
Había leído todo lo que pudo sobre la alquimia, la piedra filosofal y la transmutación. Creía saber algunas cosas que la gente común no sabía y se sentía superior, una especie de mago era lo que se sentía, capaz de convertir cualquier metal en oro y hacerse rico.
Lo pensaba seriamente, pero le daba flojera conseguir lo necesario y empezar con los experimentos que le darían fama y dinero. Cada día, ocurría algo que, según él, le obligaba a posponer el inicio de su carrera como alquimista, aunque, pensaba, ya lo era, porque poseía la información; lo único que le faltaba era la parte práctica.
Y eso era lo que posponía, pero ya era, teóricamente, estaba seguro, un alquimista. Lo que nunca dijo a nadie y prefirió olvidar, es que lo habían jalado en el curso de química.
Imagen: https://curiosidades.fun
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