
Todos los días iba a la estación, después de comprar un ramito de violetas…
En la estación, esperaba al tren de las cinco, que llegaría con ella, que se sorprendería al verlo, sonreiría, dejaría el maletín en el suelo y correría hacia él, se abrazarían y él le daría las violetas…
El tren se demoraba… El tren de las cinco no llegaba.
Él esperaba nervioso por la demora…
Al final, dejaba caer el ramito de violetas en un basurero y se iba, para volver al otro día y esperar el tren de las cinco, con un nuevo ramito de violetas y la alegría anticipada por verla sorprendida…
Y así, todos los días…
Imagen: http://www.officedepot.com.mx
Así vivimos a veces esperando un tren que jamás llegará pero el optimismo es implacable…
Bella obra Manuel y un abrazo,
FBC.
¡Muchas gracias, Francisco…! Sí, la vida es una espera y esperanza que viene de esperar, es lo que nos anima a seguir…¡Un abrazo! 🙂 🙂
Asi es, un abrazo Manolo,
FBC. 🙂
🙂 🙂 🙂 🙂