EL PLAN DE JAIR BOLSONARO PARA «PAVIMENTAR» EL AMAZONAS


INCENDIO AMAZONÍA FOTO REUTERS

Fue diseñado por los militares en la época de la Guerra Fría. Va a construir rutas, puentes y ferrocarriles a través de la selva. Para eso se están deforestando enormes superficies con las «queimadas»

Por Gustavo Sierra

24 de agosto de 2019

Especial para Infobae America

 

En los primeros meses de su gobierno, Jair Bolsonaro, desveló su proyecto para el Amazonas sin que muchos lo advirtieran. Diseñó un nuevo presupuesto para Defensa y el 98% está destinado a un antiguo programa denominado Calha Norte (canal norte).

En ese momento pocos advirtieron que esa era la base de su estrategia para desforestar la reserva de oxígeno más importante que tiene el planeta y desarrollar un territorio virgen que podría llevar a Brasil a un enorme crecimiento económico. Consiste en crear «infraestructuras estratégicas para la defensa de la frontera norte del país«.

Un proyecto del Ejército brasileño de los ’80, en plena Guerra Fría, para desarrollar un territorio de 1,5 millones de kilómetros cuadrados a lo largo de ocho estados –Acre, Amapá, Amazonas, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Pará, Rondônia y Roraima–, un área más grande que todo el territorio de Perú o la mitad de Argentina o todo Irán. Con represas, carreteras y puertos sobre el río Amazonas. Y para esto, la clave está en la liberación de territorio, en ganar espacio a la selva, en talar árboles. Todo basado en el mismo principio que utiliza, por ejemplo, China para no cumplir con las reducciones de emisiones de carbono que aumentan el calentamiento global y que es un mensaje para las grandes potencias occidentales: «Ustedes se desarrollaron desforestando y contaminando; ahora nosotros queremos tener la misma oportunidad«.

Calha Norte fue desarrollado en 1985, durante el gobierno de José Sarney, y con Brasil –así como el resto de América Latina- bajo la influencia de Estados Unidos. Las justificaciones del proyecto fue la fuerte presencia de militares cubanos en Surinam, así como las guerrillas colombianas, del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que constituía una hipotética amenaza comunista.

 

También, los militares querían combatir el contrabando en la frontera y morigerar los conflictos entre empresas mineras, garimpeiros (mineros informales) e indígenas. En ese momento, la Iglesia Católica se opuso firmemente a la iniciativa. «El proyecto acelerará el proceso de destrucción de la cultura indígena, además de representar un desperdicio de recursos financieros, materiales y humanos que podrían ser destinados a obras de infraestructura y apoyo a la población del Amazonas», dijeron los obispos en un comunicado. Después vinoFernando Collor de Mello que no tenía ningún interés en el asunto y la caída del Muro de Berlín hizo el resto. Calha Norte quedó archivado hasta que los militares, que constituyen una fuerza fundamental del gobierno de Bolosnaro, lo desempolvaron.

El resultado lo vimos en las últimas semanas. Una combinación de la voracidad por nuevas tierras de los productores rurales, una sequía profunda y el comienzo de algunas obras relacionadas con el Calha Norte.

Más de 70.000 focos de incendio, provocados fundamentalmente por la deforestación. De acuerdo al Instituto Nacional de Investigación Espacial, sólo en el mes de julio se deforestaron 2.254 kilómetros cuadrados, un 278% más que en el mismo mes del año pasado. Una tragedia para la Humanidad que Bolsonaro intentó esta semana traspasarla a las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que protegen el Amazonas. «Puede estar ocurriendo, es una posibilidad, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esas ONG ambientalistas para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil; esa es la guerra que enfrentamos», dijo Bolsonaro. Y lanzó una frase ingeniosa: «Antes me trataban del ‘monstruo de la motosierra’ y ahora dicen que soy ‘Nerón'». Algunos periodistas brasileños ya lo denominan «El Nerón del Amazonas«.

En febrero, tres ministros de Bolsonaro presentaron en Tiriós, estado de Pará, los planes para construir un puente sobre el río Amazonas en la ciudad de Óbidos, una hidroeléctrica en Oriximiná y la extensión de la carretera BR-163 hasta la frontera con Surinam. Esa es la columna vertebral del Calha Norte. De acuerdo a un documento oficial publicado por la plataforma «openDemocracy», el plan de Bolsonaro es «ocupar la región amazónica con infraestructura estratégica para evitar que otro proyecto multilateral de protección de la selva, denominado corredor ecológico Triple A: Andes – Amazonas – Atlántico, pueda ser implementado en el futuro».

 

Y una de las páginas del powerpoint en el que se presentó el proyecto, de acuerdo a openDemocracy, dice que «hay que poner en práctica el Calha Norte sobre la cuenca del Amazonas e integrarlo al resto del territorio nacional, para hacer frente a las presiones internacionales«. Durante la campaña en 2018, Bolsonaro citó la idea del Triple A como una amenaza a la soberanía del país. El proyecto de cuidado del medio ambiente continental denominado «Corredor AAA«, fue propuesto hace unos años por un ambientalista colombiano con el propósito de formar un gran corredor ecológico que abarcara 135 millones de hectáreas de bosque tropical, que se extendería de los Andes al Atlántico, pasando por el Amazonas.

Los documentos del gobierno brasileño dicen que «existe actualmente una campaña globalista que relativiza la Soberanía Nacional en la Cuenca Amazónica, usando una combinación de presión internacional y opresión psicológica tanto externa como interna. Esa campaña moviliza a ONGs ambientalistas e indigenistas, además de los medios de comunicación, para ejercer presiones diplomáticas y económicas. Implica también a las minorías indígenas y quilombolas (afrodescendientes) para que actúen con el apoyo de instituciones públicas de los niveles federal, estatal y municipal. El resultado de este movimiento restringe la libertad de acción del gobierno».

La primera fase del Calha Norte es continuar la ruta transamazónica BR-163, que actualmente conecta Cuiabá y Santarém, hasta la frontera con Surinam. Luego, se conectará esta carretera con otras que den acceso a Manaos, Porto Velho y la frontera con Venezuela. Esto incluye un gran puente sobre el río Amazonas frente al puerto de Óbidos. En forma paralela se construirá el complejo de vías del ferrocarril EF-170 o Ferrogrão. Al mismo tiempo, se levantará la central hidroeléctrica de Oriximiná, en el río Trombetas, con capacidad para generar energía para todo el Amazonas, particularmente las ciudades de Manaos, Macapá y Boa Vista, que sufren permanentes cortes de luz. Y si a esto se le suma la presión del sector agrícola ganadero que expande cotidianamente la frontera de las tierras aptas para el cultivo o el engorde de animales a través de las «queimadas», el resultado es una deforestación masiva como nunca antes se vio en la Tierra y que propicia los devastadores incendios que estamos viendo.

La tala de árboles en la Amazonia aumentó un 15% entre agosto de 2018 y julio de 2019, en comparación con el mismo período del año anterior. Según el Sistema de Alerta de Deforestación se registraron 5.042 kilómetros cuadrados de devastación. La organización ambientalista Imazon informó que sólo en el mes de julio, la destrucción de los bosques ascendió a 1.287 kilómetros cuadrados, eso corresponde a un aumento del 66% con respecto a julio del año anterior cuando la deforestación alcanzó los 777 kilómetros cuadrados. Y se avanzó sobre las áreas de conservación: la unidad protegida Triunfo do Xingu perdió 82 kilómetros cuadrados en el mes de julio, la de Florex Río Preto-Jacundá 40 km. y la Resex Jaci-Paraná 25. También se perdieron tierras de las reservas indígenas del estado de Pará: Apyterewa, Trincheira Bacajá e Ituna/Itatá.

Hasta que no oscureció a las tres de la tarde sobre San Pablo por la columna de humo de los incendios –que de acuerdo a las fotos satelitales ya cruzan como un cuchillo el corazón de Sudamérica- no hubo reacción del gobierno brasileño. La comunidad internacional ya había puesto el grito en el cielo.

Noruega, el principal donante del Fondo Amazonia, el mecanismo de cooperación global que más recursos aporta para reducir los gases de efecto invernadero por la deforestación, anunció que no entregará los 30 millones de euros que tenía comprometidos. Era la reacción por los incendios y a la medida del gobierno brasileño de cambiar de forma unilateral al equipo directivo que gestiona el fondo. Inmediatamente, el segundo aportante, Alemania, se sumó al boicot. La respuesta de Bolsonaro fue brutal: «Tengo un mensaje para la querida Angela Merkel: agarrá tu dinero y reforestá Alemania. Lo necesitan mucho más allí que aquí«. Y cuando le preguntaron por la decisión de Oslo, añadió: «¿No es Noruega la que mata ballenas en el Polo Norte? Agarren su dinero y vayan a ayudar a Merkel a reforestar Alemania».

 

Bolsonaro también se enfrentó al Papa Francisco, que se prepara para liderar un sínodo especial sobre la Amazonía en octubre. Bergoglio cuestionó «la mentalidad ciega y destructiva» de aquellos que buscan beneficiarse de la selva tropical más grande del mundo. «Lo que está sucediendo en la Amazonía tendrá repercusiones a nivel mundial», advirtió. La respuesta del presidente brasileño cuando le pidieron un comentario sobre lo que había dicho el Papa fue: «Brasil es la virgen que todo pervertido extranjero quiere tener en sus manos».

Y sobre el fin de semana, vino la reacción de otros países europeos. Francia e Irlanda anunciaron que se opondrán al acuerdo recientemente anunciado de un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur porque Bolsonaro no muestra un compromiso real de cuidar el medio ambiente.

«Teniendo en cuenta la actitud de Brasil en las últimas semanas, el presidente de la República se ve obligado a denunciar que el presidente Bolsonaro le mintió durante la cumbre del G20 en Osaka», dice el comunicado oficial de la oficina del presidente Emmanuel Macron.

«Las decisiones y propósitos vertidos por el mandatario brasileño en estas semanas muestran bien que el presidente Bolsonaro decidió no respetar los compromisos climáticos ni esforzarse en materia de biodiversidad. En las actuales condiciones, Francia se opone al acuerdo con el Mercosur», concluyó.

Casi al unísono, el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, dijo que estaba «muy preocupado» por lo que estaba sucediendo y que seguirá muy de cerca el comportamiento del gobierno brasileño en los próximos dos años. «Si no cuida el medio ambiente no ratificaremos el tratado», dijo Varadkar, echando por tierra el esfuerzo de 20 años de negociaciones por parte de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil.

Los ambientalistas brasileños dicen que sólo la presión internacional podrá detener el proyecto Calha Norte que promete «pavimentar» el Amazonas. Si se ve muy ahogado, tal vez, Bolsonaro termine negociando más ayudas y créditos a cambio de morigerar los efectos de las rutas y ferrocarriles que van a atravesar la selva con su inevitable deforestación.

Pero seguramente no se detendrá en el «desarrollo» de su Amazonía y del «pulmón de todos». Está en su ADN. Fue su proyecto «secreto» desde que lanzó su campaña a la presidencia. Y seguramente tendrá el apoyo de su amigo Donald Trump, así como de los autócratas Vladimir Putin y Xi Jinping, que creen como él que el interés de sus economías está por delante del cuidado del medio ambiente para todo el planeta.

 

Fotografía: El incendio de noche / REUTERS.

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EL MIEDO HA LLEGADO


LeilaAbidar

PUBLICADO EL 10 marzo, 2019

 63 horas, el miedo ha llegado

 

Los alimentos refrigerados han comenzado a dañarse, no se consigue gasolina para desplazarnos y menos para alimentar la pequeña planta de un vecino que mantiene el congelador de otro y que se hizo pequeño para guardar lo poco que hemos podido salvar de nuestras neveras.

Escribo y pienso en mi mama y mis sobrinos pequeños, siento miedo de que esto se prolongue. No hay noticias al respecto, no informan sobre lo que realmente ha ocurrido en nuestro central hidroeléctrica del Guri, se ha limitado el sátrapa a sacar el ejército a la calle… creo que lo que se viene en la próximas horas es el saqueo, la desesperación marcará la pauta. Ayer dos amigas quedaron atrapadas en un minimarket por una turba que rodeó el local. Los nefastos colectivos (fuerzas de choque del régimen) amenazando al pueblo y aterrorizándolo, haciendo disparos al aire en Caracas en las zonas populares para sembrar miedo…

¿Qué nombre ponerle a esto que nos pasa?

Ruego al cielo no enfermarnos, que no nos falte comida, al menos a los mas vulnerables, que no quedemos incomunicados, que no tengamos que salir de noche por una emergencia…

Control de daños, administración de recursos, solidaridad vecinal, cuidarnos en extremo para no enfermar, no estar solos mucho tiempo, tratar de reír a pesar de…

¿Cómo estarán en los barrios?

¿Qué más tiene que pasar?

Ya no tengo ni ganas de hablar…

 

REPRODUCIDO DEelblogdeleilaabidar.wordpress.com

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA


th

Me moriré en París con aguacero,

Un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París –y no me corro-

Tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

 

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso

Estos versos, los húmeros me he puesto

A la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,

Con todo mi camino, a verme solo.

 

César Vallejo ha muerto, le pegaban

Todos sin que él les haga nada;

Le daban duro con un palo y duro

También con una soga; son testigos

Los días jueves y los huesos húmeros,

La soledad, la lluvia, los caminos…

 

César Vallejo.

 

( De: POEMAS HUMANOS -1939- )

 

Imagen: César Vallejo por Pablo Picasso.

 

 

 

¿Qué tanto han cambiado el lenguaje y los símbolos en Venezuela desde la llegada del chavismo al poder?- por Leo Felipe Campos


a través de ¿Qué tanto han cambiado el lenguaje y los símbolos en Venezuela desde la llegada del chavismo al poder?- por Leo Felipe Campos

POST LARGO PERO QUE MERECE LEERSE Y GUARDAR PARA CONSULTAS E INFORMACIÓN.

EL LENGUAJE ES MÓVIL, CAMBIANTE Y ESOS METALENGUAJES, JERGAS O COMO QUIERA LLAMÁRSELES A VECES TIENEN MÍNIMA DURACIÓN PERO MÁXIMA PENETRACIÓN.

¡GRACIAS «vomiteunconejito.wordpress.com» Y LEO FELIPE CAMPOS!

MANOLO.

EL «TERROR» POR «EL BALDOR»


https___4.bp.blogspot.com_-u8SyzEdUZcE_WmqHfBO6edI_AAAAAAAABcc_ikFOR8vulMcFazbRSnO11_7A7hmJkbe0ACLcBGAs_s1600_Libro_de_Algebra_Aurelio_Baldor

Este texto me lo pasó un compañero de colegio, es largo para un post habitual pero me ha parecido tan hermoso que quisiera compartirlo con ustedes. Las matemáticas nunca fueron mi fuerte y el libro de Aurelio Baldor («El Baldor») fue mi terror, ese que estoy seguro es  compartido con muchos estudiantes  de secundaria de América Latina.

Manolo.
Aurelio Baldor, el autor del libro que más terror despierta en los estudiantes de bachillerato de toda Latinoamérica, no nació en Bagdad. Nació en La Habana, Cuba, y su problema más difícil no fue una operación matemática, sino la revolución de Fidel Castro. Esa fue la única ecuación inconclusa del creador del Álgebra de Baldor, un apacible abogado y matemático que se encerraba durante largas jornadas en su habitación, armado sólo de lápiz y papel para escribir un texto que desde 1941 aterroriza y apasiona a millones de estudiantes de toda Latinoamérica.

El Álgebra de Baldor, aun más que El Quijote de la Mancha, es el libro más consultado en los colegios y escuelas desde Tijuana hasta la Patagonia. Tenebroso para algunos,misterioso para otros y definitivamente indescifrable para los adolescentes que intentan resolver sus «misceláneas» a altas horas de la madrugada, es un texto que permanece en la cabeza de tres generaciones que ignoran que su autor, Aurelio Ángel Baldor, no es el terrible hombre árabe que observa con desdén calculado a sus alumnos amedrentados, sino el hijo menor de Gertrudis y Daniel, nacido el 22 de octubre de 1906 en La Habana, y portador de un apellido que significa «valle de oro» y que viajó desde Bélgica hasta Cuba.

Daniel Baldor Reside en Miami y es el tercero de los siete hijos del célebre matemático.Inversionista, consultor y hombre de finanzas, Daniel vivió junto a sus padres, sus seis hermanos y la abnegada nana negra que los acompañó durante más de cincuenta años, el drama que se ensañó con la familia en los días de la revolución de Fidel Castro.

Aurelio Baldor era el educador más importante de la isla cubana durante los años cuarenta y cincuenta. Era fundador y director del Colegio Baldor, una institución que tenía 3.500 alumnos y 32 buses en la calle 23 y 4, en la exclusiva zona residencial del Vedado. Un hombre tranquilo y enorme, enamorado de la enseñanza y de mi madre, quien hoy lo sobrevive, y que pasaba el día
ideando acertijos matemáticos y juegos con «números», recuerda Daniel, y evoca a su Padre caminando con sus 100 kilos de peso y su proverbial altura de un metro con noventa y cinco centímetros por los corredores del colegio, siempre con un cigarrillo en la boca, recitando frases de Martí y con su álgebra bajo el brazo, que para entonces, en lugar del retrato del sabio árabe intimidante, lucía una sobria carátula roja.

Los Baldor vivían en las playas de Tarará en una casa grande y lujosa donde las puestas de sol se despedían con un color distinto cada tarde y donde el profesor dedicaba sus tardes a leer, a crear nuevos ejercicios matemáticos y a fumar, la única pasión que lo distraía por instantes de los números y las ecuaciones. La casa aún existe y la administra el Estado cubano. Hoy hace parte de una villa turística para extranjeros que pagan cerca de dos mil dólares para pasar una semana de verano en las mismas calles en las que Baldor se cruzaba con el «Che» Guevara, quien vivía a pocas casas de la suya, en el mismo barrio.

«Mi padre era un hombre devoto de Dios, de la patria y de su familia», afirma Daniel. «Cada día rezábamos el rosario y todos los domingos, sin falta, íbamos a misa de seis, una costumbre que no se perdió ni siquiera después del exilio». Eran los días de riqueza y filantropía, días en que los Baldor ocupaban una posición privilegiada en la escalera social de la isla y que se esmeraban en distribuir justicia social por medio de becas en el colegio y ayuda económica para los enfermos de cáncer.

El 2 de enero de 1959 los hombres de barba que luchaban contra Fulgencio Batista se tomaron La Habana. No pasaron muchas semanas antes de que Fidel Castro fuera personalmente al Colegio Baldor y le ofreciera la revolución al director del colegio. «Fidel fue a decirle a mi padre que la revolución estaba con la educación y que le agradecía su valiosa labor de maestro…,
pero ya estaba planeando otra cosa», recuerda Daniel. Los planes tendría que ejecutarlos Raúl Castro, hermano del líder del nuevo gobierno, y una calurosa tarde de septiembre envió a un piquete de revolucionarios hasta la casa del profesor con la orden de detenerlo. Sólo una contraorden de Camilo Cienfuegos, quien defendía con devoción de alumno el trabajo de Aurelio Baldor, lo salvó de ir a prisión. Pero apenas un mes después la familia Baldor se quedó sin protección, pues Cienfuegos, en un vuelo entre Camagüey y La Habana, desapareció en medio de un mar furioso que se lo tragó para siempre. «Nos vamos de vacaciones para México, nos dijo mi papá. Nos reunió a todos, y como si se tratara de una clase de geometría nos explicó con precisión milimétrica cómo teníamos que prepararnos. Era el 19 de julio de 1960 y él estaba más sombrío que de costumbre. Mi padre era un hombre que no dejaba traslucir sus emociones, muy analítico, de una fachada estricta, durísima, pero ese día algo misterioso en su mirada nos decía que las cosas no andaban bien y que el viaje no era de recreo», dice el hijo de Baldor.

Un vuelo de Mexicana de Aviación los dejó en la capital azteca. La respiración de Aurelio Baldor estaba agitada, intranquila, como si el aire mexicano le advirtiera que jamás regresaría a su isla y que moriría lejos, en el exilio. El profesor, además del dolor del destierro, cargaba con otro temor. Era infalible en matemáticas y jamás se equivocaba en las cuentas, así que si calculaba bien, el dinero que llevaba le alcanzaría apenas para algunos meses. Partía acompañado de una pobreza monacal que ya sus libros no podrían resolver, pues doce años atrás había vendido los derechos de su álgebra y su aritmética a Publicaciones Culturales, una editorial mexicana, y había invertido el dinero en su escuela y su país.

La lucha empezaba. Los Baldor, incluida la nana, se estacionaron con paciencia durante 14 días en México y después se trasladaron hasta Nueva Orleáns, en Estados Unidos, donde se encontraron con el fantasma vivo de la segregación racial. Aurelio, su mujer y sus hijos eran de color blanco y no tenían problemas, pero Magdalena, la nana, una soberbia mulata cubana, tenía que separarse de ellos si subían a un bus o llegaban a un lugar público. Aurelio Baldor, heredero de los ideales libertarios de José Martí, no soportó el trato y decidió llevarse a la familia hasta Nueva York, donde consiguió alojamiento en el segundo piso de la propiedad de un italiano en Brooklyn, un vecindario formado por inmigrantes puertorriqueños, italianos, judíos y por toda la melancolía de la pobreza. El profesor, hombre friolento por naturaleza, sufrió aun más por la falta de agua caliente en su nueva vivienda, que por el desolador panorama que percibía desde la única ventana del segundo piso.

La aristocrática familia que invitaba a cenar a ministros y grandes intelectuales de toda América a su hermosa casa de las playas de Tarará, estaba condenada a vivir en el exilio, hacinada en medio del olvido y la sordidez de Brooklyn, mientras que la junta revolucionaria declaraba la nacionalización del Colegio Baldor y la expropiación de la casa del director, que sirvió durante años como escuela revolucionaria para formar a los célebres «pioneros». La suerte del colegio fue distinta. Hoy se llama Colegio Español y en él estudian 500 estudiantes pertenecientes a la Unión Europea. Ningún niño nacido en Cuba puede pisar la escuela que Baldor había construido para sus compatriotas.

Lejos de la patria Aurelio Baldor trató en vano de recuperar su vida. Fue a clases de inglés junto a sus hijos a la Universidad de Nueva York y al poco tiempo ya dictaba una cátedra en Saint Peters College, en Nueva Jersey. Se esforzó para terminar la educación de sus hijos y cada uno encontró la profesión con que soñaba: un profesor de literatura, dos ingenieros, un inversionista, dos administradores y una secretaria. Ninguno siguió el camino de las matemáticas, aunque todos continuaron aceptando los desafíos mentales y los juegos con que los retaba su padre todos los días.

Con los años, Baldor se había forjado un importante prestigio intelectual en los Estados Unidos y había dejado atrás las dificultades de la pobreza. Sin embargo, el maestro no pudo ser feliz fuera de Cuba. No lo fue en Nueva York como profesor, ni en Miami donde vivió su retiro acompañado de Moraima, su mujer, quien hoy tiene 89 años y recuerda a su marido como el hombre más valiente de todos cuantos nacieron en el planeta. Baldor jamás recuperó sus fantásticos cien kilos de peso y se encorvó poco a poco como una palmera monumental que no puede soportar el peso del cielo sobre sí. «El exilio le supo a jugo de piña verde. Mi padre se murió con la esperanza de volver»,
asegura su hijo Daniel.

El autor del Algebra de Baldor se fumó su último cigarrillo el 2 de abril de 1978. A la mañana siguiente cerró los ojos, murmuró la palabra Cuba por última vez y se durmió para siempre. Pero sus siete hijos, quince nietos y diez biznietos, siempre supieron y sabrán que a Aurelio Baldor lo mataron la nostalgia y el destierro.