
Siempre salía con una ocurrencia, una novedad, la respuesta inesperada…
“Sacaba conejos del sombrero” y era famoso no solamente por lo oportuno, sino por la “pirotecnia” que usaba al hablar, para argumentar o aseverar algo.
Era ducho en asombrar y lo hacía eficientemente, dejando con la boca abierta al auditorio, que sentía ganas de aplaudir su gran habilidad…
No importaba el número de los oyentes, los temas que se trataran o la situación: Palabras que parecían cuidadosamente elegidas, los pensamientos “irrebatibles” y la actitud pacífica, pero triunfadora, eran sus “armas”.
Se jactaba de que nunca, nadie, le había ganado en una discusión o en un debate. Era veloz, brillante y muy popular…
Pero había un problema: Era parlamentario y únicamente hablaba.
Imagen: es.vecteezy.com
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