BEBEDORES DE CAFÉ O QUIEN LO HEREDA NO LO HURTA…


DEBO EMPEZAR DISCULPÁNDOME, porque en la entrada anterior, el video que debía aparecer, está registrado por su autor, el periodista peruano César Hildebrandt, director del semanario «Hildebrandt en sus trece». Me pareció importante compartirlo, pues su opinión es muy valiosa para comprender la difícil y terrible situación por la que pasa el Perú. Pido disculpas nuevamente y aquí está este post, escrito al calor interno de un café y que trata de olvidar por un momento el caos…

Ahora sí, empecemos…

Mis hijas, Alicia María y Paloma, son bebedoras de café como yo, pero si hiciéramos una escala, yo ando por arriba, me sigue de cerquita Paloma y luego vendría Alicia María (salió en verso) con un menor consumo …

Es bastante el café que tomamos y francamente, cualquier hora es buena para una taza de café (sin azúcar para ninguno de los tres, por favor), de ese que reconforta, acompaña las conversaciones y a mí me ayuda a escribir …

Por mi parte, puedo decir que muchas veces me “reconvienen” (digamos que me advierten cariñosamente) acerca del café, porque soy hipertenso, pero suelo decir que no se preocupen, que el médico me controla la presión cada vez que me visita, lo que sucede cada dos meses, y me dice que está bien …

En realidad, he sido “cafetómano” desde que dejé atrás la adolescencia, hace como sesenta años y cuando viví y trabajé en Colombia, la tierra del café en Sud América, era muy “cafeínicamente” feliz, con los “tinticos” a discreción. Eso no quiere decir que no sea feliz ahora, con el café peruano, que es un poco más fuerte, pero a veces extraño la suavidad, aterciopelada, diría yo, de un disfrutable “tinto” …

El café es un buen compañero, mantiene y levanta el ánimo y una taza al costado mientras uno lee, escribe, conversa, simplemente piensa o mira por la ventana, es para mí lo que en inglés se llama un “must”, o sea algo que se supone, algo que debe estar: amable y conocido.

Seguramente podría escribir mucho sobre el café, aunque prefiero beberlo lentamente, calentando soledades, amistades, charlas y pensamientos. Acabo de terminar uno y dentro de un rato iré por otro …; como dicen, “mientras el cuerpo aguante”.

IMAGEN: Manolo tomando café en su taza de “Café Taipá”

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