
Se reunían temprano, en una de las mesas que estaban en el exterior del café, sobre la vereda; generalmente primero eran dos, a los que poco a poco se iban uniendo otros y el mozo acercaba sillas, o una mesa más, si fuera necesario. Ya sabía que de lunes a viernes se reunían lo que él llamaba “Los Desayuneros”, que conversaban, comentaban noticias oídas en la radio, mostraban un periódico, compartían silencios y fumaban…
¿Desayuno…? ¡Nada! Solamente café; litros de café y algún vasito de agua para alguien. Podían haber sido “Los Tempraneros”, o “Los Converseros”, o tal vez mejor, “Los Cafeteros”. Pero les llamaban “Los Desayuneros” y ese nombre era adivinado a la llegada de los dos primeros, cinco días en la semana, por el mozo inventor, que se sentía parte de ellos.
Imagen: https://thumbs.dream
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