaderno es nuestro y que cuando lo revisen vean que lo llenamos con cuidado y cariño.

Imagen: http://www.freepik.es

Primer día de un nuevo año.


La diferencia es mental. El 1 de enero es similar al 22 de setiembre, pero en nuestra costumbre y allí donde residen las cosas que realmente valen y nos mueven es diferente. Es el primer día de un año que tiene sus días, muchos, por estrenar.

Y es entonces que hacemos propuestas para el tiempo que vendrá. Esperamos cumplirlas todas, portarnos bien y ser los mejores.

Nuestras promesas de año nuevo duran generalmente un día. El día en que sólo una sal de frutas refresca los excesos del 31. Ese día en que prometemos, a nosotros mismos, por si acaso, bajar de peso, dejar de fumar o espaciar los whiskies o el vino.

Acaba el primero de enero y con el ocaso terminan muchas de nuestras decisiones aparentemente firmes. Terminan para ser ofrecidas con algunas variantes, a la señal de alarma de nuestros cuerpos, para cuando nos sintamos mal o en desacuerdo con el espejo.

Qué tal si viviéramos nuestras promesas de año nuevo, no digamos todo el año, pero sí una buena parte de él?

De seguro nos iría mejor. Estaríamos más contentos con nosotros mismos. Porque de eso se trata. De estar satisfechos con nosotros. De saber que sí podemos, de probarlo y seguir haciéndolo o dejándolo de hacer.

365 días no son para desperdiciar y ninguna agenda va a sustituir a nuestra fuerza de voluntad. Creo.

TÉRMINO Y COMIENZO.


Entraremos muy pronto al año 2010.  En realidad esto es más simbólico que otra cosa, pues los días son básicamente iguales; lo que cambia es la actitud. Se «quema» el año viejo con todo lo que supone de cargas y males; la bienvenida al nuevo año es una especie de «borrón y cuenta nueva».  Sin embargo la tierra continúa con sus giros, las olas siguen bañando las playas y  los animales se aparean como siempre, de acuerdo a su instinto. Insisto que el cambio se da en las personas.

Sin embargo es una buena fecha para echar fuera la piel anterior,  como las serpientes,  dejando atrás lo viejo y gastado. Es una buena fecha para empezar haciendo las cosas bien y deseando que todo sea mejor en éstos 365 días que vienen.

Es una buena fecha para felicitar, felicitarnos y enderezar caminos; para empezar agendas, inaugurar calendarios y prometer. Actitud, actitud, actitud.

Cambiando el día, este año se podría parafrasear al  spot de TV: «Un día cualquiera en el que nos acostamos un jueves y nos levantamos el viernes sintiéndonos más hermanos».