
La primera vez que escuché esta frase, se la atribuían a un politicastro brasilero que la usaba como tema para levantar votos. Fue hace tanto tiempo que no le tomé atención, pero ahora resulta que se ha convertido en una realidad porque parece que lo único que importa es la «eficiencia» en materia de gobierno sea este de la ciudad, regional o nacional.
«O tempora, o mores!» dijo Cicerón (sin signo de admiración que no existe en latín) en uno de sus famosos discursos. Y tal vez lo hubiera repetido ahoy a través de RPP : Qué tiempos, qué moral!.
Resulta pues que no importa que se robe. Lo que se espera es que se haga obra, dándose por descontado lo del latrocinio. Es decir, NADIE que esté en política dejará de robar. Pero que por lo menos haga alguito que quede para todos. Triste opinión.
Y lo peor es que muy pocas personas parecen reaccionar. La «eficiencia» prima. Lo que pasa es que cuando la capa de asfalto de una nueva pista es tan tenue que al poco tiempo se gasta por el paso de los vehículos porque se usó menos y se presupuestó mas, recién se acusa al ladrón y la soplada de pluma se eterniza hasta desaparecer en la nada. Sucede lo mismo con las edificaciones que se caen, las compras que no sirven o las adjudicaciones acordadas. Porque -ojo- esto del robo no es un impromptu, sino una conducta. Algo aprendido y desgraciadamente practicado. Hasta que llega y estalla en la cara de los afectados que recién se dan cuenta que la deshonestidad cobra siempre un alto precio y lo solemos pagar todos.
Me parece tremendo que en la polémica, alguien trate de obviar la honestidad en aras de ofrecer eficiencia. «A las palabras se las lleva el viento», dicen. «Las palabras pasan y las obras quedan», dicen. «Hechos y no palabras», decían. Todas curiosas excusas para ocultar realidades oscuras, porque cuando prefieres que una empleada del hogar a la que le has dado toda tu confianza te robe ropa y comida frecuentemente pero que no se lleve la refrigeradora, algo malo pasa. El robo es el robo. Pequeño, mediano o grande. O tal vez como en la zarzuela «La Gran Vía» la música disfraza a la realidad de los «Ratas» : «Soy el rata primero….Y yo el segundo….y yo el tercero…Siempre que nos persigue la autoridad, estamos seguritos, timamos más…»
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