A. García (la “A” es de Alan no de Adolfo) ahora la emprendió contra los judíos en una entrevista que dio al diario “Trome” y en la cual se expresó del periodista Gustavo Gorriti de la siguiente manera:
“Esa persona que trajo al Perú la mafia judía de Maiman, de Avi Dan On y a la que él pertenecía con Soros, el financista internacional, no tiene ninguna autoridad moral”.
La desubicación y desesperación del señor García lo lleva an revolverse y disparar a mansalva cuando alguien lo sindica como responsable de algo que a él no le gusta porque lo sitúa en lo que pareciera ser: un delincuente.
Su blanco ahora, la maniobra de distracción que usa para que sus tropelías pasen a un plano menor y “no se noten” es atacar a un grupo humano que tiene una religión diferente a la suya, que es una minoría en el Perú y es utilizado para cargar con las culpas de todo lo imaginable; el “ataque” de AGP no es nada nuevo en cuanto a hecho porque es la repetición de una especie de mantra del odio con el que cierta gente descarga sus frustraciones en los judíos y que si pudiera, tal como hicieron Hitler y los nazis, los mataría.
El locuaz ex mandatario se ha “rectificado” ante la protesta de la Comunidad Judía y menciona el “calor de la entrevista” periodística para justificar lo que para él es “un lapsus” porque seguramente querrá que crean que se refirió a la “mafia kosher”, a esos delincuentes que tienen apellidos de origen judío y sin embargo mencionó tres apellidos en la entrevista: el de George Soros (y lo usa para aprovecharse de una leyenda oscura, tejida alrededor del financista y filántropo internacional), también cita a Maiman y Dan On, dos personajes que son investigados por la fiscalía peruana pero no por “pertenecer a una mafia judía”, sino por asuntos delincuenciales que tienen que ver con lavado de dinero…
Desde hace un tiempo, cuando sintió que “se le venía el huayco brasilero”, tuitea a diestra y siniestra oligofrénicos mensajes que delatan sus nervios y su –repito- desesperación; cada vez más fuera de sí señala culpas, culpables y como mono que cambió su tradicional “escopeta de dos cañones” por una ametralladora, cree que con la bulla que produce al disparar sin control y con los destrozos que pueden causar sus mentirosas balas, va a lograr como antes, pasar piola.
Al parecer nada lo salvaría y las inmolaciones que se producen a su favor abonan con sangre y reconvenciones masculladas, el camino hacia lo inevitable.
Imagen: http://www.guioteca.com
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