PEQUEÑO DESCANSO


 

Hasta el próximo jueves.

Una semana de descanso para que leer no sea aburrido.

¡Hasta entonces!descanso

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LAMBAYEQUE: ¡QUÉ LES IMPORTA!


Quema

RPP trajo dos noticias contradictorias: en una se decía que las calles de Lambayeque aparecieron  limpias la primera mañana de año nuevo, porque no se quemaron muñecos, ya que se imponía una multa de S/. 1800 al que lo hiciera y porque (la verdadera razón) resultaban un peligro y contaminaban el ambiente. Pero de inmediato otra noticia, en el mismo medio, cuenta que A PESAR DE LA MULTA, se quemó como se hace siempre, muñecos de año nuevo en…¡Lambayeque!

Malo que se publiquen noticias donde una desmiente a la otra. Lo menor es una duplicación contradictoria de la información. Lo que resulta tremendo es que, como casi siempre, ni a las normas que multan pecuniariamente las inconductas se les hagan caso.

Recién empieza el año y ya se dan muestras del irrespeto total por lo que signifiquen los derechos de los demás.

Parece ser que los viejos malos hábitos no cambian y que se prefiere quemar un muñeco o reventar cohetes con el peligro de perder una mano, herirse o tal vez morir, a festejar con “alegría”. Nuestra alegría “tiene” que ser ruidosa, brillante y “tienen” que “compartirla” todos. Perdón por el uso de comillas exagerado, pero es que el asunto me resulta tan falso como un billete de quince soles. Es cierto que se puede gritar de alegría pero no “hay” que gritarla. La alegría es un estado del espíritu y lo demás está demás.

La noticia nos dice que a la gente le interesa un carajo el prójimo y que ni siquiera les importa la ley que permite una convivencia aceptable. Somos tan obtusos que preferimos “arriesgarnos” con tal de hacer lo que queremos aunque esté prohibido. “Voluntarismo” le llaman, ESTUPIDEZ es en realidad.

Parece que los deseos de año nuevo de mirar lo positivo, se estrellan contra la realidad. O de pronto, lo positivo es que aumente la venta de fósforos y que los médicos puedan practicar con heridos, quemados y contusos para empezar el año.

 

 

BOMBEROS


Cuando era chico y estaba de vacaciones en Arequipa, con mi cuñado, en su VW verde claro, seguíamos al carro de bomberos cuando escuchábamos la sirena y a veces salíamos de casa para buscarlos y seguirlos. Era la curiosidad de un niño por lo desconocido, por el anuncio sonoro de algo inusitado de ver.

Mis otros recuerdos de los bomberos se reducen a escuchar la sirena de la estación barranquina, a tener un amigo bombero voluntario y a verlos trabajar denodadamente en un incendio de la tienda HOGAR, que era cliente de la agencia de publicidad e que trabajaba, uando me enteré del hecho por un flash noticioso de la TV, estando en casa de Julio Romero. De inmediato tomé mi auto y fui hasta el lugar. En una carátula de la revista CARETAS que narraba la desgracia, soy el que único personaje que aparece en la fotografía, con el incendio detrás.

Pero no es mi objetivo narrar mi historia cerca de los bomberos y su trabajo, sino tratar de llamar la atención sobre algo que resulta tan natural que lo olvidamos: los bomberos en el Perú son voluntarios. Es decir que no sólo no ganan nada por una peligrosísima labor, como remuneración monetaria, sino que siempre aportan económicamente para con sus compañías. Este hecho contrasta enormemente con otros países, donde ser bombero es una profesión bien remunerada por los riesgos y especialización que entraña.

Digamos que nuestros bomberos son los “minusválidos” de la actividad, no porque quieran estar así, sino porque a nadie parece importarle la labor que desarrollan. De vez en cuando los medios se hacen lenguas de ellos y algún especial levanta sus carencias y destaca la entrega que los hombres y mujeres de rojo tienen para con una sociedad que los ignora tanto como para efectuar llamadas maliciosas al teléfono que recibe las emergencias.

Es indignante pensar que seres humanos arriesgan su vida por dar un servicio que no solo no es reconocido de ninguna manera sino que es ofrecido a pesar de la incuria y malevolencia de una población que solo sabe pedir solidaridad cuando se ve en peligro.

No somos capaces de ver en el bombero a un personaje que vela por nosotros y arriesga su existencia solo por amor al prójimo.

Debo haber visto mucho más de una campaña para dotarlos de lo mínimamente indispensable. He sido lector, como miles de peruanos, de los informes que dan cuenta de unidades antiguas y fuera de servicio, de mangueras parchadas y falta de lo elemental. Hemos sido testigos también de que se les achaca no llegar a tiempo o no cumplir bien con su trabajo.

Bomberos, repito, hombres y mujeres que montan guardias mientras la ciudad duerme o trabaja. Que están alertas y roban horas al sueño o a sus trabajos de supervivencia mientras los demás vivimos confiados y no hacemos lo necesario para conjurar los peligros.

Cuando yo estuve muy mal y no había quien me llevara a un nosocomio, ¿Quiénes vinieron de inmediato?: los bomberos, que hasta por tres veces me transportaron con todos los cuidados, yo casi inconsciente y tuvieron que ir de un centro hospitalario a otro, en la primera vez, hasta encontrar uno en el que me recibieran. Y allí, tuvieron que luchar contra un estúpido, con título de médico que quería en la madrugada, que llenaran unos formularios administrativos absurdos cuando está en riesgo la vida de un ser humano, para que cuando me pudieron depositar, el individuo con título pero sin nada que permitiera llamarlo médico, me dejara a mi suerte hasta que horas después, como no me había muerto, se ocuparon de mi. Fueron los bomberos los que me salvaron y para mala suerte del individuo que fungía de médico y que seguramente aún vegeta en algún puesto público, sigo vivo. Perdón por haber vuelto a meter aquí algo personal, pero les debo a quienes sé que no tienen prácticamente nada y luchan contra el olvido y la dejadez, digo, les debo la vida.

Cuando leo y veo las penurias que pasan, me pregunto donde está nuestro Estado, pues dependen de la PCM, si no me equivoco. Porqué no ganan lo que deben, por qué razón el Parlamento tan proclive a dar leyes como reconocer al perro pelado como peruano y a condecorar a gil y a mil, no promulga leyes que sirvan para dotar de infraestructura y asegurar el diario vivir de los bomberos. Con colectas y golpes de pecho no se llega a nada. Solo con la conciencia positiva del querer podremos hacer algo. Hay un viejo dicho que es terrible, pero pinta la situación vista por los ventajistas de siempre, que cuando están en peligro imploran, dice: “Para c…… los bomberos”. ¿Hay derecho? ¿Tomaremos alguna acción? ¿Esperaremos que el próximo incendio arrase con lo que queremos para hacer algo? Vergüenza, eso es lo que debemos tener y aunque sea por ella, no ser indiferentes.