RADIO VERANO


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Hasta hace cerca de cuarenta años, todos los veranos iba a la playa, pero tal vez la época que más recuerdo es la de mi adolescencia, en la que el verano significaba la playa “La Herradura”, con su malecón, con “Las Gaviotas”, el único edificio playero de departamentos  del que yo supe por mucho tiempo, el antiguo y famoso bar “El Nacional” con su rokola muicaly por supuesto la arena y el maravilloso mar.

 

En la playa, mientras tomábamos el sol, prolegómeno obligado antes de una zambullida, había música, que nunca supe (ni me interesó saber) de dónde venía y que seguramente era transmitida a través de parlantes. Para mí, era tan natural como el sol, el mar y la arena que hacían de “La Herradura”, LA PLAYA, tan distinta a la cercana y populosa “Agua Dulce” o al también cercano y familiar “Establecimiento Municipal  de baños de Barranco”, con su pérgola, orquesta dominical, mesas, funicular  y playa de piedras…

 

La Cajita de Música” era el programa que conducía el disc-jockey Emilio Peláez Rioja y que forma parte integrante, indesligable, de esos veranos memorables, donde las preocupaciones se reducían a lo que habría en casa para almorzar y que hubieran tapado el plato con la comida, para que conservara un poco de calorcito (ni se soñaba entonces con el horno de microondas).

 

Verano, sol, playa y música… ¿Se puede pedir más?

 

Imagen www.toutube.com

 

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LA OLA


LA OLA

Tal vez noten que he cambiado la imagen de fondo de este blog, “manologo”, en la que Pierce, la gata que ya no está, tomaba de un vaso de leche, en la mesa del desayuno; ahora lo que hay es “LA OLA” del pintor japonés Hokusai (Edo, hoy Tokio, 1760 – 1849); es un cambio y todo cambio merece una explicación, si la tiene, y en este caso es así.

 

Me enteré por mi sobrina Teresa, que ha venido de visita a Lima, que ella y sus dos hijas se han hecho en la piel idéntico tatuaje, en homenaje y recuerdo de mi hermana, que fue su madre y abuela, respectivamente: es uno que representa al mar, que Teté amó tanto…; entonces me sentí maravillado y a la vez en “offside”, como se dice en el lenguaje del  fútbol, porque mis recuerdos de Teté son eso, recuerdos, fotografías, escritos, pero nada que diga a los que lo ven que eso que llevo allí es porque pienso siempre en ella…

 

A estas alturas de mi vida no me voy a hacer un tatuaje y nunca pensé en hacérmelo antes, lo confieso, pero en ese offside-maravillado, pensé que este blog debía tener una imagen permanente que me recordara aún más –si esto es posible- a mi hermana Teté; eso no significa, por supuesto, que Pierce desaparezca, porque sigue ocupando un lugar en mi corazón y conservo en este blog su imagen como logotipo, pero esta ola es mi homenaje a esa hermana que ahora tampoco está y me dejó siendo el único Echegaray Gómez de la Torre existente; no es la imagen del mar calmo, con rumor de agua arrastrando las piedras como el domesticado de los Baños de Barranco, sino ese mar más libre, amplio y de aguas movidas que mojaba la playa de La Herradura, donde con Teté íbamos cuando ella llegaba (estando ya casada) de Arequipa, los 26 de diciembre para celebrar en ese mismo día el cumpleaños de Manuel Enrique, nuestro padre;  yo siempre intuí que ese era su regalo mayor y estoy seguro que así era al recordar la sonrisa de mi padre.

 

Ciertamente la ola de Hokusai es agresiva, pero el mar puede serlo y lo hermoso es su constante cambio que va desde esa calma en la que parece una lámina de metal, hasta el torbellino líquido y poderoso que se eleva hacia el cielo en olas increíbles.

 

Queda pues aquí, plasmado, este homenaje a Teté como un tatuaje virtual porque el tatuaje verdadero, para mí, está grabado en la memoria.

 

Imagen: closetart.wordpress.com

NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS QUE VAN A DAR A LA MAR*


 

RÍO ENTRANDO AL MAR

El río traía lo que iba recogiendo a su paso por un cauce largo y sinuoso; a veces el agua se agitaba, espumeando cuando se encontraba con piedras y otras cambiaba de color, pero siempre seguía hacia el mar donde se fundiría con el agua grande.

 

La vida. El río. El agua grande. La inmensidad de lo infinito.

 

 

*Jorge Manrique.

«SÉ TÚ MISMO»


BUQUE

Recuerdo que mi padre me enseñó “La Canción del Pirata”, que empezaba así:

“No corta el mar, sino vuela

un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman,

por su bravura, el Temido,

en todo mar conocido

Del uno al otro confín.”

 

Este poema de Espronceda, se lo sabía de memoria y trataba que yo lo memorizara a mi vez. Su ritmo y sonoridad ayudaron inmensamente y hoy, después de cerca de 60 años. Estoy otra vez escuchando recitar con entusiasmo a Manuel Enrique y trato de recordar todas las estrofas sin conseguirlo. El poema es largo, pero guardo la emoción que me embargaba al escucharlo en la voz de mi padre. Además de algunos restos en la memoria, me quedan esa sensación de libertad, ese olor a mar, a ese amor a lo que es indudablemente símbolo del pirata: su barco.

Me queda grabado lo que mi padre quería transmitirme: “Hagas lo que hagas, sé tú mismo y siéntete orgulloso de ello”.

Ahora que he vuelto sobre el poema, le puedo decir que sí: hice lo que quise y pensé que era lo mejor; no cambié por nada, siendo fiel a mí mismo y me sigo sintiendo orgulloso, doblemente, porque además de poder siempre ser yo, tuve un padre que me supo enseñar a navegar por esta vida y eso me valió para no naufragar.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar”.

 

 

PEQUEÑO DESCANSO


 

Hasta el próximo jueves.

Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.

¡Hasta entonces!descanso