Aunque quienes están fuera del Perú y tienen la paciencia de leerme tal vez no estén al tanto o no les interese mucho, sucede que aquí, en mi país se vienen “con todo” las elecciones para congresista, con el fin de reemplazar al disuelto congrezoo, que daba verdadera vergüenza y que gracias a Dios, a pesar de pataleos de los “afectados” y los de quienes los avalaban, la más alta autoridad independiente que hay en el Perú sobre temas de la constitución –el Tribunal Constitucional-, ha declarado por mayoría (de 7 magistrados cuatro votaron a favor y tres en contra) que la “demanda competencial” que interpuso quien era presidente del hoy fenecido congreso, que decía que no era competencia del poder ejecutivo disolver al congreso o poder legislativo, no es válida…
Zanjada constitucionalmente la causa de pataleos, soponcios y rasgadas de vestidura, el país en muy pocos días se apresta a una elección que se supone dará a los peruanos un Congreso de verdad y no el hemicirco que hemos tenido que sufrir, donde contadas y honrosas excepciones escaparon de ser delincuentes comunes procesados judicialmente (y amparados por su congresal inmunidad), narcotraficantes, representantes de traficantes de la educación superior o quienes desde el congrezoo gestionaban favores y leyes a cambio del pago en forma de participación en las obras públicas obtenidas, dinero en efectivo u otras jugosas prebendas…
Esperanza se llama a la sensación que sigue a la de alivio, pero que a la vista de muchas de las candidaturas que van tras un puesto en esta renovación que se supone nos dará una institución aséptica, ( y cuyos antecedentes están siendo expuestos a la ciudadanía por las unidades periodísticas de investigación y los medios) , nos dan verdaderas sorpresas purulentas o retratan a individuos que no solamente parecen no pensar sino que no son capaces de articular ideas ni de hilar coherentemente las palabras que dirigen a sus probables electores…
¿Es que podremos tener algo peor que lo disuelto y felizmente desaparecido? ¿Es que el Perú no tiene remedio y seguirá siendo un país donde la corrupción está enquistada sin posibilidades de verse liquidada algún día? ¿Es que los delincuentes ganarán siempre más terreno vistiendo luego ropajes de honestidad y decencia? ¿Es que el Bicentenario de la Independencia, este año que viene no nos encontrará verdaderamente libres, realmente felices y sólidamente unidos frente al mal y a la adversidad provocada?
Lo único que puedo hacer ahora es escribir, pero creo firmemente que los peruanos pueden decidir activamente su propio destino.
Imagen: sp.depositphotos.com
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