INOLVIDABLE TRES DE MARZO


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Inolvidable para mí, porque es la fecha del cumpleaños de mi hermano Francisco, Francisco Ignacio por más señas; Pancho, Panchito, Panchín; hijo, hermano, padrino, esposo, yerno, cuñado, papá, suegro, tío, sobrino, amigo, fundador del club Unión Deportivo Barranco (que funcionaba en el garaje de la casa de Ayacucho 263), cantor afinadísimo y de potente voz.

 

Alegre, malgeniado, buen bailarín, abogado, experto en planificación urbana, profesor universitario, lector impenitente, no despreciaba un trago y gran conversador.

 

Este no es su “currículo” que es bastante más extenso, sino la hojita que guardo en mi corazón y en la que estoy seguro falta mucho, no porque falte espacio (está escrita con letra apretadita), sino porque a veces el corazón me falla, emocionado en este tres de marzo.

 

Ahora con punta y talón, muchachos del Barranco ideal, que me disloco por verlos bailar este precioso vals… ¡Sí señor!” cantaban Paco, Manolo, Gino, el Seven, Pancho y creo que el Negro (que junto con Gino, eran barranquinos por adopción); cantaban los amigos jaraneros, que tenían escudo verde con iniciales blancas, camisetas que una vez fueron nuevas y envejecieron de tanto jugar fútbol.

 

Hoy que es tres y recuerdo las canciones, las risas, los cigarrillos Chesterfield sin filtro, los intentos frustrados de mi hermano mayor para que yo comiera las verduras, los lonches en la casa, los sándwiches de queso –muy delgado y con huecos- que alguna vez provocó la protesta, porque –dijo un amigo de mi hermano- que a él solo le había tocado la parte de los huecos…

 

Hoy que es tres y Panchín ya no está, pienso que si abro la puerta que comunica a nuestros dormitorios, lo voy a ver durmiendo – anoche llegó un poco tardecito- y tranquilo, porque sé que está ahí, me volveré a dormir.

 

Imagen: Foto de Panchín, en Trujillo, recién despertado, tomada por mi papá.

 

 

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EL INGENIERO


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Hoy, 26 de diciembre mi padre hubiera cumplido 116 años; era ingeniero mecánico-electricista e ingeniero civil. Escribía poesía, pintaba, tomaba, revelaba e iluminaba sus propias fotografías, leía todo el tiempo y siento que  puso la valla tan alta, que saltarla en esta carrera que es la vida, por lo menos para mí, resulta imposible porque escalar paredes verticales no ha sido ni es mi fuerte.

 

He escrito muchas veces sobre él, que sin quererlo, ha sido un ejemplo desde que tengo memoria. Un ejemplo en todos los campos menos en el de la música, para la que era sordo; era mi madre la musical de la pareja y a Manuel Enrique, fusas, corcheas y semifusas lo traían sin cuidado.

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Era religioso y mucho, pero no “cucufato”; se ganó el apodo de “el Obispo Laico” por su permanente trabajo desde la universidad, en la Unión de Estudiantes Católicos, en los diferentes grupos parroquiales, en la Acción Católica Peruana de la que fue presidente varias veces; también fue condecorado con la Orden de Malta, militó en los Caballeros de Colón, actuó como locutor oficial de diversos Congresos Eucarísticos en Lima, Arequipa y Trujillo. Era de misa dominical fija y donde iba daba testimonio de vivir verdaderamente su religión.

Recuerdo, ahora que ha pasado la Navidad, que todos los años, los 4 domingos de Adviento, en la mesa, a la hora de comer, en cada lugar había una tarjetita primorosamente dibujada (cada una con una ilustración distinta) y una oración para leer en común, extraída de algún evangelio que mi padre preparaba pacientemente, con el tiempo necesario…

 

Siempre me impresionó cómo la religión era parte totalmente integral de su vida y cada cosa que hacía era una ofrenda para él, sin importar lo que fuese y su alegría contagiosa nos hacía sentir cuánto disfrutaba.

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Recorrió el país construyendo carreteras, pasó –como se dice- “pellejería y media”, fue catedrático universitario, escribió un libro importante sobre pavimentos (una de sus muchas especialidades profesionales), pero sobre todo fue un padre justo, que nos enseñó a vivir a mis hermanos y a mí, sin necesidad de decir una palabra, predicando, verdaderamente, con el ejemplo…

 

Dejo para el final su relación hermosa con Tony, mi madre ambos están siempre presentes, acompañándome, caminando agarrados de la mano, por las calles de ese Barranco que miraba sonriente a dos ancianos que se querían tanto.

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RODOLFO, EL RENO DE LA NARIZ ROJA


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La Navidad está a tiro de piedra y el condominio está adornado con lucecitas intermitentes de colores, guirnaldas y lazos, decoración que supongo está en todas las etapas de este gran complejo de edificios de vivienda porque la administración se encarga de eso, previo pago, por supuesto, de una cuota por departamento que creo asciende a 10 soles; nada caro por unidad, pero un montón de plata si se multiplica la cifra por el número de departamentos y edificios  (4 por piso, en construcciones que tienen 10 o 12 pisos)…

 

Pero es Navidad y todo se hace en función de ella; por ejemplo, en la 4ª. Etapa, donde vivo. Hay un concurso “inter-torres” con premio a la mejor decoración navideña propia de cada torre y que los vecinos elaboran entusiasmados (aquí lo que prima es el “ingenio y la creatividad torrísticos” porque este ornato es propio y particular de los habitantes de cada edificio) y que significa más lucecitas (no sé  si parpadeantes o no) y más guirnaldas con hojitas de muérdago plástico y colgandijos, también de plástico, pero metalizado.

 

Muy bonito, parpadeante, iluminado y colorido a partir de las 7 de la noche (porque de día no se ven las lucecitas), destinado a decir que fiesta, quevhay alegría y por ejemplo, escuché a una señora que cantaba mientras paseaba con su retoño: “¡Feliz Navidad para todos, feliz Navidad para todos…!” y me pareció recordar que completa, la cancioncita pegajosa había sido el jingle publicitario de las tiendas “Saga-Falabella” de la pasada Navidad…

 

Pero lo mejor no son las lucecitas parpadeantes de colores, ni el muérdago, las guirnaldas, los lazos y otros adornos, sino la musiquita: esa musiquita electrónica de villancicos que “electropleta” (o sea interpreta electrónicamente) con sonidito como de órgano musical diminuto y que es el “loop” de un limitado muestrario de canciones populares alusivas a la fecha, pero cuyas letras originales están en inglés (aunque aquí solo hay la música diminuta) según tengo memoria: “Rudolph the Red Nosed Reindeer”, “Silent Night”, “We Wish You a Merry Christmas” y creo que nada más; una parte de cada una que se recontrapite desde las 7.00 a las 10.00 u 11.00 in the night…

 

Por supuesto el loop musical navideño es parte de la decoración lumínica parpadeante con la que la administración condomínica alegra el ambiente.

 

Hasta hace unos días, la celebración musical era fortísima, pero parece que las quejas de algunos vecinos, lograron una disminución del volumen sonoro.

 

Digo yo, ¿tendrá que ver algo en esto el que la compañía que construyó el condominio y lo administra se llame “San José”…?

 

Me pregunto también si es que ustedes (aquí en el Perú) alguna vez habrán visto un reno, con la nariz roja y que se llame Rudolph, fuera de algún libro de cuentos navideños, de una película o de esas populares decoraciones y figuras plásticas “Made in China”…

 

Finalmente, no soy el Grinch (ese que se robó la Navidad) pero “Silent Night” se traduce al castellano como “Noche de Paz” y con esto de los renos y las musiquitas navidosas no es que haya mucho silencio ni paz por este condominio que digamos.

 

Imagen: www. tumblr.com.com

ELLOS SÍ SE METEN


ELLOS SÍ SE METEN

No sé si llamarlo “movimiento”, pero en todo caso este es de violento retroceso o “colectivo”, palabra que desprestigian porque lo que son es un hato, una acumulación de pus, una manada que se auto titula “Con mis hijos no te metas” y creen que enarbolando las banderas de la familia y el cristianismo pueden pasar disfrazados de corderos, de “Agnus Dei”, de matronas y patriarcas impolutos y buenos.

 

Son esa jauría que va gritando ataca para tratar de infundir miedo y ataca imponiendo ideas que son como el “cuco” de los cuentos o el balbucear idiota del ogro de la fábula.

 

Son iguales a esos asesinos del MRTA que un día como hoy, 31 de mayo de hace treinta años (1989), sacaron de una discoteca en Tarapoto, a ocho ciudadanos y los fusilaron por el “delito” de ser homosexuales y hasta hoy son impunes.

 

El odio, el temor a lo que es diferente, no son exclusivos de la derecha ni tampoco de izquierda: son patrimonio común de esas bacterias que se disfrazan de personas para infectar el aire.

 

Los conocemos bien: odian, diseminan –engañando- su odio, promueven la violencia y asesinan. ¿Esto es lo que queremos?

 

A las alimañas se las combate o se las elimina y no podemos permitir que en nuestro Perú las haya en el congreso y se metan en él haciéndonos creer que “están en su derecho”.

 

Imagen: manoalzada.pe

NACIDO UN 15 DE ABRIL


MANOLO DE CERÁMICA, REGALO DE JUSTO 15.4.2019

 Hoy me he despertado con 72 años y lo primero que hice fue tocarme el brazo para ver si estaba despierto totalmente porque llegar a esta edad es algo que cuando uno es chico no solo no imagina sino que ni considera…

 

No es que los 72 marquen un hito especialísimo en materia de cumplir años (“bodas” de plata, de oro o de diamante) pero para mí –como seguramente para muchos- significa un “llegar”, que se ha logrado pasar esa marca de 365 días y una vez más hay que dar gracias por eso.

 

A veces los baches de la Vida parecen presagiar un camino escabroso un poco más allá y sin embargo los días siguen transcurriendo, podemos esquivar las piedras, pasar encima de los obstáculos y continuar andando…

 

De pronto nos encontramos con que los primeros 71 años terminaron y queda lo que en fútbol se llama “los descuentos”; que en algún momento sonará el pitazo final, acabará el partido y nosotros ni cuenta nos daremos mientras el público –mucho o poco- abandona el estadio para irse a sus casas…

 

¿Una visión fatalista de mi cumpleaños número 72?

No, porque he estado tantas veces al borde del abismo o con la posibilidad de que el derrumbe de piedras me cayera encima que –suena melodramático, pero es la verdad- que cada vez que despierto doy gracias porque lo pude hacer…

 

 

Bueno, ahora a pensar en jugar lo que queda el partido lo mejor que se pueda, tratando de anotar un gol aunque sea en el último minuto: total, el fútbol, como la Vida, es un juego donde lo que importa es jugar bien y por supuesto, meter goles.

Imagen: “Manolo” de cerámica, pintado por Justo. Obsequio por el 15.4.2019.