Al abrir los ojos lo único que vio era un color crema.
Parpadeó pero el color seguía allí y entonces no supo qué pasaba; no sabía si estaba dormido y ra un sueño o qué.
Sus manos al tantear, casi por instinto, tocaron lo que parecía ser un fierro: frío y delgado.
Entonces oyó la voz: “No se asuste. Tuvo un ACV y ahora no ve, está en la clínica; yo soy el médico, aquí están su madre y su esposa. Tranquilo. No ve, pero va a pasar…”
Se acordó del sonido de la sirena que fue lo último que escuchó antes de oír la voz. Todo era un solo color crema, como si mirara una pared: movió los ojos y la cabeza pero el color seguía allí, atrapándolo. Como si estuviese en un lugar donde sólo existiera el color crema.
Estaba en una cama, en un hospital o una clínica, no veía, había un médico y allí estaban su esposa y su madre, pero no veía o mejor dicho, la maldita barrera crema no lo dejaba ver.
Volvió a escuchar la voz, que ahora sabía era la del médico: “Tranquilo, descanse…”, y la voz conocida de su esposa: “Aquí estamos…”
Sí, estaban; él también estaba pero todo lo que veía era un color crema.
“Estoy ciego…” pensó y algo se derrumbó de pronto dentro de él.
Imagen: sp.depositphotos.com
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