
De pronto me he visto alisando y estirando platinas de diferentes colores, que cubrían los deliciosos chocolates de “La Ibérica”, que junto con una caja de maravillosos “mazapanes” de la misma famosa marca arequipeña, me obsequió un grupo de seis sobrinas Gómez de la Torre, que me invitaron para ir a tomar “lonche” la otra tarde; fue muy hermoso y les agradezco tanto el que se pusieran de acuerdo para reunirse con este tío -en el completo sentido de la palabra, porque soy su tío y estoy “bien tío”, o sea mayorcito- y darme una alegría tan grande, en una tarde/noche llena de conversación, risas, recuerdos, anécdotas familiares y un riquísimo y prolongado “lonche” …
Volviendo a las platinitas de colores, esta era una costumbre de mi padre, y ahora hago lo mismo que él, con iguales envoltorios de chocolate, “porsupuestamente”, de la misma mistiana marca …
Claro que él lo hacía desde mucho tiempo atrás, porque casi todos sus libros –por lo menos los que “heredé”- tenían multitud de platinitas, y no eran un señalador de página, porque son frágiles y se rompen fácilmente, sino sospecho o pienso que eran pequeños recuerdos de momentos felices, esos instantes en los que un chocolate se deshace en la boca, mientras discurre la lectura placentera …
No lo sabré nunca a ciencia cierta, como se dice, pero me lo imagino y eso hace que un puente más me una a Manuel Enrique; esta vez el puente es de colores y está construido de platina.
¡Gracias de veras, sobrinas, porque han hecho posible el que haga mía una costumbre sencilla de mi padre…!
muy emotivo!!!
Mil gracias…!! 🤗✌️