
El tiempo, las vicisitudes y la vida misma, habían hecho que no creyera en nada ni en nadie; desconfiado, ponía todo en tela de juicio y el veredicto era el mismo siempre: “No puedes creer”.
Su primer aprendizaje en la desconfianza, vino de su padre, que como decía, “No confío ni en mi sombra” …
Un día, se planteó la disyuntiva: “¿Confío o no confío en la desconfianza de mi padre?”; desde entonces empezó a desconfiar de la desconfianza, lo que no significaba que confiara en no confiar, sino antes bien, al contrario…
A veces, hay cosas que lo atormentan a uno y no parecen tener solución. ¿Será ese el infierno? Nuestro personaje se preguntaría: “¿Existirá?” …
Imagen: piopiofamily.com
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