LEJOS Y CERCA


 

Fuente clarin.com

Siria está muy lejos geográficamente hablando y realmente cerca, en el corazón mismo de nuestros sentimientos.

No podemos quedar indiferentes, “interpretar los sucesos”, ver las noticias y volver a las cosas que son nuestra rutina.

En Siria están muriendo en este instante y aquí el ruido del tráfico, continúa en las calles. Me parece terrible que el mundo sea espectador de la barbarie, venga de donde venga: el miedo atenaza, el horror paraliza.

Aunque sirva de poco, hay que elevar la voz. Aunque no nos escuchen, decir firmes un ¡no! Estoy seguro que una voz sola puede ser acallada, pero un millón de voces, al unísono, lograrán que por lo menos atiendan y escuchen los que deben hacerlo. Siria está muy lejos y muy cerca: el ruido de las armas no podrá apagar nunca nuestras voces unidas.

 

Fuente foto: clarin.com

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PEQUEÑO DESCANSO


 

Hasta el próximo jueves.

Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.

¡Hasta entonces!descanso

EL RUIDO MEDIÁTICO.


El ruido mediático toma camino electoral.

Sazonado con escándalos faranduleros, noticias de crónica roja, desgracias naturales y coyunturas varias el camino que la hiper inflada «información» que desconcierta, marea y tramposamente «orienta» va tomando un cauce previsible. La invasión de los espacios que el ciudadano tiene por las ofertas, promesas y toda esa retahila de temas inmediatistas que personajes de diverso pelaje a los que parece unir la ambición del poder hace, se empieza a tornar más fuerte.

La bulla crece y se tvolverá ensordecedora. Aparecerán nuevos medios con «la única misión de informar», financiados por intereses ocultos o no tanto y nos convertiremos más que en receptores, en vertederos. Y sin embargo, las trampas siguen, las sacadas de cuerpo también.  Se afilan los cuchillos de la distracción y los espejitos que marean a los electores brillan al sol con más fuerza.

Ayer un taxista reflexionaba sobre «cómo van a dejar nuestra ciudad con tres elecciones casi seguidas», mientras pasábamos debajo de un par de pasacalles que demostraban aspiración edil. Y yo pensaba en la ciudad de Lima, en las ciudades del interior del país y en los ciudadanos. Y pienso también que mi profesión es «hacer bulla», es decir, llamar la atención para ofrecer y convencer: soy publicista. Pero aprendí a hacer certeros los mensajes, a lograr que sean efectivos y tengan resultado positivo. No se trata de jugar a la gallina ciega y ver si se le acierta a alguien. Los españoles tienen una frase: «marear la perdiz» . Y eso es lo que sucede con toda esta cacofonía visual y auditiva: marea.

ROBA PERO HACE.


La primera vez que escuché esta frase, se la atribuían a un politicastro brasilero que la usaba como tema para levantar votos. Fue hace tanto tiempo que no le tomé atención, pero ahora resulta que se ha convertido en una realidad porque parece que lo único que importa es la «eficiencia» en materia de gobierno sea este de la ciudad, regional o nacional.

«O tempora, o mores!» dijo Cicerón (sin signo de admiración que no existe en latín) en uno de sus famosos discursos. Y tal vez lo hubiera repetido ahoy a través de RPP : Qué tiempos, qué moral!.

Resulta pues que no importa que se robe. Lo que se espera es que se haga obra, dándose por descontado lo del latrocinio. Es decir, NADIE que esté en política dejará de robar. Pero que por lo menos haga alguito que quede para todos. Triste opinión.

Y lo peor es que muy pocas personas parecen reaccionar. La «eficiencia» prima. Lo que pasa es que cuando la capa de asfalto de una nueva pista es tan tenue que al poco tiempo se gasta por el paso de los vehículos porque se usó menos y se presupuestó mas, recién se acusa al ladrón y la soplada de pluma se eterniza hasta desaparecer en la nada. Sucede lo mismo con las edificaciones que se caen, las compras que no sirven o las adjudicaciones acordadas. Porque -ojo- esto del robo no es un impromptu, sino una conducta. Algo aprendido y desgraciadamente practicado. Hasta que llega y estalla en la cara de los afectados que recién se dan cuenta que la deshonestidad cobra siempre un alto precio y lo solemos pagar todos.

Me parece tremendo que en la polémica, alguien trate de obviar la honestidad en aras de ofrecer eficiencia. «A las palabras se las lleva el viento», dicen. «Las palabras pasan y las obras quedan», dicen. «Hechos y no palabras», decían. Todas curiosas excusas para ocultar realidades oscuras, porque cuando prefieres que una empleada del hogar a la que le has dado toda tu confianza te robe ropa y comida frecuentemente pero que no se lleve la refrigeradora, algo malo pasa. El robo es el robo. Pequeño, mediano o grande. O tal vez como en la zarzuela «La Gran Vía» la música disfraza a la realidad de los «Ratas» : «Soy el rata primero….Y yo el segundo….y yo el tercero…Siempre que nos persigue la autoridad, estamos seguritos, timamos más…»