
A veces esto parece un partido de fútbol.
Lo que sucede es que la reemplazante del primer ministro ha corrido la cancha varias veces y con distintos números. Al parecer no hay buena banca de suplentes o “no se cree conveniente emplearlos”, aunque el presi (hasta ayer) del congreso sea un “caserito” y haya más salidas magulladas y entradas “fresquecitas”.
Hasta aquí lo similar con el “deporte rey”.
El gobernar no es un juego y a pesar de los innegables aciertos, lo que se nota más es lo que no está tan bien, está mal o simplemente no está. Se nota, porque a diferencia del fútbol las consecuencias son peores que un “foul”, la baja o una suspensión. Las consecuencias afectan hasta a los que no se han dado cuenta que los afectan. Afectan al futuro, al bolsillo, a la credibilidad, a la familia, al trabajo. Afectan al Perú y a los peruanos, dentro y fuera.
En otras partes a gobernar se enseña, aquí se aprende en la práctica; de otro modo no se logra explicar ese ir y venir desconcertado que hace más actual que otras veces la frase de Basadre.
Sé que es muy fácil hacer “jugadas de café” y opinar. Que lo difícil es estar en la cancha, correr todo el partido, hacer goles, aguantar y ganar. Eso requiere entrenamiento; no es cosa de “estrellas”, de compadres, ni de los bienintencionados de siempre.
El problema es que el pato, en este caso, lo pagamos todos. ¿No quieren más arroz o un “reprise” del mundial?

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