Ruski le abre los brazos a Veneco y empieza a darle un abrazo de oso que será cada vez más estrecho hasta que a Veneco le falte el aire, se ahogue y Ruski seguirá apretando más y más…
Lo mismo le pasó a Guaguancó hace bastante tiempo y mírenlo ahora; igual sucedió con el Osito Berlinés y ahora todavía se sacude del abrazo que su “primo” le dio y eso que solo fue a la mitad que Ruski apapachó…
“¡Otros tiempos…!” dirán y es verdad, pero las mañas de Ruski permanecen intactas y su ensayado abrazo es cada vez más fuerte aunque el domador original esté momificado y el padrecito muerto; ahora es otra la música con la que Ruski baila y otro el balalaikista pero sus evoluciones aprendidas de antiguo terminan siempre abrazando al que se le pone enfrente y cree lo de la fiesta y el cariño amigable.
¡Pobre Veneco que no leyó la Historia, que no se sabe el cuento del abrazo del oso…!
¿Soltarse de las patas para evitar sus garras? Ruski aprieta y como unas navajas afiladas, de acero, las garras penetran en la carne…
Solo un milagro salvará a Veneco y dicen los que saben que Ruski se pone en secreto de acuerdo con el Dragón Tragón y hay una corte de bichos que los siguen para ver si los compadres dejan despojos regados por los llanos.
Imagen: tallerdedibujos.wordpress.com
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