Hasta el próximo jueves.
Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.
Hay un comercial que en poquísimo tiempo ha sido muy visto en las redes, convirtiéndose en verdadero “viral”. Los comentarios van desde la aceptación total hasta su negación absoluta.
Creo que la violencia no se combate con la violencia. Lo único que se logra es aumentarla y si el agredido no puede actuar violentamente por inferioridad de condiciones, esta violencia se multiplica dentro y estalla por otro lado.
La imagen que se ofrece me parece lamentable, porque de ninguna manera se puede admitir una conducta así, a pesar que venga de una persona que usa normalmente la violencia verbal para obtener resultados.
No es mi intención criticarla, pero sí creo, como ya lo dijeron que no es forma de dirigir, pensando que el miedo al insulto conseguirá objetivos. Nos hemos acostumbrado a percibir la violencia como símbolo de machismo; es decir a valorar la fuerza por sobre la razón. Tenemos muy cercanos ejemplos en los que la violencia generó reacciones violentas, catastróficas. ¿No se puede pensar y actuar de otra manera? ¿Es que un carajo obtiene lo que una razón no consigue? Triste es nuestra realidad si para progresar necesitamos gritos. Triste es nuestra realidad cuando el insulto se usa como acicate.
Sí, un carajo aislado tal vez no signifique nada y sea algo sonoro; el tema es la intención. Y creo que se dice en este caso con violencia, sustituyendo a un golpe. Tal vez la palabra sea educación, que surte más efecto a la larga.
Perú campeón sudamericano en vóley de menores: un triunfo, la consecuencia de entrega, decisión, coraje y hacerlo bien.
Es una satisfacción que recorre el Perú. La sensación, confirmada de haber ganado algo, de compartir un momento de triunfo. Gracias a las chicas y a su entrenadora podemos sentir, que como nación- grupo humano-se ha conseguido algo de valor. Esto debe alentarnos a todos a seguir adelante y esforzarnos por cumplir nuestras metas. Los millones de metas personales que el Perú representa. La gran meta colectiva de ser.
Este es un signo para un país necesitado de afirmación y triunfos que viene bregando contra la noche oscura del terror y la corrupción. Un buen signo, porque hace público que el esfuerzo logra alcanzar cimas y que nada positivo se consigue sin trabajo.
El aplauso general a las “matadorcitas” y a su corajuda entrenadora es un reconocimiento que significa que sí podemos, que la cooperación rinde frutos, que es cuestión de proponerse algo y “entrenar” hasta el cansancio para conseguirlo.
Nada es fácil y lo demuestra Natalia Málaga que a punta de trabajo, fe y compromiso nos devuelve la esperanza de ser mejores. ¡Gracias, carajo!
Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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