EL JUEGO CELESTE


No se trata de una diversión celestial, ni una jugada futbolera del “equipo celeste” peruano, sino de algo más prosaico, pero no por ello menos hermoso, por lo menos para mí…

Se trata de un juego de vajilla color celeste, es decir, tazas, platos, azucarera y todo lo demás, de loza. Nada importante, por supuesto, pero lleno de recuerdos y significado…

Era el juego de vajilla de loza color celeste que mi madre compró, allá por el fin de los años 50 o a principios de los 60 y que era usada solamente en las grandes ocasiones, como navidad, año nuevo o la visita a comer de alguien importante…

Era fabricada en Inglaterra y la llamábamos “la celeste” o “la inglesa”, por el color y la procedencia. Los días ordinarios, nuestra vajilla fue por mucho tiempo, también de loza, pero bastante menos “fina”, de color blanco, con un filito azul…

Bastante antes de morir, mi madre, ya nos la había obsequiado a Alicia y a mí y he de especificar que mi hermana mayor vivía en Arequipa, ciudad a una hora de vuelo desde Lima, o a casi un día por carretera y mi otro hermano, mayor que yo también, vivía en Centro América… Mi madre vivió su último tiempo con nosotros – con Alicia y conmigo- y supongo que esa cercanía, fue la que hizo que nos obsequiara la vajilla celeste…

La usamos muy poco, porque para el “diario” eran los platos de melamine, prácticos por irrompibles -y no frágiles como la loza- de colores verde claro y naranja claro que también “heredamos de María Antonieta, pero la “celeste”, estaba también reservada para usarse en fechas especiales, imitando a su dueña original …

Con el tiempo y las diversas mudanzas, casadas nuestras hijas y con la llegada de los tres nietos, siendo ya solamente nosotros dos, la “celeste” fue nuevamente “sujeto de herencia” y una parte pasó a Alicia María y la otra a Paloma. Digo “una parte”, porque, aunque se cuidara a la “celeste”, tuvo varias bajas de algunas piezas que se rompieron.

Paloma se fue a vivir a Buenos Aires y su parte de “la celeste” pesaba mucho como para llevarla, así es que Alicia María fue la “heredera final” …, hasta ahora, porque de pronto alguna de sus hijas, o las dos, la reciben como “herencia a su vez …

Mientras tanto, ahora que vivimos juntos con Alicia María, “la celeste” se ha convertido en la vajilla que usamos diariamente en casa y puede ser también que “las situaciones importantes” escaseen o se hayan vuelto “normales”. El hecho es que “la celeste” ha cumplido más de sesenta años y a su edad, recién se le está dando un uso intensivo, tanto, que uno de los platos que se partió en dos, mientras mi padre vivía y que cuidadosamente pegó, dejando como huella solo una fina línea que atravesaba el plato, se despegó un poco el otro día y pensé en volverlo a pegar, pero seguramente lo haría mal –porque no soy muy ducho en reparaciones, como sí lo era Manuel Enrique- y además, he considerado que después de más de sesenta años de servicio, se merece el descanso; así es que he guardado el plato medio despegado (de él es la foto que ilustra este pequeño artículo) como recuerdo y aunque suene tonto, es que es una “herencia” de mi madre …

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