JAPÓN SIGUE PAGANDO EN EFECTIVO: EL 80% DE LAS TRANSACCIONES, EN «CASH»


JAPONESES

Dos jóvenes japonesas «purifican» sus billetes con agua sagrada para atraer la suerte (EFE)

 

Los japoneses siguen utilizando de forma mayoritaria el dinero en efectivo para realizar pagos, en contraste con el uso masivo del pago electrónico en otros países de su entorno. La cultura, la desconfianza y el envejecimiento dela población japonesa son algunas de las razones que explican este fenómeno, según informa Servimedia.

 

De acuerdo con un artículo que publica Financial Times, pese a que la imagen de Japón es la de un país de alta tecnología, es menos futurista en lo que respecta a cómo se pagan los bienes y servicios. En concreto, el dinero en efectivo sigue usándose en más del 80% de las transacciones que se realizan en Japón, mientras que, por ejemplo, en Corea el 90% de los pagos se realizan de forma electrónica y en China el 66%.

 

Grandes empresas japonesas han invertido mucho dinero en este campo, como Rakuten Pay, PayPay de SoftBank/Yahoo Japan y Line Pay de Line Corp. Asimismo, Amazon Pay ha entrado recientemente en el mercado, y grandes cadenas de tiendas de conveniencia como 7-Eleven y FamilyMart tienen sus propios sistemas de pago. Sin embargo, y a pesar del apoyo del Gobierno, ninguno de ellos ha alcanzado una masa crítica.

Resistencia al pago digital

Los principales obstáculos, según ‘Financial Times’, son la cultura y el envejecimiento de la población. Los japoneses desconfían de pagar con tarjeta de crédito en Internet y las personas mayores no están familiarizadas con los pagos digitales y prefieren el efectivo. Además, las empresas de tarjetas de crédito cobran comisiones del 4% a las tiendas, y dado que en Japón hay muchas sucursales bancarias y más de 200.000 cajeros automáticos, un cambio no es urgente.

En Corea del Sur, el 90% de los pagos se realizan de forma electrónica y en China el 66%

Las empresas, agrega el artículo, han intentado atraer a los consumidores con incentivos en efectivo. PayPay ha gastado casi 100 millones de dólares en reembolsos este año y renunció a cobrar comisiones a las tiendas pequeñas, y Amazon hace lo mismo. La agresiva política de gastos promocionales de Line Corp y el aumento de sus costes de procesar los pagos explican que sus beneficios operativos cayeran un 30% en 2018.

«Cualquier compañía que pudiera reducir la dependencia de Japón del efectivo obtendría recompensas, pero los inversores deberían evitar enamorarse de las tecnologías de pago resbaladizas. Los japoneses de a pie son más inmunes a sus encantos», concluye ‘Financial Times’.

 

FUENTE: Tomado de «El Confidencial»

 

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LA OLA


LA OLA

Tal vez noten que he cambiado la imagen de fondo de este blog, “manologo”, en la que Pierce, la gata que ya no está, tomaba de un vaso de leche, en la mesa del desayuno; ahora lo que hay es “LA OLA” del pintor japonés Hokusai (Edo, hoy Tokio, 1760 – 1849); es un cambio y todo cambio merece una explicación, si la tiene, y en este caso es así.

 

Me enteré por mi sobrina Teresa, que ha venido de visita a Lima, que ella y sus dos hijas se han hecho en la piel idéntico tatuaje, en homenaje y recuerdo de mi hermana, que fue su madre y abuela, respectivamente: es uno que representa al mar, que Teté amó tanto…; entonces me sentí maravillado y a la vez en “offside”, como se dice en el lenguaje del  fútbol, porque mis recuerdos de Teté son eso, recuerdos, fotografías, escritos, pero nada que diga a los que lo ven que eso que llevo allí es porque pienso siempre en ella…

 

A estas alturas de mi vida no me voy a hacer un tatuaje y nunca pensé en hacérmelo antes, lo confieso, pero en ese offside-maravillado, pensé que este blog debía tener una imagen permanente que me recordara aún más –si esto es posible- a mi hermana Teté; eso no significa, por supuesto, que Pierce desaparezca, porque sigue ocupando un lugar en mi corazón y conservo en este blog su imagen como logotipo, pero esta ola es mi homenaje a esa hermana que ahora tampoco está y me dejó siendo el único Echegaray Gómez de la Torre existente; no es la imagen del mar calmo, con rumor de agua arrastrando las piedras como el domesticado de los Baños de Barranco, sino ese mar más libre, amplio y de aguas movidas que mojaba la playa de La Herradura, donde con Teté íbamos cuando ella llegaba (estando ya casada) de Arequipa, los 26 de diciembre para celebrar en ese mismo día el cumpleaños de Manuel Enrique, nuestro padre;  yo siempre intuí que ese era su regalo mayor y estoy seguro que así era al recordar la sonrisa de mi padre.

 

Ciertamente la ola de Hokusai es agresiva, pero el mar puede serlo y lo hermoso es su constante cambio que va desde esa calma en la que parece una lámina de metal, hasta el torbellino líquido y poderoso que se eleva hacia el cielo en olas increíbles.

 

Queda pues aquí, plasmado, este homenaje a Teté como un tatuaje virtual porque el tatuaje verdadero, para mí, está grabado en la memoria.

 

Imagen: closetart.wordpress.com

PEQUEÑO DESCANSO


 

Hasta el próximo jueves.

Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.

¡Hasta entonces!descanso

NO FUE DESASTROSO AQUÍ.


 

Ayer el país entero esperaba la llegada del tsunami, provocado por el sismo que remeció Japón con las trágicas consecuencias que conocemos y que en una verdadera maratón noticiosa escuchamos y vimos por todos los medios.

El tsunami llegó, pero sin la virulencia que se temía. Llegó de noche, ola tras ola y se fue en silencio. Llegó y la zona costera del Perú estaba esperándolo desde temprano. Las autoridades correspondientes y aquellas responsables hicieron un trabajo que pareció ser rápido y eficiente. La población respondió muy bien en algunos casos (con alguna exageración desinformada), pero como de costumbre hubo gente a la que no le importó, tomando la cosa como un espectáculo más que era preciso no perderse.

En mi anterior post ya hablé de ellos. Pero lo que quisiera recalcar es la actitud de las autoridades (que también parecen tener excepciones, en Chimbote, por ejemplo).

He visto varios desastres en nuestro país y en ninguno la autoridad hizo todo tan bien y rápidamente. Es cierto que el fenómeno dio tiempo para poner las cosas en orden y efectuar lo necesario, pero es de resaltar una actitud positiva y responsable en general. Hasta las palabras tranquilizadoras del presidente, conteniendo una lógica entendible por todos infundieron la confianza que se necesitaba en un momento de desconcierto y temor.

¿Estamos cambiando? Así lo esperamos.

De pronto, a costa de desastres hacemos lo que debemos hacer. Las responsabilidades son asumidas y gracias a Dios, las cosas salen bien. Hemos hecho, con la amenaza de tsunami, lo que era bueno hacer. Deben haber habido pequeños actos individuales de pillaje e individuos (muchos) que no creyeron, no respetaron las instrucciones de emergencia o se las saltaron a la torera, con riesgo de sus vidas. Eso no invalida esta especie de cambio. Aterrado cambio, si queremos, pero que deja enseñanzas.

“Más vale prevenir que lamentar”, dice el dicho. Felizmente el fenómeno no fue tan desastroso aquí, pero estábamos preparados y sabíamos como actuar.

A VECES NOS GUSTA SER IMBÉCILES.


Mirando la televisión veo que hay mucha gente que considera un “tsunami” que pone en peligro sus vidas, un espectáculo. Veo los malecones abarrotados, llenos de familias con niños incluidos, esperando. ¿Esperando qué?

¿Que una ola gigantesca haga estragos tales que la peor película de desastres se haga realidad?

Nuestro sentido de la desgracia y el peligro parece estar embotado.

Los reporteros de TV no podían creer lo que veían y escuchaban: gente que parecía asistir a una feria y opinaba que estaba ahí, cerca del mar, “para ver”

Y mientras tanto Japón buscaba a sus muertos y trataba de reponerse anímicamente, aunque fuera, de un terremoto y tsunami que trajeron muerte y destrucción.

Incluso, en algún lugar de la costa peruana, la policía tuvo que retirar a un grupo de borrachos de la playa, en salvaguarda de sus estúpidamente inconscientes vidas.

Sí, ya sé que muchos ciudadanos siguieron las indicaciones, pero los “pepe el vivo” de siempre dieron el tono negándose a acatar lo que se había organizado con tanto esfuerzo. Yo veía a individuos que ninguneaban el fenómeno mortal diciendo que “eran unas olitas, cuñao” y no podía creer que la estupidez humana llegase a tales extremos. A extremos que incluyen perder la vida.

Fenómenos naturales como este, no suelen avisar. Hoy hemos tenido tiempo para prever y salvarnos. No será así siempre.

No pueden opinar, pero pregúntenles si no les hubiera gustado ser avisados a los mil quinientos muertos (hasta ahora) del Japón. Estando preparados como parecen estar por vivir en una zona que tiembla regularmente y de la que las noticias dicen que soporta unos 500 sismos al año.

Todos, todos los especialistas dicen que el Perú no está preparado para resistir algo como lo de Japón. ¿Y como vamos a estarlo si a muchos peruanos el tema no les va ni les viene? Ni siquiera el peligro personal les importa.

“Dios es peruano” se dice y se sigue adelante. Se sigue así hasta que morirse es una realidad y perderlo todo, menos la vida, es considerado una bendición.

PIQUEO.


 

 

Una vez más recurro a lo escrito y archivado para poner un post.

Esto apareció impreso tambien en el Boletín del IPP, hace varios años.

La historia de Toshi y mi inicio con la comida japonesa la he contado muchas veces y mi faceta de «gourmand» se ha visto afectada por la edad y lo que ahora puedo comer y lo que no.

El tiempo no pasa en vano, pero leer «vejeces» a veces resulta gratificante. He buscado en los archivos del blog a ver si ya lo había publicado. Parece que no, pero como estoy más cegatón que nunca y se me pasa mucho, de pronto es que no supe encontrar lo que buscaba. Si ya lo leíste aquí, perdóname. Si es nuevo para ti, mejor que mejor.

 

 

BRIE

No soy un experto en quesos. Sin embargo me gustan y un buen queso es no sólo fuente de placer, sino oportunidad de conversación.

El Brie, por ejemplo. Ese queso francés, tal vez el más famoso e imitado después del Camembert.

Del Brie se tiene noticia por lo menos desde el siglo XIII.

Es un queso hecho con leche de vaca, coagulada en forma natural, sin prensar. Blando, con la corteza enmohecida, cubierta de una pelusita blanca, su maduración toma entre tres y cuatro semanas.

Existe una anécdota que pone en boca de Luis XVI un pedido de “vino tinto y Brie”, antes de ser guillotinado.

El Brie es en realidad una familia de quesos, originaria de Seine-et-Marne.

Así tenemos el Brie laitier, el de Meaux, el Brie de Melun Affiné, el Brie de Melun Frais, el de Montereau, etc.

El que nos llega, en latitas y envuelto en platina, es una versión comercial y bastante homogénea que se acerca al Brie original, el que se escribe con mayúsculas.

Brie y vino tinto. Como para perder la cabeza.

Y si no lo creen, pregúntenle a Luis XVI.

GARUM

Leyendo algo de historia y costumbres de Italia, uno encuentra que los romanos utilizaban una salsa llamada garum. Parece ser que se la ponían a todo, por lo menos a nivel popular.

Según el Diccionario de Gastronomía de Carlos Delgado (Alianza Editorial, Libro de Bolsillo) garum es “Condimento o salsa de la antigüedad romana, elaborado principalmente en España con los hipogástros del atún, la morena y la caballa”. Hasta aquí la información del diccionario. Ahora bien, ¿Qué significa “hipogástros”?. El diccionario al que acudo (Diccionario Ideológico de la Lengua Española” de Julio Casares, Editorial Gustavo Gil), no consigna “hipogastro” sino “hipogastrio”, que significa “parte inferior del vientre”.

Curiosa salsa esta, pues hecha con tripas de pescado, que según se dice dejaban macerar hasta llegar a un estado cercano a la descomposición.

Los romanos la utilizaban tal vez para disfrazar el pésimo sabor de su comida de diario. En las guarniciones que vigilaban la famosa Pax Romana más allá de las fronteras, el garum era insustituible.

Posiblemente a los legionarios les recordaba a su lejana patria, como estoy seguro que les sucede hoy a los norteamericanos con el Ketchup cuando salen fuera de su país.

DIETA

La dieta ideal no existe. Lo que hay son diversas maneras de expiar los pecados de la mesa o de alejar los demonios del remordimiento.

TOSHIRO KONISHI (“Achica Precio”)

Conocí a Toshi en la barra del antiguo restaurante Matsuei de la Av. Canadá.

Fui allí por primera vez invitado por un amigo nisei. Corría el año 82 u 83.

Era el encuentro con la comida japonesa. Mi “primera vez”.

Nunca podré olvidar la curiosidad con que lo miraba todo y la atención que presté a las maniobras cirujanas de Toshi.

Largos cuchillos, manos humedecidas constantemente, velocidad increíble.

Recuerdo un sushi de lenguado, otro de salmón y mi temor al de pulpo (“si es crudo, parecerá un borrador”).

Recuerdo también un cono relleno con grandes huevos de pescado de un luminoso ámbar.

Pero lo indesligable con Toshiro Konishi es el napalm. O si se quiere, su versión culinaria: wasabe (horse raddish: rábano picante). Un grumito de pasta verde (“curiosa forma de poner la palta”, pensé).

“Echa en sillao” indico Toshi. “Después moja sushi”. Distraído caí enla trampa. No me fijé que el sillao había adquirido una curiosa coloración kaki. Mojé, puse el sushi en la boca y allí se desato el infierno. Napalm puro. Lanzallamas humano, Fuego helado. ¿Cómo lograr describir la sensación? Las lágrimas corrían por mi cara, la nariz me destilaba y los ojos parecían estar tres metros por delante de mí. Recién ahora puedo darme cuenta que fui el precursor de “La máscara”. Nada en la garganta sin embargo. Todo en boca-nariz-ojos.

Toshi me miró y con sorna dijo: “¿Mucho wasabe, no?”. “Está bien”, mentí sin engañar a nadie. Mi amigo se rió. Toshi, caritativamente cambió el platito de sillao Kaki. Yo aprendí.