LA CALLE, EL BARRIO, EL CORAZÓN…


Cuando los recuerdos salen a flote en la memoria, son como esos pequeños juguetes inflables, de colores, que navegan alegrando la monotonía cromática del mar de los días …

Wasapeando” con Kitty, que vivía –calle de por medio- al frente de mi casa en la calle 28 de Julio, en Barranco (la primera estuvo en la calle Ayacucho – ¡bien patriotas, nosotros…!), recordábamos los innumerables momentos en que, sentados en la grada antes de la entrada de su casa, conversábamos de todo y de nada; de las futilidades, importantes entonces, para dos adolescentes amigos entrañables y vecinos, con música de fondo que emitía el maravilloso equipo de sonido AMPEX (marca distribuida en Lima por el papá de Kitty, don Fernando) que era muchísimo más bello, potente y sofisticado que mi humilde “radiola” marca “Saba” con tocadiscos “Grundig”, amigos que de pronto decidían caminar hasta la bodega de los hermanos Piselli       –Ángel y Antonio-, que quedaba “ahicito nomás”, en la esquina, y comprar chocolates, tomar una gaseosa o comer uno de los fantásticos sándwiches “bien servidos” de jamón y queso, que nos alcanzaba Máximo, el dependiente, que tiempo después compró la bodega y que como los Piselli, ya no está más y ahora, seguro que con ellos, en el Barrio Eterno, atiende amable y solícito en la bodega que hace esquina, en una calle luminosa …

Aparecen Mimi, Anita, Pilar, Rosi, Coto, los Zavala, el negro “Camote”, “Cucaracha”, “Pluto”, los Guerrero, “Platanazo” y su bastón, “Gasolina”, Doris, los Callegari, Cecilia …

Ya no hay tranvía, pero quedan los rieles y un futuro despreocupado     –casi veraniego, de vacaciones ociosas- que estamos de acuerdo, hoy, que nos enviamos mensajes por “WhatsApp”, ya es parte de ese tiempo pasado que ha quedado anclado en el mar de la memoria, con una boya bien visible, en forma de corazón …

Imagen: https://es.dreamstime.com

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