Hasta el próximo jueves.
Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.
Imagen: angustiodelacalle.files.wordpress.com/
Todos los que anoche vieron el programa de Jaime Bayly en canal 2 TV, fueron testigos de -para mi- uno de los jemplos más claros y didácticos que se han ofrecido en un medio de comunicación.
«La combi» ha logrado dejar en claro apetitos y trasfondos que estuvieron olvidados o pasaron desapercibidos. Seguramente mucho se debe estar escribiendo sobre este tema y ello abona en popularidad para Jaime y su cacareado proyecto presidencial.
Con la sorna que le caracteriza, Bayly destruyó minuciosamente a José Barba, desnudándolo con citas, bromas, recuerdos, marchas y contramarchas. Asistimos al apedreamiento de un personaje cuyo techo de vidrio lo hace peligrosamente débil, aunque su segura tranquilidad haga presagiar una impermeabilidad absoluta o un techo de vidrio oscuro y con blindaje especial.
Los vericuetos políticos y su total indiferencia ante el zigzagueo de lealtades que ostenta, así como su desparpajo para enfrentar desde una pateadura fraterna hasta la admisión en cámaras acerca de que su partido es «de tres» (con una baja inmediata al desmarcarse Bayly ya entonces), para tiempo más tarde afirmar que sus partidarios forman legión, son asombrosos.
Bayly demolió a Barba y salpicó a Kouri sin que la sangre llegara al río, a pesar de los «cuatro millones de razones» que esgrimió para no votar por él.
La combi le pareció maloliente, le asquearon los anteriores pasajeros y se encontró con un «hermano indeseado». Se bajó de la combi. Y si es cierto que en política no hay que ser ingenuo, mi pregunta es: Para qué subió?
El ruido mediático toma camino electoral.
Sazonado con escándalos faranduleros, noticias de crónica roja, desgracias naturales y coyunturas varias el camino que la hiper inflada «información» que desconcierta, marea y tramposamente «orienta» va tomando un cauce previsible. La invasión de los espacios que el ciudadano tiene por las ofertas, promesas y toda esa retahila de temas inmediatistas que personajes de diverso pelaje a los que parece unir la ambición del poder hace, se empieza a tornar más fuerte.
La bulla crece y se tvolverá ensordecedora. Aparecerán nuevos medios con «la única misión de informar», financiados por intereses ocultos o no tanto y nos convertiremos más que en receptores, en vertederos. Y sin embargo, las trampas siguen, las sacadas de cuerpo también. Se afilan los cuchillos de la distracción y los espejitos que marean a los electores brillan al sol con más fuerza.
Ayer un taxista reflexionaba sobre «cómo van a dejar nuestra ciudad con tres elecciones casi seguidas», mientras pasábamos debajo de un par de pasacalles que demostraban aspiración edil. Y yo pensaba en la ciudad de Lima, en las ciudades del interior del país y en los ciudadanos. Y pienso también que mi profesión es «hacer bulla», es decir, llamar la atención para ofrecer y convencer: soy publicista. Pero aprendí a hacer certeros los mensajes, a lograr que sean efectivos y tengan resultado positivo. No se trata de jugar a la gallina ciega y ver si se le acierta a alguien. Los españoles tienen una frase: «marear la perdiz» . Y eso es lo que sucede con toda esta cacofonía visual y auditiva: marea.
El tema de los «vientres de alquiler» en la política peruana demuestra a qué nivel se ha llegado en algo tan importante como la elección del futuro nacional. Definitivamente no importa nada con tal de «llegar». Poco a poco la bastardización de una actividad que engloba a toda la vida nacional va dejando ver las miserias y la basura que producen la impresión de vivir en un enorme relleno sanitario. Lo ocurrido que para algunos es un tecnicismo legal, no es otra cosa que comprobar hasta donde puede llegar la degradación de las personas e instituciones. Si en algún malhadado «talk show» había participantes que lamían los pies de alguien por un premio pecuniario, esto no parece ser distinto. Es que vamos a aceptar que todo esto suceda en nuestro país? Queremos entrar al libro de los Records Guiness como ganadores en la categoría «Republicucha» (porque ya no seremos ni republiqueta)?
Vergüenza debería darnos el que la podredumbre siga siendo el estado natural del lugar donde «el indómito inca prefiriendo morir, legó a su raza la gran herencia de su valor».
La primera vez que escuché esta frase, se la atribuían a un politicastro brasilero que la usaba como tema para levantar votos. Fue hace tanto tiempo que no le tomé atención, pero ahora resulta que se ha convertido en una realidad porque parece que lo único que importa es la «eficiencia» en materia de gobierno sea este de la ciudad, regional o nacional.
«O tempora, o mores!» dijo Cicerón (sin signo de admiración que no existe en latín) en uno de sus famosos discursos. Y tal vez lo hubiera repetido ahoy a través de RPP : Qué tiempos, qué moral!.
Resulta pues que no importa que se robe. Lo que se espera es que se haga obra, dándose por descontado lo del latrocinio. Es decir, NADIE que esté en política dejará de robar. Pero que por lo menos haga alguito que quede para todos. Triste opinión.
Y lo peor es que muy pocas personas parecen reaccionar. La «eficiencia» prima. Lo que pasa es que cuando la capa de asfalto de una nueva pista es tan tenue que al poco tiempo se gasta por el paso de los vehículos porque se usó menos y se presupuestó mas, recién se acusa al ladrón y la soplada de pluma se eterniza hasta desaparecer en la nada. Sucede lo mismo con las edificaciones que se caen, las compras que no sirven o las adjudicaciones acordadas. Porque -ojo- esto del robo no es un impromptu, sino una conducta. Algo aprendido y desgraciadamente practicado. Hasta que llega y estalla en la cara de los afectados que recién se dan cuenta que la deshonestidad cobra siempre un alto precio y lo solemos pagar todos.
Me parece tremendo que en la polémica, alguien trate de obviar la honestidad en aras de ofrecer eficiencia. «A las palabras se las lleva el viento», dicen. «Las palabras pasan y las obras quedan», dicen. «Hechos y no palabras», decían. Todas curiosas excusas para ocultar realidades oscuras, porque cuando prefieres que una empleada del hogar a la que le has dado toda tu confianza te robe ropa y comida frecuentemente pero que no se lleve la refrigeradora, algo malo pasa. El robo es el robo. Pequeño, mediano o grande. O tal vez como en la zarzuela «La Gran Vía» la música disfraza a la realidad de los «Ratas» : «Soy el rata primero….Y yo el segundo….y yo el tercero…Siempre que nos persigue la autoridad, estamos seguritos, timamos más…»
lunes 1 de marzo de 2010
del blog TIEMPO COMPARTIDO
En estos días de lanzamientos de candidaturas, mediciones de intención de votos, veladas acusaciones entre dos posibles candidatos a la alcaldía de Lima, respaldos, oposiciones y recuerdos de actos anteriores de estos pre candidatos, el doctor Kouri ha esgrimido como pretexto de su paso recurrente por la salita del SIN de Montesinos, que se trató de errores cometidos por su juventud.
Este argumento, como recordaremos, fue igualmente esgrimido por el actual presidente de la República para demandar el apoyo del electorado, atribuyendo a su juventud los desastres de su primer gobierno, principalmente en su visión económica del país, y es posible que en ese aspecto haya cambiado, pero lo que se repite de su anterior gestión es la poca claridad en el manejo de los asuntos públicos y los recurrentes casos de corrupción que afectan la escena nacional.
Si pretendiéramos discriminar el error del acto deliberado, podríamos decir que el error no es privativo de los jóvenes, los viejos también cometen errores. Pero error es equivocarse en acciones de un propósito alturado. Si el señor Kouri hubiese decidido luchar contra la dictadura fujimontesinista, como correspondía a todo político demócrata, y en ese propósito se hubiese equivocado en opiniones y acciones, estaríamos evidentemente frente a un error. Pero si el señor Kouri decidió apoyar a la dictadura fujimontesinista para perpetuarla y sugerir en sus reuniones con Montesinos estrategias para destruir a otros actores políticos, -que sí luchaban contra el infame binomio Fujimori-Montesinos-, sugerir acciones populistas a favor de Fujimori y obtener ventajas para un proyecto que se encuentra actualmente judicializado, no estaríamos hablando de un error, estaríamos ante un acto deliberado de corrupción política y económica, y desde su perspectiva, sí logró los propósitos esgrimidos en sus arcanas reuniones con Montesinos, habría, y digo siempre desde su perspectiva personal, incurrido en un acierto y no en un error; un acierto logrado en el ámbito de corrupción liderado por la dupla actualmente encarcelada.
No es propósito de estas líneas adherir ninguna de las pre candidaturas, pretendemos señalar la relativización de la moral cuando nos toca ejercer nuestro derecho a elegir. Se ha venido diciendo que se trata de confrontar planes de gobierno regional y municipal, que debemos olvidarnos de las ofensas a la democracia, que la experiencia en asuntos municipales y regionales es suficiente argumento para garantizar una buena gestión, que de las visitas a la famosa salita de Montesinos sólo se acuerdan los periodistas, que a los ciudadanos lo menos que les interesa es el perfil demócrata del candidato, que se acepta al gobernante regional o alcalde que “robe pero que haga”.
Creemos que no es exclusivo de la experiencia el lograr una buena gestión edil, que se presentarán al proceso candidatos que pueden con orgullo exponer una limpia trayectoria y consecuencia democrática y que igualmente pueden hacer de la gestión municipal, expresión de eficiencia, solución de los urgentes problemas que afectan a la capital. Que en esta particular ocasión debemos meditar sobre el conocido aforismo: “preferido malo conocido que bueno por conocer”, pues corremos el riesgo que después de las elecciones sigamos en este vicioso círculo de reclamar claridad y transparencia en la función pública.
Concluimos señalando, que en el caso tratado, el error de juventud no puede esgrimirse como pretexto, pues se trató de actos deliberados de agresión a la democracia y contribución al intento de perpetuación de la dictadura.
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Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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