CURIOSIDAD


La “curiosidad”, es definida a veces como “rareza” y es porque llama la atención. Algo “curioso” puede ser un dato o un hecho que debería lograr que se averigüe más acerca de él…

Y aquí quiero tratar de la “curiosidad”, como esa facultad del ser humano y de muchos animales, que consiste en tratar de saber más sobre algo que, de alguna manera, llama su atención…

Un animal “curioso” por excelencia, es el gato. Sí, el mismo que “curiosea” dentro de cuanta bolsa o caja encuentre en su camino, logrando recordarnos esa frase característica: “La curiosidad mató al gato”. El ser humano ha ido avanzando en la Historia gracias a la curiosidad. Curiosidad por saber de todo, desde el por qué las estrellas brillan en la noche, hasta de dónde viene la costumbre, básicamente hispánica, de usar dos apellidos. En el medio y a los costados, arriba y abajo hay miles y miles de preguntas sobre los temas más variados y la curiosidad es algo importantísimo para quien quiera trabajar en creatividad publicitaria, ya que tiene el deber de saber acerca de lo que está informando –porque es informar de una manera atractiva lo que hace- y esto se consigue gracias a la curiosidad. La pregunta “¿Por qué?”, es vital, importantísima, crucial…

Ser curioso nos permite conocer y serlo acerca de lo que acabamos de conocer, es una cadena, que yo llamaría virtuosa, y que ampliará nuestro saber y permitirá que cada vez, comuniquemos más eficientemente. Por esta razón soy un convencido que la curiosidad natural de un niño, hay que estimularla y dar respuesta cierta a sus preguntas, aunque muchas veces sus repetidos “¿Y por qué, ah…?” nos saquen de quicio. Pensemos que es su manera de saber, de conocer algo que llama su atención, y si no conocemos la respuesta, un “¡Ya cállate!” no es sino una demostración de “incultura” propia y falta de paciencia. Esa pregunta cuya respuesta ignoramos, debe hacer que NOSOTROS averigüemos y así hagamos crecer nuestro conocimiento…

¿Y qué era lo que quería saber el gato…?

Seamos curiosos. No nos quedemos con la duda. Nadie puede crear nada, acerca de aquello que desconoce.

Imagen: https://www.freepik.es

Publicado en «mentemochilera.blogspot.com«

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EL LLAMADO DE LA CALLE


Sentía voces y se asomaba a la ventana, pero no había nadie en la calle; dudaba y algo más tarde volvía a escuchar voces que entre murmullos y gritos le decían algo como “¡Ven, vamos…Acompáñanos…!” Sobresaltado, comprobó la soledad callejera y pensó que de pronto era un televisor o la radio de algún vecino, pero la duda seguía entronizada: ¿Eran voces que lo estaban llamando a él…?

El hecho se repitió sin importar la hora, intermitentemente, pero las voces sonaban más urgidas y con mayor volumen. Finalmente, bajó las escaleras, llegó hasta la puerta y al abrirla, sintió un aire caliente, como el que produciría una multitud apiñada, mientras aplausos atronaban el aire, pero lo calle estaba totalmente vacía, a no ser por un perro que rebuscaba en la basura de una casa cercana…

Miró a todas partes, mientras aplausos y vítores seguían y al no ver a nadie, primero se asustó, creyéndose víctima de una alucinación auditiva, que se estaba volviendo loco o… ¡Eso era…!: El destino.

Se hizo candidato al congreso.

Imagen: https://www.elcorreo.com

¿PODRÍA SER…?


Cuando algo ES, se tiene por lo menos una prueba irrefutable de ello; de otra manera, existe el condicional, ese que abre las posibilidades de la negación o afirmación sin pruebas concretas…

PODRÍA SER se aplica a muchísimo y en el mar de dudas que suscita, flotan a veces solitarias y escasas las pruebas. Pocas certezas, en un océano de condicionantes. La frase “ver para creer” es famosa y también decimos que algo es “palpable” para describir lo que podemos tocar y en lo que, por lo tanto, se puede creer (al menos el que “palpa”).

 También usamos “evidente” en el caso de que se pueda comprobar con la vista y llamaremos “evidencia” a la prueba…

Ahora bien, siempre solemos esperar ser NOSOTROS, cada uno, “en persona”, el que obtenga la prueba y así “si no lo veo no lo creo” … Parece ser que es imperativo “ver”, como lo es “tocar” o “palpar”, en resumen, percibirlo a través de cualquiera de nuestros sentidos para creer, es decir para tener una “prueba”.

Sin embargo, según el diccionario, creer es:

Considerar una cosa como verdadera o segura o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma… O sea que, para creer, se necesitan “pruebas” o hay que tener fe, que es: Considerar una cosa como posible o probable, sin llegar a tener una certeza absoluta de ello …Digo que, si las religiones necesitan de la fe, porque hay mucho de lo que se afirma sin que existan pruebas “personales”,  y tal vez no haya ninguna prueba “para confiar” (o creer), hay otras cosas en las que creemos, y aunque no hayamos percibido personalmente las pruebas, estas existen siendo  avaladas por individuos o instituciones “creíbles” o “de confianza” …

Entonces, creemos en algo que no percibimos, sino que nos guiamos para hacerlo, de alguien que nos resulta confiable por “X” razones…

No nos “consta personalmente” que exista vida fuera de nuestro planeta y, sin embargo, la ciencia está investigando y aparentemente tiene pistas de su existencia en Marte y también en la Luna. Creemos que probablemente haya vida fuera de la Tierra, por lo menos en dos cuerpos celestes, que son objeto de estudios especializados. Pero… ¿Y vida inteligente? Si convenimos que la inteligencia es La

facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidady creemos que podría haber vida en otros planetas o cuerpos estelares en el universo y que parte de esta vida es inteligente como lo es la especie humana en la Tierra (según los astrónomos y la ciencia, “una mota de polvo en el Cosmos”), ¿por qué no creer en vida inteligente extraterrestre? ¿No va siendo tiempo que nos planteemos la pregunta? ¿Y si todo aquello relacionado con los OVNIS o UFOS, que afirman haber visto miles de personas, fuese cierto y no (como parecen admitirlo ya, en un consenso cada vez más amplio) “objetos” no producidos en la Tierra…?

¿Qué pasaría si…? es una buena pregunta para pensar, con la mente abierta, tratando de que no se interpongan prejuicios, dogmas o “creencias”. Digo, como se dice cada vez a menudo, que es muy “autosuficiente” pensar que somos los únicos en este inmenso y desconocido “vecindario” …

Imagen: https://www.radioactiva.cl

LA «VISTA»


Cuando era chico, de la ventana del cuarto de mis papás, en la casa de la calle Ayacucho, en Barranco, se veía el terreno de al lado que estaba sin ninguna construcción. Era lo que se llama un terreno baldío, que, con un suave declive, iba descendiendo hasta una tapia de adobe, que lo separaba de lo que llamábamos “la bajada”; es decir, el camino que terminaba en la playa. Era la popular “bajada de baños”, que tenía a un lado casas con porches de madera techados, en los que, en verano, uno podía ver reposeras, algún sillón y sillas e imaginar que por las tardes, a la hora del lonche, para gozar del fresco, las personas mayores se reunían a tomar el té, que podía ser este, infusiones, o café, tal vez “picar” pequeños sándwiches y el tradicional queque o bizcocho, en tajadas, dulce y esponjoso …

Al terreno en cuestión, lo llamábamos “el muladar”, porque estaba tapizado de basura, que muy de tarde en tarde recogía algún basurero contratado, que entraba saltando la pared que lo separaba de la calle Ayacucho … En medio del terreno crecía –diría que resistía- un árbol de pacae (yo lo llamaba “el pacay”), que ahora no me llego a explicar cómo sobrevivía sin riego y del que los palomillas “saqueaban” los frutos –esas grandes vainas verdes que colgaban de las ramas- y que cuando mi mamá servía “pacay” – comprado en el mercado, por supuesto- como postre para el almuerzo, yo lo miraba con desconfianza y me negaba a comerlo, porque para mí era algo que crecía en la basura…

El terreno baldío, el basural donde sobrevivía el “pacay”, era de propiedad de dos hermanas muy mayores, cuyo apellido ya no recuerdo, y que vivían en la misma calle Ayacucho, en la una gran casa, con rejas y jardín delantero; no construían en el terreno, ni lo vendían, porque desde su casona, se veía el mar y no querían que nada les “tapara la vista” …; era el “capricho” de dos ancianas, que seguramente habían visto tiempos mejores, y a las que, de tarde en tarde, visitaba un sobrino  – que ahora “malicio”- seguramente esperaba heredar …

Otro que disfrutaba, no sé si de “la vista”, pero sí del “aire de Mar”, era “Atómico”, el perro negro del veterinario López, que vivía con su esposa y una hija, dos o tres casas más a la derecha de la casona de las señoritas, sobre la misma vereda de la calle Ayacucho; “Atómico” se paraba sobre la pared del terreno, por las tardes y era evidente su gozar de la brisa fresca, levantando la cabeza y olisqueando al aire de vez en cuando …

De pronto a nadie le interesa esto, pero son recuerdos de un chico que, curioso, miraba por las ventanas; el mismo que en la “terraza de abajo”, desde donde se veía el mar y la lejana isla San Lorenzo, jugaba a ser Sandokán, navegando en un “prao”, con los brazos cruzados, mientras sus piratas remaban, hacia Mompracem, la isla, que quedaba pasando la quebrada…

*Pacae: “Pacay” o guaba. Árbol mimosáceo con un fruto que es una vaina verde oscuro, que contiene como un algodón de color blanco, embebido en néctar, con pepas negras.

*Sandokán: Personaje, héroe de novelas de aventuras, como “Los tigres de Mompracem”, del escritor italiano Emilio Salgari.

*Mompracem: Isla. El refugio de Sandokán y sus piratas malayos, en el mar de Malasia.

Imagen: https://mx.depositphotos.com

QUICO EN EL CORAZÓN


Quico se fue entre rayos y truenos, dándole la contra, como siempre, a todo lo usual y es que mi primo querido, que hace un año partió con rumbo al Barrio Eterno, lo hizo mientras en Lima – cosa rarísima en esta ciudad donde garúa apenas- el cielo tronaba, lanzando luminosos zigzags…

Allí lo estaban esperando, con la correspondiente “chela” y todos los ingredientes necesarios, listos, para que preparara el almuerzo; ese mismo que ensayó, maravillando a todos (y eso, que eran “ensayos” nada más), mientras anduvo por aquí …

Habría por supuesto los rocotos rellenos, cauche de queso y seguro un “escribano”, para la envidia de cualquier picantería que se precie de serlo. Después inventaría y a lo tradicional, sumaría su imaginación cocinera, entre ollas, peroles y sartenes celestiales e ingrávidos, dejando que la fantasía volara y se cociera a fuego lento, para tomarse otra cerveza y disfrutar con lo que estaba haciendo…

Quico no solamente cocinaba sobresalientemente, minimizando su arte culinario con un “¡Pchsss…!” displicente, sino que era uno de esos que lo saben todo y se metía en camisa de once varas, por el puro hecho de llevar la contraria.  Tan bueno como el pan recién horneado, “hippie” de corazón, nunca dejó de serlo y trashumó en el estudio/oficina del canal 4 de la televisión arequipeña, con su inseparable amigo Gerardo. Ideamos juntos una “empresa” para trabajar spots para la tele, que, por supuesto, nunca despegó, porque yo andaba en quehaceres publicitarios y él en sus cosas, que eran varias, entre ellas la fotografía (y debo confesar que era tan magistral fotógrafo como gran cocinero). Quico, iba de una a otra cosa y a lo que hiciera, le ponía el empeño de quien sólo hace una…

Formó parte, con su hermano Lucho y su primo Gilberto, de la aventura inmensa de “Ñawi” (una palabra quechua que significa “ojo”) donde Lucho, ingenioso ingeniero, construyó desde cero, una máquina para el procesado de películas de cine (en blanco y negro) que funcionaba, sin nada que envidiarle a las de compañías de producción cinematográfica (en 16mm) tales como Telecine y la del “chino” Kohata…

En esa época, Néstor Chacón y yo también vivimos la aventura de una agencia de publicidad propia, que se llamó “Contacto”; tenía una oficina pequeñita, donde la “secretariahace todo” fue mi prima Patricia y los tres, más un muchacho que dibujaba algo y servía de “enlace” para gestiones callejeras varias, nos repartíamos las tareas del día. Tuvimos como primer cliente, al fabricante de camisas “Robin Hood” y con “Ñawi” hicimos un comercial para la tele, donde Quico y Lucho. Como se dice en el argot publicitario, “hicieron” cámara y fotografía. Además, Quico tomó las fotos para los avisos de revista…

También en “Ñawi”, con Quico, para una compañía de ingeniería eléctrica, desplegamos sobre el piso del “set” un número increíble de piezas y artículos pequeños, minúsculos, de electricidad, para hacer las “transparencias fotográficas” que irían en un catálogo…

Fueron tiempos gloriosos, divertidos y verdaderamente “aventureros” que de pronto no nos redituaron mucho en cuestión de billetes, pero sí en esa adrenalina que produce el trabajo en la publicidad y lo que tenga que ver con ella…

Quico ya no está, pero recuerdo también que tuvo una pequeña granja, en Chincha, donde fue una especie de pionero, criando gallinas “ecológicas” (como yo les decía) que andaban sueltas todo el día, comían grano y los huevos que ponían (los “huevos ecológicos”), eran la sensación de ventas en la embajada norteamericana, también con otros clientes y creo que en un supermercado y alguna tienda. Eran huevos “ecológicos”, pues, o sea naturales (gallinas libres, bien alimentadas y cuidadas      –casi engreídas- por Quico mismo) …

Quico –lo dije en un post de este blog hace tiempo- era un espíritu libre; viajero, vivió en varias ciudades europeas un tiempo, solventando sus gastos personales con la cocina y disfrutando de no tener atadura en parte alguna. Arequipeño hasta el tuétano, “el Quico” – un modo muy arequipeño de llamarlo- se fue sin despedirse y cuando Lucho me llamó esa mañana temprano para decírmelo, convinimos que Lima lo había despedido como a todo un ciudadano de la tierra mistiana: Con rayos, con truenos y tal vez con un poco de lluvia, que parecía como si fueran lágrimas…

¡Chau Quico, espérame allí donde estás y anda calentando los rocotos rellenos, que yo llevo las “chelas bien helenas” …!

Imagen: Quico, por su amigo el pintor Palao

ESTE ES UN RURAL DE TEXAS…


Televisión en blanco y negro. Series. Aventuras. Oeste, Magia….

Los Patrulleros del Oeste”, “La Ley del Revólver”, “Bonanza” “Los Lanceros de Bengala”, “Hechizada”… Tiempos en que el televisor “Saba” de imágenes en blanco y negro -novedad absoluta- por las tardes-noches, era el centro de atención, en la “sala grande” de la casa de la calle Ayacucho, la sala donde nos sentábamos lejos del aparato, al otro extremo –porque “la televisión produce radiaciones dañinas”, en el sofá tapizado con tela color rojo oscuro, formalitos, y vivíamos esa maravilla que había desplazado a la radio a un segundo lugar, con sus “Radio Club Infantil”, el “Zorro Iglesias”, “Tamakún, el vengador errante”, “Poncho Negro”… Cuando se oía la voz del locutor nacional que decía “Bajo las luces de Kolynos, presentó…”. ¡Teníamos televisión y ya no había que ir a verla a la casa de “Guto”, allí, en el malecón…!

Bastante tiempo después, nos mudamos de casa, siempre en Barranco, a 28 de julio y el televisor se instaló en su mesita especial de fuerte alambre de metal, con rueditas y una bandeja inferior “para las revistas”, en el comedor (lo de las “radiaciones” ya se había olvidado, o no importaba mucho), para seguir de compañero familiar, donde los noticieros de la noche con Raúl Ferro Colton y luego Humberto Martínez Morosini, eran imprescindibles para mi padre…

Desde siempre, el televisor se encendía por la tarde, casi noche y se apagaba como a la 10.30 u 11 pm. ¡Había que dormir, para ir al día siguiente al colegio…! La excepción –si no me acuerdo mal- era el “Show de la Una”, con Fidel Ramírez Lazo, que se transmitía, como su nombre lo indicaba, a la una de la tarde…

Radio, televisión b/n y a colores, Internet… ¡Qué suerte ser testigo!

Imagen: https://seriesdetvdeminfancia.blogspot.com