Le encantaban los mapas y los globos terráqueos, porque mirándolos, soñaba con lugares de cuento; mares donde navegaban piratas irredentos, desiertos por los que atravesaban audaces caravanas y selvas que ocultaban las ciudades que un día fueron reinos…
Se perdía en las tardes hasta entrada la noche, vagando sin destino, saltando de frontera en frontera, aboliendo distancias y sintiéndose descubridor, viajero impenitente y dueño de arcanos recónditos…
Todo acabó para él, el día en que supo que el GPS había asesinado a la brújula amiga, convirtiendo a los mapas en papeles pintados y a los globos terráqueos en pompas de jabón.
¡Hola! Releyendo, creo que me equivoqué y María Isabel Manzanares fue alumna mía en la Universidad Católica…¡Error tremendo, pero a veces se me confunden mis más de 16,000 alumnos y 8 centros superiores de enseñanza…!
Ciertamente, ejemplos de estrategias de mercadeo que funcionan o han funcionado para productos, especialmente de consumo, hay muchos y sería iluso tratar de opinar sobre esas acciones de mercadeo victoriosas, y digo victoriosas, porque en un universo donde diariamente su mueven miles, lograr el triunfo, la victoria, es o debiera ser relevante.
“La Buena Familia”, desde que vi la frase asociada a “San Fernando”, el –originalmente- productor de pollo y luego de sus derivados gastronómicos, además de huevos, me pareció un acierto fenomenal, porque si algo consume la familia peruana, es pollo y la familia de “San Fernando” que formaron en 1948 los Ikeda, se ha ampliado enormemente, porque los consumidores de sus productos (si no me equivoco, “San Fernando” tiene un 35% del mercado), son “parte de la familia”, de “La Buena Familia”: La familia peruana = La familia ”San Fernando” = ”La Buena Familia”.
Como dicen, “mejor, se malogra”.
La feliz asociación de lo que significa la familia en protección, hogar, calor personal y núcleo social tradicional en todas partes, pero específicamente en este caso, en el Perú, me pareció y me seguirá pareciendo, un verdadero acierto.
En el IPP, me tocó enseñar a una de las chicas Ikeda y un día, María Isabel Manzanares, que también fue alumna mía en el IPP y luego trabajó conmigo durante un tiempo, me sorprendió cuando me hizo llegar una lata de pechuga de pollo en trozos, con la etiqueta impresa, que decía “Los Echegaray” y debajo, “La Buena Familia”.
Tengo que decir que “Manzanita” (en clara alusión a su apellido) como le decían cuando trabajamos juntos, me sorprendió maravillosamente con este acto, que, si bien era una magnífica acción de “fidelización” que estaba en marcha, demostraba cariño y recuerdo hacia el amigo-compañero de trabajo-profesor…
No puedo decir que la idea de la “personalización” de las latas, sea de ella exclusivamente, porque no lo sé, pero sí que antes de que el contenido desapareciera velozmente en casa, logré fotografiar el producto y guardo esa fotografía como un verdadero tesoro. ¡Qué buena manera de convertir a un consumidor en “fan”… ! Desde estas líneas te digo, María Isabel querida, que… ¡TE PASASTE!
Tal vez les suene extraño, exagerado, mi entusiasmo y un poco fuera de tiempo, pero –y este es el comentario real de un consumidor- esa lata de pechuga de pollo en trozos, con “Los Echegaray” y “La Buena Familia”, me llegó al corazón e hizo que yo – que siempre tuve gusto por los enlatados, por su manera práctica de satisfacer pequeños o grandes “caprichos” comestibles, al extremo de haberle obsequiado a Alicia, mi esposa, en los primeros días de nuestro matrimonio un libro de Aldo Guglielmone con ilustraciones del famoso Quino, que se llama “¡Viva la lata” y que contiene recetas varias, utilizando comidas enlatadas, diciéndole –sin decírselo- que no se preocupara por cocinar, que para eso estaban “las latas”, porque ella era pintora, no cocinera y yo, un “latófilo” empedernido…- no solamente quedara deslumbrado, sino que viera reafirmada mi preferencia, por los enlatados, por el pollo y por supuesto, por ”San Fernando”.
Nota: Tengo que aclarar que no me une ningún vínculo comercial con “San Fernando”, nunca trabajé para ellos, no me pagan nada por este pequeño artículo y que yo sepa, “Mente Mochilera” tampoco tiene nada que ver…
“…Parece que va a llover, ¡Ay mamá me estoy mojando!”
Parte de la letra de la vieja canción se adecúa perfectamente al “clima” electoral que vive el Perú.
Si el cielo se nubla, es que va a llover y el cielo peruano se oscurece, porque lo que se viene, a no ser que algo suceda en contrario, va a ser una copiosa lluvia de cinco años de duración.
Una lluvia que hará que lo sucedido hasta hoy sea un goteo, una lloviznita limeña y no el aguacero serrano o selvático que se avizora…
Creo que no queda otra cosa que prepararse para resistir el embate de las aguas, que, con la precipitación desencadenada, aumentará, produciendo un huayco o aluvión desastroso, que promete no dejar piedra sobre piedra en un país donde las piedras ya estaban muy flojas…
Nos espera un congreso fragmentado, atomizado e ingobernable que se unirá solamente para su beneficio y así terminar de destruir lo que el huayco haya “olvidado” …
¿Hacer qué…?
Prepararse para lo peor.
Saber que la inestabilidad nacional arreciará, encomendarse al santo preferido, esperar que este escuche, recordar que hemos vivido otras crisis terribles y aplicar los recursos que esos días aciagos nos enseñaron a usar.
“Más vale prevenir que curar”, dicen y ojalá estemos a tiempo de hacerlo, porque tal como van las cosas… ¡No hay quien nos cure!
Toda la vida he preferido un camino con curvas, porque no sabes qué habrá en la siguiente vuelta…Ir así es descubrir, asombrarse y poder contemplar lo desconocido, que suele ser bello…
Es verdad que a veces, tras la curva, no es algo precisamente grato lo que encontramos, pero la siguiente nos puede deparar sorpresas agradables…
No me gustaría que el camino de la vida fuera una autopista recta, señalizada, segura; de esas, donde lo importante es la velocidad y no el paisaje, ni las vistas que hacen un álbum de recuerdos hermosos.
Además, un camino con curvas, pone a prueba la pericia del piloto y a mí, me gustó siempre manejar…
La inteligencia real, puede volvernos más humanos…
AC*
He tenido que escribir varias veces la segunda palabra, para que la computadora deje de corregirla automáticamente.
Lo cierto es que hay muchos que se dicen o creen ser “anti” diluvio,es decir que están en contra de él, sinsaber quecometenun error al hablar o al escribir y que lo correcto es “ante” diluviano, es decir anterior al diluvio (con referencia al Diluvio Universal), o sea antiguo, viejo.
A veces pienso que no nos vendría mal algo de “inteligencia artificial” a los seres humanos.
Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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